El Liverpool sigue iluminado
El equipo de Klopp supera al Chelsea en los penaltis y se corona Supercampe¨®n de Europa con el portero Adri¨¢n como protagonista al detener el lanzamiento decisivo de la tanda
Se presupon¨ªa un baile como final, toda vez que el Liverpool es el actual campe¨®n de la Champions, un equipo que est¨¢ en el punto justo de cocci¨®n que quiere Klopp; y el Chelsea, lejos de la d¨¦cada pasada cuando el dinero de Abramovich val¨ªa m¨¢s que los derechos televisivos y la FIFA no pon¨ªa cortafuegos a los disparates econ¨®micos, es un conjunto por hacer, castigado a no fichar durante dos ventanas de mercado ¡ªPulisic se hizo cuando se aventuraba la sanci¨®n¡ª y que tira de canteranos para paliar el adi¨®s de Hazard, ya en el Madrid. Pero no fue un baile sino una batalla de lo m¨¢s intensa en la que el Chelsea puso el f¨²tbol de toque y las intenciones frente a un Liverpool de arrebatos, principalmente desbravado y an¨¦mico, aunque tambi¨¦n de lo m¨¢s en¨¦rgico cuando se lo propuso. Pero ninguna propuesta fue la buena, acaso la del Liverpool, que venci¨® en la tanda de los penaltis tras el ¨²nico fallo de Abraham (y acierto del meta Adri¨¢n) para coronarse campe¨®n de la Supercopa de Europa.
No le impresiona el reto de reconducir a un club desconchado a Lampard, que las ha visto de todos los colores sobre el tapete y ahora desde el banquillo exige a su equipo que salga con la pelota jugada desde atr¨¢s y sea el protagonista, m¨¢s pendiente de instalarse en campo ajeno que de echar ra¨ªces en el propio. Una apuesta que frente al Liverpool fue atrevida, pues la presi¨®n el¨¦ctrica y coordinada de los reds puso en varios apuros a la zaga del Chelsea. Pero sin Firmino (estaba en el banquillo de la partida) el gol ya no era tan amigo porque Man¨¦ no ten¨ªa la noche ¡ªno jug¨® en la banda y el campo se le quedaba enano¡ª y a Salah le faltaba la chispa. Y eso que al Liverpool le bastaba con dos pases para ganar la espalda de uno de los dos laterales y pisar ¨¢rea. Como en esa contra que Man¨¦ le peg¨® con el tobillo o esa otra diagonal de Salah que Kepa despej¨® con esfuerzo. Aunque superados los primeros apuros, el Chelsea se hizo con la pelota y el juego, tambi¨¦n con el rival. M¨¦rito, en buena medida, de Pedro, que siempre juega como si no tuviera nada que perder, incluso en las finales.
Atado al inicio de la jugada en la banda derecha, Pedro mare¨® de lo lindo a Robertson, que solo le gan¨® el pulso cuando se trataba de correr. Pero con la pelota controlada, el canario se deshizo de su pareja con facilidad, a veces por dentro y otras por fuera, siempre quarterback del Chelsea. La tuvo con un disparo con rosca que no cogi¨® puerta; sigui¨® con un pase en profundidad para Giroud que no resolvi¨®; se marc¨® un eslalon entre tres para que Pulisic tirara al bulto; y filtr¨® al borde del ¨¢rea que Kovacic no supo hacer bueno. Entre otras cosas porque Adri¨¢n, el portero que hace una semana no ten¨ªa equipo y se entrenaba en solitario, se estir¨® a tiempo para sisarle el cuero.
Nada pudo hacer, en cualquier caso, con la embestida definitiva del Chelsea, cuando Pulisic se sali¨® de zona y G¨®mez ni se enter¨®, al tiempo que Matip consider¨® que era mejor que recibiera y se girara antes que salir de sitio. Fue un error porque un metro es una vida para Pulisic, que se invent¨® un pase para el desmarque de Giroud. Y el franc¨¦s, esta vez s¨ª, le peg¨® seco y cruzado, tambi¨¦n a la red. Todo un torbellino que Pulisic hizo gordo porque tras recibir en carrera, recort¨® hacia dentro y logr¨® el segundo. Pero el VAR entr¨® en escena y neg¨® la mayor por fuera de juego como har¨ªa despu¨¦s en otra acci¨®n de Mount, igual de clara. Por lo que cambi¨® de opini¨®n St¨¦phanie Frappart, la primera ¨¢rbitra que actuaba en una final internacional y masculina, barrera rota al fin por la UEFA. Excelente en la comunicaci¨®n y nada protagonista, la francesa tuvo el mayor de los respetos de los jugadores y evidenci¨® que las normas son las mismas, que el juego no cambia en funci¨®n de qui¨¦n lo juzgue. Pero s¨ª de qui¨¦n lo interpreta.
Y hay pocos t¨¦cnicos tan intervencionistas como Klopp, que tras el entreacto puso a Firmino y el Liverpool se reencontr¨®. Quiz¨¢ porque el brasile?o tard¨® segundos en darle la raz¨®n a su entrenador, en darle un pase de gol a Man¨¦. Fiesta para el Liverpool, tan blandengue al principio como contundente despu¨¦s porque si no marc¨® el segundo fue por culpa de Kepa, que sac¨® dos manos prodigiosas tras un saque de esquina: una a Salah, abajo y a la izquierda; y otra a Van Dijk, ayudado por el larguero.
Arre¨®n que recuperaba el aroma hist¨®rico de la final de la Champions de 2005, cuando el Liverpool volte¨® tres goles al Milan en el mismo Estambul. Sobre todo al inicio de la pr¨®rroga, cuando Man¨¦ lleg¨® desde atr¨¢s para resolver un bal¨®n hu¨¦rfano en el ¨¢rea, para adelantar a un equipo que ya se las daba de ganador. Pero el Chelsea no est¨¢ para cuentos sino para realidades. Y la suya, ahora, pasa por j¨®venes como Abraham y Mount, que revitalizaron el juego del equipo, contentos por las carreras de ida y vuelta. En una de esas, Adri¨¢n sac¨® la mano a destiempo y tir¨® a la lona a Abraham en un penalti discutido que valid¨® el VAR y que Jorginho transform¨® en empate. Pero en tanda de despu¨¦s, el pie providencial de Adri¨¢n San Miguel explic¨® que el Liverpool sigue de dulce.
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