El ciclismo espa?ol cultiva la paciencia
Enric Mas y Marc Soler ofrecen se?ales de ¡®hombres Tour¡¯ en formaci¨®n y crecimiento, mientras Landa acusa el Giro
Enric Mas (24 a?os), Marc Soler (25) y Mikel Landa (29), dos j¨®venes en crecimiento y un veterano ya hecho, marcharon al Tour desde Espa?a. Dos pensaban en aprender y seguir aprendiendo, y el tercero quer¨ªa hacer algo se?alado, una etapa ¨¦pica y m¨ªtica o un podio, por ah¨ª. Los que fueron a aprender aseguran que aprendieron, y est¨¢n satisfechos con lo que hicieron, y sus maestros tambi¨¦n; el que iba a por algo atac¨® a lo grande y encendi¨® las expectativas de que algo grande acabar¨ªa haciendo. Acab¨®, sin embargo, casi pidiendo la hora. Tampoco lleg¨® al podio, termin¨® sexto. Hab¨ªa corrido el Giro antes, donde fue cuarto y tambi¨¦n exhibi¨® temperamento audaz y atacante, y la falta de algo, una chispa, una intuici¨®n magn¨ªfica, mucha suerte.
Pastore¨¢ndolos estuvo Alejandro Valverde, el gran veterano (39 a?os), el campe¨®n del mundo, el padre espiritual del pelot¨®n espa?ol que intenta imponer orden en su equipo, en fin de ciclo, y sufre una contradicci¨®n de campe¨®n. El orgullo le impide dejarse ir para intentar ganar etapas en fugas lejanas, como acaba haciendo Nibali; la codicia de los rivales, la gran forma de los j¨®venes que matan por ganar una etapa del Tour, le impide pelear de igual a igual con los mejores, con los que trata de igual a igual hasta los ¨²ltimos metros. Termina noveno en la general, un puesto que permite, al menos, alabar su regularidad y su compromiso a los 39.
Frente al mundo millennial que acogota el ciclismo mundial con genios prematuros y ni?os prodigio, y un ganador de Tour de 22 a?os, Mozarts del pedal everywehre, Espa?a sigue cultivando la paciencia, la filosof¨ªa que dio a la luz a su gran genio ciclista, Miguel Indurain, quien hasta los 27 no se consider¨® que estaba preparado. ¡°Espa?a es un pa¨ªs de genios tard¨ªos¡±, define Eusebio Unzue, el director del Movistar, uno a quien le dan alergia los prematuros y a quien lo que m¨¢s le ha alegrado el ojo en un Tour por debajo de las expectativas ¡ªganando la clasificaci¨®n por equipos han demostrado que ten¨ªan el conjunto m¨¢s fuerte; qued¨¢ndose cortos en los dem¨¢s objetivos, aun contando con la etapa de Nairo despechado, y dando que hablar por las presuntas fricciones entre sus l¨ªderes, han sufrido la frustraci¨®n de no haber influido en la carrera tanto como quer¨ªan¡ª ha sido comprobar c¨®mo
Marc Soler crece y aprende el Tour en todos los sentidos, incluido el mental, o la actitud, como tambi¨¦n se llama. El Tour del 18 lo termin¨® el ciclista catal¨¢n, de 25 a?os ¡ªganador del Tour del Porvenir con 21 y de la Par¨ªs-Niza con 24¡ª con una gran demostraci¨®n en la contrarreloj de Espelette, una se?al de talento; el de 2019, el Tour que se jug¨® en la monta?a, ha visto las demostraciones de Soler en los Pirineos y en los Alpes. En el Muro de P¨¦gu¨¨re, el domingo 21, y en el venerable Izoard, el jueves pasado, pudo llegarse a pensar incluso, salvando todas las distancias salvables, claro, en comparar a Soler tirando de Landa con tanta solidez y eficacia que por detr¨¢s solo se o¨ªan quejidos y maldiciones, con el Indurain que antes de afrontar solo al destino tiraba de Perico en valles y puertos. ¡°Muy bien, muy bien¡±, dice Unzue. ¡°Marc ha madurado much¨ªsimo y ha aprendido. Estoy muy contento¡±.
A Enric Mas nunca se le pillar¨¢ en un renuncio. Ante una afici¨®n que so?aba vi¨¦ndolo de maillot blanco en su primer Tour y pensaba que el segundo puesto en la Vuelta era f¨¢cilmente traducible por un gran puesto en Francia, el ciclista mallorqu¨ªn, debutante de 24 a?os, ha opuesto todo el Tour un discurso de sensatez y madurez. ¡°Vengo a aprender¡±, dijo el primer d¨ªa. ¡°He venido a aprender y he aprendido mucho¡±, dijo 15 d¨ªas despu¨¦s cuando en los Pirineos top¨® con sus l¨ªmites, voluntariamente buscados, y debi¨® olvidarse de los objetivos secundarios, los musitados en voz baja, un top ten, una presencia entre los mejores en la monta?a. Aprendi¨® lo que es un desfallecimiento, aprendi¨® viendo a Alaphilippe a su lado todos los d¨ªas, lo mucho que puede pesar un maillot amarillo, aprendi¨® a resurgir. En los Pirineos tuvo que dedicarse a disfrutar del paisaje para olvidar su pena; en los Alpes, los ¨²ltimos d¨ªas, no tuvo oportunidad de pasear: recuper¨® las fuerzas y la voluntad y apret¨® los dientes para que su Alaphilippe, a su rueda, llegara lo m¨¢s lejos posible.
El pr¨®ximo Tour, ambos aprendices, el que se parece a Indurain y el que se parece a Contador, seguramente compartir¨¢n equipo en el Movistar, y ya se exigir¨¢n un poco m¨¢s a¨²n. Hasta los 27.
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