Nadal, contra viento y marea
El balear se impone a Federer en un pulso condicionado por el vendaval (6-3, 6-4 y 6-2) y afianza su hegemon¨ªa sobre arena para desembarcar en su duod¨¦cima final, a la espera de Djokovic o Thiem
La resoluci¨®n llega a las tres y media de la tarde, mientras se remueven los est¨®magos. Sin embargo, nadie quiere moverse del asiento. ?Comer, para qu¨¦ comer cuando hay algo as¨ª delante? La emoci¨®n justifica cualquier tipo de retraso. Es un 6-3, 6-4 y 6-2, en 2h 25m. Rafael Nadal acaba de batir a Roger Federer despu¨¦s de un hermoso encuentro que abrillanta la rivalidad (24-15 en el global, 14-2 sobre tierra batida, 6-0 en Par¨ªs) y catapulta al balear hacia su duod¨¦cima final de Roland Garros, en la que se medir¨¢ el domingo al vencedor del duelo entre Novak Djokovic y Dominic Thiem (12.00), suspendido debido a la lluvia con 6-2, 3-6 y 3-1 para el austr¨ªaco.
Se deposita la arenilla hasta en los teclados, porque los remolinos de viento se filtran en la Chatrier y se expanden por las cuatro tribunas, pringando especialmente a los ocupantes de los primeros palcos y llev¨¢ndose la peor parte los fot¨®grafos. Vuela un sombrero hacia la pista, le acompa?a un papelillo que se transforma en un p¨¢jaro ¨C?premio para el interceptor!¨C y ciegan las briznas de arcilla a Nadal y Federer, que se tienen que frotar los ojos m¨¢s de una vez. Tambi¨¦n el espectador, por el molesto polvillo desperdigado y sobre todo porque pesta?ear tiene peaje y nadie quiere regalar un solo segundo del espect¨¢culo: perd¨¦rselo deber¨ªa estar prohibido.
El partido no solo responde a la magnitud de los protagonistas, sino que supera las expectativas, la dimensi¨®n que conlleva siempre un cartel que re¨²ne a Nadal y Federer. Pod¨ªa preverse un desequilibrio, en tanto que el suizo nunca le ha ganado al balear en su fortaleza parisina, pero nada de eso. Hay partido, vaya si lo hay. Y de los buenos. Federer propone una vez m¨¢s su revolucionario despliegue sobre la tierra, yendo a por el punto y atacando la red a coraz¨®n abierto, como si en lugar de actuar sobre arena jugase en sus aposentos de Wimbledon. Como se preve¨ªa, arriesga en cada bola y no se dilata: dos, tres, cuatro tiros, no m¨¢s. Lo sab¨ªa Nadal y le espera, lo devuelve todo y contragolpea con la determinaci¨®n del gran tibur¨®n blanco.
Busca descaradamente el mallorqu¨ªn el rev¨¦s del rival, ese viejo aliado del pasado que en los ¨²ltimos tiempos hab¨ªa derivado en un demonio, y no solo escarba en ¨¦l, sino que contragolpea con el suyo. El repertorio de cruzados penaliza la osad¨ªa de Federer, pero este no se viene abajo. Replica, se agarra, insiste una y otra vez, pese a que el condicionante del aire castigue en mayor medida la trayectoria de su golpe sedoso. La raz¨®n es simple: el pelotazo de Nadal transporta plomo y con la humedad del d¨ªa pesa un quintal, y as¨ª ara?a el espa?ol los dos primeros breaks, haci¨¦ndose con el primer set y planteando el escenario m¨¢s feo posible para el adversario.
La grada francesa, con el suizo
Tozudo y cruyffista (la idea por encima de todo, pese al destino), Federer sigue proponiendo una ofensiva a quemarropa y se inventa reveses a la remanguill¨¦ para angular la bola hacia el cuadro de saque. S¨ª, es posible. Par¨¢bolas cient¨ªficas, pura arquitectura. Dejadas de fantas¨ªa: ?son reales esos retrocesos? S¨ª, ¨¦l puede. As¨ª resiste, as¨ª hace frente al hegem¨®nico Nadal. Pero todo vuelve. ?Roger, Roger, Roger! Se decanta claramente el aficionado de la central, en pie varias veces porque se presencian intercambios maravillosos. Est¨¢ inmenso el de Manacor, agrand¨¢ndose conforme avanza el minutero y plet¨®rico en los desplazamientos. Aparece poco a poco su amigo el sol, y entonces llega el cambio de ritmo.
¡°Hay tres momentos clave¡±, apunta el balear. ¡°El primero, haber ganado el primer set; el segundo, cuando le devuelvo el break enseguida, restando con el viento en contra; y el ¨²ltimo, que creo que es el m¨¢s decisivo, tanto el 4-3 como el 4-4 del segundo. ?l estaba golpeando bien y he pasado de estar en una situaci¨®n complicada a verme sacando para ganar el segundo set. Es un cambio de din¨¢mica mental¡±.
Entonces, empieza el Nadal estoico a limpiar las l¨ªneas de los pasillos, a desbordar con ese tiro abrumador. Contrarresta la valent¨ªa con un mazo. Devuelve la rotura inicial de Federer en la segunda manga, y aplica una estocada que definitivamente mata el duelo. Son dos sets arriba, son casi 38 a?os, as¨ª que no queda poco m¨¢s que disfrutar por disfrutar, el juego por el juego. El placer por el placer, la belleza por la belleza. El deporte tambi¨¦n puede ser un arte. El ¨¢nimo del suizo se apaga, se dispara su cifra de errores (34 frente a 19) y Nadal cruza a caballo la pen¨²ltima frontera. Dos tarascadas m¨¢s, y c'est fini. Ya luce imponente en su duod¨¦cima final del grande franc¨¦s.
En Par¨ªs, no hay duda: manda ¨¦l.
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