El pelot¨®n est¨¢ cansado
Los favoritos dan m¨¢s de un cuarto de hora de ventaja a la gran fuga en el territorio ¨¢spero del Averno, donde vence Impey y Bardet no puede darse un homenaje
Cuando salen, los aspirantes a asesinos son pura ternura, ni?os que suspiran por su familia. La testosterona a¨²n no le ha subido a Julian Alaphilippe, el maillot amarillo, que ve a su padre esper¨¢ndole a la puerta del autob¨²s y se queda de piedra. No se lo esperaba. Jacques Jo Alaphilippe, m¨²sico y director de orquestinas, le espera en la silla de ruedas en la que le ha postrado una enfermedad degenerativa. Ha viajado dos horas y media el 14 de julio para darle una sorpresa a su hija, plena vitalidad, y solista de bater¨ªa de vez en cuando, que le besa y le abraza, y recuerda cuando ¨¦l era tambi¨¦n puro vigor.
Con la testosterona a¨²n por los suelos, Nairo besa a sus hijos, Tom¨¢s, de meses y dos dientecitos, clavado a su madre, Paola, que tambi¨¦n besa a su esposo, y Mariana, de cinco a?os y clavada al padre. Todos los d¨ªas van a despedirle al autob¨²s antes de todas las etapas, como si estuviera en casa y se fuera a la oficina. No va a la oficina, con los ojos h¨²medos tras las gafas oscuras, va a la pelea, como va Alaphilippe, como van 170 m¨¢s.
En la competici¨®n la ternura desaparece. La testosterona y la lucha por la supervivencia pueden con todo.
El pelot¨®n, un laboratorio de relaciones sociales que reproduce al mil¨ªmetro, elige un elemento alfa al d¨ªa, el ganador de etapa, y uno final, el ganador del Tour. Cuatro horas m¨¢s tarde, el sudafricano Daryl Impey levanta los brazos triunfador en el descenso a la Francia profunda que es la etapa del d¨ªa de fiesta nacional. El pelot¨®n llega casi 20 minutos m¨¢s tarde, dej¨¢ndose caer cuesta abajo casi sin ganas de dar pedales, mostrando claros s¨ªntomas de que no le ha gustado dos etapas seguidas de intenso gasto f¨ªsico. Y todav¨ªa les queda una etapa antes del d¨ªa de descanso.
Se sumergen as¨ª, todos, un poco impropiamente, en el Averno de Geminiani y su ciclismo revolucionario ¡ªlas ense?anzas de su escuela de direcci¨®n deportiva a¨²n siguen vivas¡ª, y el del Puy de D?me de Anquetil y Poulidor, es ahora el Averno de Romain Bardet, el h¨¦roe triste. Por ¨¦l, su pueblo, Brioude, ha pujado fuerte para tener una bella etapa del Tour, y ¨¦l llega derrotado, quiz¨¢s abrumado. En la ¨²ltima cuesta, la que tantas veces subi¨® de peque?o para ir al r¨ªo, intenta un peque?o movimiento de homenaje, y el pelot¨®n, en un esfuerzo en el que colaboran todos, se lo frustra. Con ¨¦l se colaban Kruijswik y Porte, candidatos al puesto de alfa final, y la lucha por esa posici¨®n a¨²n no debe comenzar. Hay momentos en los que la compasi¨®n es imposible.
Como explica el profesor Manuel Jim¨¦nez, un especialista entre otras cosas en la influencia de las hormonas en el cerebro y en las relaciones sociales, cuando la posici¨®n alfa est¨¢ abierta, cuando no hay una jerarqu¨ªa establecida, todos en una sociedad colaboran para que los candidatos surjan por consenso. La necesidad de una posici¨®n alfa est¨¢ en el ADN del ser humano, explica la evoluci¨®n y explica la alegr¨ªa con la que una vez formada la gran fuga de 15 (y con tres espa?oles, el conquense Jes¨²s Herrada, que preferir¨ªa no estar en el Tour; el debutante asturiano Iv¨¢n Garc¨ªa Cortina, que vive todas sus primeras experiencias como momentos ¨²nicos, y el catal¨¢n Marc Soler, que busca la fuga cuando ya ha partido, a las ¨®rdenes de un Movistar que no quiere descuidar la clasificaci¨®n por equipos) todos dan relevos como sin contar el gasto, sin pensar m¨¢s que en estabilizar una ventaja antes de luchar por imponerse.
El ¡®jump¡¯ del sudafricano
Despu¨¦s de la colaboraci¨®n, siempre que los recursos sean limitados y no haya para todos, y solo puede ganar uno la etapa, la lucha es inevitable, la testosterona. Siguiendo el viejo dicho de que llega el primero aquel que en una fuga grande es el primero que ataca en el ¨²ltimo momento posible, se lanza solo el austriaco P?stleberger, que se equivoca. Un error de c¨¢lculo.
Faltan 30 kil¨®metros. Los exacompa?antes no entraron a¨²n en la fase de luchar entre ellos, sino que siguieron en la de colaboraci¨®n. Engulleron al fatigado austriaco y comenzaron a despedazarse entre ellos. Sucesivos ataques dejaron en cabeza a los dos m¨¢s h¨¢biles y m¨¢s fuertes, baroudeurs como todos, pero algo m¨¢s: el alma de clasic¨®mano del belga Benoot y el jump tremendo del sudafricano Impey, que super¨® las selecciones y acab¨® elegido alfa del d¨ªa.
A todos, despu¨¦s, se les nivel¨® la testosterona y entre vencedores y vencidos se reestableci¨® el pacto de colaboraci¨®n con el que comenzar¨¢ este lunes la etapa. Y Nairo, en su hotel, dio a su familia el beso de regreso del trabajo. Un d¨ªa m¨¢s en la oficina.
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