Los gui?os improbables de Gasol
Si Pau hubiese tenido alguna intenci¨®n real de jugar en el Bar?a le habr¨ªa bastado con expresar p¨²blicamente su deseo
A estas alturas de la pel¨ªcula, uno sigue sin tener muy claro si Pau Gasol est¨¢ sopesando seriamente la posibilidad de volver al Bar?a o todav¨ªa se est¨¢ marchando: en el deporte, como en la vida, irse del todo casi nunca resulta tan sencillo como cerrar una puerta y abrir la siguiente, una perogrullada que solo funciona en teor¨ªa y obviando las inevitables implicaciones afectivas. Sus ¨²ltimas declaraciones, por ce?irnos a lo tangible, y como tantas otras salpicadas en el tiempo por el p¨ªvot de Sant Boi, siguen sin denotar nada parecido a la ilusi¨®n por regresar a casa, probablemente porque ya no queda nada ni nadie en el club que le recuerde al equipo que abandon¨® en 2001 camino de Memphis. ¡°La idea de jugar en Los Lakers es atractiva, la idea de terminar en el Bar?a es atractiva¡±, explicaba ayer mismo cuestionado por su futuro. Llegados a este punto, quiz¨¢s ha llegado el momento de invertir el sentido de la pregunta y plantearse qu¨¦ atractivo puede ofrecer el actual Pau Gasol a un club como el Bar?a y a una afici¨®n que contin¨²a sin recibir demasiado afecto por su parte, m¨¢s all¨¢ de verse incluida en una lista junto a otras ex-novias.
Siendo justos, el entusiasmo de Pau con respecto a un posible regreso siempre ha quedado diluido entre variantes improbables y algunos gui?os t¨ªpicos de acto publicitario. ?Le gustar¨ªa volver a jugar con su amigo Juan Carlos Navarro en el Bar?a? Por supuesto, pero son muy pocos los profesionales que anteponen un posible reencuentro deportivo en una competici¨®n menor frente al peso medi¨¢tico, econ¨®mico y deportivo de un nuevo contrato en la NBA. ?Le apetece jugar con su hermano Marc en el Bar?a? Evidentemente que s¨ª... Y en Toronto, Estambul o Andorra: a fin de cuentas, la familia es la familia. ?Y con Kobe Bryant? ?Se imagina jugando con Kobe en el Bar?a y saliendo a cenar por las noches en la capital mundial de la nueva gastronom¨ªa? Si, s¨ª y mil veces s¨ª, por supuesto que se lo imaginaba, aunque fuese con la boca peque?a y la sonrisa gigante. Lo que nunca ha quedado del todo claro en estas fantas¨ªas veraniegas es el verdadero valor del Bar?a en la ecuaci¨®n, posiblemente porque nunca pas¨® de escenario ideal para las conjunciones astrales y un marco fotogr¨¢fico estupendo para la especulaci¨®n.
Si Pau Gasol hubiese tenido alguna intenci¨®n real de jugar en el Bar?a, especialmente despu¨¦s de haber coronado su carrera en Estados Unidos con dos anillos de campe¨®n, le habr¨ªa bastado con expresar p¨²blicamente su deseo. Nadie en su sano juicio se hubiese atrevido a insinuar el menor impedimento a su regreso, entre otras cosas porque Pau ha sido un jugador dominante en el baloncesto FIBA hasta ayer mismo y sin descartar -con el ocaso de los genios conviene no mostrarse taxativos- que todav¨ªa lo sea. A d¨ªa de hoy, lo ¨²nico que sabemos a ciencia cierta es que Gasol intentar¨¢ llegar en la mejor forma posible a los JJ.OO. de Tokio para buscar el broche de oro, plata o bronce que merecer¨ªa una vida deportiva destinada a la inmortalidad. Y es en este contexto tan concreto donde su regreso se presenta, al fin, como una opci¨®n realista, a¨²n a costa de reconocer que el Bar?a no es m¨¢s que un club para ¨¦l, sino un mero instrumento: un ejercicio de honestidad tan brutal que, hasta la fecha, no se lo ha permitido ni Messi.
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