Vitolo mantiene la crecida del Atl¨¦tico
El extremo canario marca el tanto del triunfo rojiblanco frente al Valladolid a nueve minutos del final tras aprovechar un error del guardameta Caro
Sin el caluroso pase¨ªllo con el que la hinchada saluda la llegada del equipo en el coliseo. Con las terrazas de los bajos comerciales del estadio ocupadas por tranquillas reuniones familiares, que poco parec¨ªan tener que ver con el f¨²tbol. Sin AC/DC tronando en la puesta en escena del rojiblanco que alcanza el cl¨ªmax cuando se anuncia el nombre de Simeone, que no ten¨ªa aficionados ante los que girarse. Sin toda esa costumbrista parafernalia sobre la que se construye el clima en sus partidos como local, el Atl¨¦tico tuvo que exprimirse hasta el minuto 81 para sumar los tres puntos ante el Valladolid. Fue Vitolo, que aprovech¨® una pifia del guardameta Caro, el que propici¨® que los rojiblancos den caza al Sevilla y se sit¨²en terceros en la tabla por mejor diferencia de goles.
Las alineaciones de uno y otro equipo conformaron una especie de armisticio entre Simeone y Sergio. Si Simeone introdujo siete cambios, y solo mantuvo un jugador por l¨ªnea respecto a Pamplona (Oblak, Gim¨¦nez, Herrera y Jo?o F¨¦lix), Sergio pobl¨® su once con nueve de sus menos habituales. Sin embargo, esos aires de bolo de pretemporada, que parec¨ªa reforzar las decisiones de los t¨¦cnicos, no fueron tal. Los dos equipos salieron con las mechas encendidas. Tanto que antes de los cinco minutos Oblak ya hab¨ªa protagonizado su vuelo salvador a disparo de Waldo, a Morata le falt¨® un giro de cuello m¨¢s precis¨® en un cabezazo a centro de Herrera y Jo?o F¨¦lix no estuvo tan fino y rotundo como en El Sadar para estampar en la red rival una buena dejada de Morata.
De ese primer y madrugador intercambio de golpes sali¨® el Atl¨¦tico m¨¢s mand¨®n. El Valladolid se repleg¨® a la espera de poder alargar los ataques del Atl¨¦tico. Entreg¨® la pelota y el campo con la sibilina intenci¨®n de promover atascos en las circulaciones de los rojiblancos, donde Herrera alternaba aciertos con errores y Thomas se mostraba en esa misma l¨ªnea.
Los ataques da?inos del Atl¨¦tico recayeron en Llorente y en Jo?o F¨¦lix. El primero sigue en su proceso de liberaci¨®n en ataque. Alejado de la responsabilidad y del peso de perder balones en el inicio del juego, el h¨¦roe de Anfield se atreve con todo. Pica en los desmarques entre l¨ªneas, desaf¨ªa en el uno contra uno y es capaz de emular a su padre manch¨¢ndose las botas de cal de la l¨ªnea de fondo. Jo?o F¨¦lix entendi¨® que deb¨ªa enganchar tanto juego como intentar culminarlo y, entre esas dos funciones, ratific¨® que casi siempre suele pasar algo cuando la pelota pasa por sus pies. Una arrancada rompiendo l¨ªneas la finaliz¨® con un disparo raso que se le escap¨® por un par de palmos. En ese dominio del Atl¨¦tico, casi todo sucedi¨® por el costado derecho. Manu no se atrevi¨® mucho y a Lemar no se le ajusta el pie y el tacto con p¨²blico o sin p¨²blico. Lo intenta todo y no le sale casi nada.
Aculado, el Valladolid sigui¨® fiel a su espera de un error del Atl¨¦tico. Y llego. Herrera perdi¨® un bal¨®n en zona prohibida al adornarse con un pase de tac¨®n que se le qued¨® corto y dispar¨® la contra del Valladolid. Matheus se vio cara a cara con Oblak y termin¨® sucumbiendo a ese achique que produce medirse cara a cara con los grandes porteros. La sensaci¨®n de tener que ajustar mucho el disparo termina por desembocar en un disparo cruzado que termina por escaparse. Con esa ocasi¨®n se acab¨® el fuego real en el primer tiempo.
La reanudaci¨®n la agitaron Sergio con dos cambios, entraron Alcaraz y De la Fuente por San Emeterio y Guardiola, y Herv¨ªas con una ca¨ªda en el pico del ¨¢rea por la que reclam¨® penalti. El susto activ¨® la rueda de cambios de Simeone. Sin encontrar soluciones para generar ocasiones, Simeone termin¨® por sentar a Herrera y Lemar para dar entrada a Carrasco y Koke. Al poco, con el partido empatado, el segundo viaje consecutivo al banco de Jo?o F¨¦lix chirri¨®. Costa reemplaz¨® a Morata y Correa al luso. Tambi¨¦n, porque se le vio bien de piernas, la salida de Llorente dej¨® paso a Vitolo. El canario estuvo oportuno para cazar el fallo de Caro, muy nervioso toda la noche en los balones al segundo palo, para empujar ese cabezazo que por fin hizo girarse a Simeone para celebrar un triunfo muy trabajado.
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