El Tour entra en otra dimensi¨®n: el Jumbo acaba con Egan
El ganador del Tour de 2019 cede 7,20m en el Jura, donde Landa y Mas resisten y Pogacar gana la etapa y se ratifica como m¨¢ximo rival del l¨ªder Roglic
Calor de julio y de agosto, luz de septiembre, ambiente de marzo, sin p¨²blico en las monta?as, desnudas, como cuando al comienzo del primer gran golpe de la pandemia el pelot¨®n de la Par¨ªs-Niza recorr¨ªa indiferente en su burbuja un mundo paralizado como un tren fantasma, y se llamar¨ªa Nostromo, y ciencia ficci¨®n es, o parece, la marcha del pelot¨®n de los mejores del Tour por las laderas, tantas veces subidas y bajadas de la monta?a del Grand Colombier, en el Jura, donde, Van Aert, un mueble macizo de 1,87m, capaz de esprintar, contrarrelojear, escalar y ganar cl¨¢sicas de todo pelaje se ha disfrazado de ¨¢ngel exterminador en el festival montaraz de la banana mec¨¢nica, y, Roglic, el hombre de todos los meses, el capit¨¢n que le manda, solo abre la boca, en mitad de la ascensi¨®n m¨¢s dura, para hablarle por el pinganillo, para ordenarle que aumentara el ritmo, como se ordena al timbal de una galera, y este pasa de agreste a feroz, y Egan abre la boca y no encuentra aire.
Quedan 13 kil¨®metros de ascensi¨®n. El Tour entra en una dimensi¨®n absurda.
Los europeos, cuentan los que quieren encontrar una explicaci¨®n, les han robado las monta?as a los colombianos, su arma privada, durante la pandemia y se han entrenado en altura m¨¢s tiempo y mejor que los habitantes de los Andes, demasiado tiempo aburridos en casa, haciendo lo mismo. Egan no ganar¨¢ su segundo Tour. Pero ¨¦l, tan desolado, tan derrotado, va m¨¢s all¨¢. ¡°He perdido unos tres a?os de mi vida.Iba a tope esperando un milagro que nunca pas¨®¡±, dice, y el milagro no llegar¨¢.
Dos eslovenos que parecen extraterrestres con la boca cerrada y una decena de los mejores ciclistas del mundo, profesionales bien preparados, toda su vida trabajando para momentos como este, condenados al papel de resistentes. Su orgullo en el olvido, su autoestima Landa la mantiene en su maillot papaya abierto en el calor, mientras pena hasta que no puede m¨¢s; Enric Mas y Valverde se autoestimulan pensando que peor estaban hace una semana, que m¨¢s lejos de Eslovenia estaban los Pirineos. Guillaume Martin hace la goma. Solo mantienen cierta gana de bullicio, incre¨ªblemente, los anglosajones, el australiano Porte, peque?o bulldog, y el ingl¨¦s Adam Yates, reclutado ya para el Ineos 21, y que en el momento de la desesperaci¨®n del l¨ªder del Ineos 20, Egan, salta alegre para atacar. Y Superman parece, tanto tiempo despu¨¦s en su elemento, mientras Rigo se maneja por pura experiencia, instinto.
Los mejores sufren y Van Aert silba.
Nairo, tantas veces ca¨ªdo que su equipo puede quedarse sin vendas, tambi¨¦n abre la boca. Los dos mejores escaladores del mundo se organizan en un tren doliente, mucho m¨¢s lento, Nairo se compadece de Egan, y le da una palmada, Egan, campe¨®n del Tour oculta su mirada triste, ca¨ªda, bajo unas grandes gafas oscuras, y su corte de pelo a taz¨®n b¨¢rbaro despierta m¨¢s ternura que ganas de burla. Se burlan los que siguen acelerando y convierten a los equipos de los campeones en compa?eros de compasi¨®n. Castro y Kwiatkowski confortan a Egan y organizan su cortejo, que avanza m¨¢s lento que el que Warren Barguil ha montado para Nairo, tan inexpresivo en el dolor como en el gozo sobre la bicicleta, tan inm¨®vil su silueta que pedalea.
El disfraz exterminador se lo pasan de mano en mano, se lo intercambian, las bananas del Jumbo. Nueve kil¨®metros despu¨¦s de Culoz, la mitad de la subida en sus piernas demoledoras, Van Aert levanta el pie; le sigue Bennett (George, el escalador neozeland¨¦s, no Sam, el sprinter irland¨¦s, aunque ya nada causar¨ªa impresi¨®n) y a este Dumoulin. Y a Roglic a¨²n le queda Kuss, el m¨¢s fiel de sus escaladores el chico de Durango, al que reserva para el sprint en el muro final.
? ?? @TamauPogi wins the stage!
— Tour de France? (@LeTour) September 13, 2020
??? @TamauPogi s¡¯impose au Grand Colombier !#TDF2020 #TDFunited pic.twitter.com/CWzjI7px1x
Pogacar no tiene equipo ni que le conforte ni que le acompa?e para atacar. No lo necesita, una cuerda imaginaria lo liga al tobillo de Roglic como la f¨ªsica que liga a los terneritos Salers con sus vacas madre.
Las vacas Salers, las reinas de los pastos vertiginosos del Cantal, los m¨¢s hermosos de Francia, solo dan leche si antes de que las orde?e su pastor mama uno de sus terneritos, y el pastor solo exprime tres ubres y deja la cuarta para la ternera, a la que ata a la pata de la madre para facilitar la ¨¢rea, y as¨ª, Pogacar, de blanco como la leche, se aprovecha de Roglic, de su producci¨®n se alimenta, y Roglic tiene que multiplicarse en el sprint, que disputa nervioso, y por primera vez se le ve desplazado, ajeno a la mec¨¢nica angelical de sus bananas.
Ha atacado Porte, oportunista sin miedo, y Roglic se va a por ¨¦l, y tambi¨¦n Pogacar y tras ¨¦l Kuss, el amigo de Roglic, que quiere reconstruir el mecanismo (¡°somos un rodillo compresor¡±, se enorgullece Roglic, tan terrible con las met¨¢foras como con los rivales) y lanzar al jefe a la victoria. Quedan 600 metros. El ternerito Pogacar (y le llaman Pogi en casa) encuentra en Porte mejor ubre, mejor lanzador que Roglic en Kuss, y gana.
Los terrestres llegan poco a poco y besan el suelo por donde pisan porque han perdido mucho menos de lo que llegaron a temer: Porte, 5s; Superman, 8s; Mas y Landa, 15s; Valverde, 24. Solo Nairo (a 3m50s) y Egan (a 7m 20s) tienen razones para alimentar su desesperaci¨®n, y tras el d¨ªa de descanso llegan, para rematar, los Alpes m¨¢s altos.
LeMond 91; Indurain 96
Los amigos eslovenos se besan (literariamente: ni se tocan en tiempos de mascarilla y distancia) y se piropean y se desaf¨ªan. Pogacar dice que con Roglic, tan majo, se puede hablar de todo y re¨ªrse mucho, y que cuando se entrenan juntos Roglic le machaca, pero que piensa que puede ganar el Tour y a por ¨¦l va a ir; y Roglic, que monosilabea y solo se lanza a tres palabras seguidas cuando se siente feliz, dice que Pogacar tiene buenas piernas, pero que con los 40s de ventaja que le saca piensa que le ganar¨¢ el Tour.
Est¨¢ a punto de comenzar solo la tercera d¨¦cada del siglo XXI pero el ambiente del Tour es finisecular, y los viejos escarban en su cerebelo para recordar otras ocasiones en las que el ganador saliente y m¨¢ximo candidato a la victoria tuviera un hundimiento similar a los 7m 20s que cedi¨® Egan en los ¨²ltimos 13 kil¨®metros del Grand Colombier. Saltan disparadas dos fechas, dos circunstancias que podr¨ªan ser similares, ambas acaecidas en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XX. Una es, evidentemente, el hundimiento de LeMond en el Tourmalet cuando Indurain atac¨® camino de Val Louron para ganar su primer Tour. El norteamericano, que empez¨® el d¨ªa segundo en la general, perdi¨® casi lo que Egan, 7m 18s, ante Indurain, que instaur¨® una nueva ¨¦poca con ciclistas m¨¢s j¨®venes, con Bugno y Chiappucci, en lugar de los acabados LeMond, Fignon y Delgado, que tambi¨¦n rindieron sus armas. La segunda fecha, menos ajustada, fue la de la ascensi¨®n a Les Arcs en el Tour del 96, la p¨¢jara de Indurain no propiciada por el ritmo infernal de ning¨²n rival, en la que perdi¨® 4m 19s y abri¨® la puerta para su final y para la llegada de Riis y Ullrich.
Contador nunca volvi¨® al Tour como gran favorito despu¨¦s del Tour de 2010, y aun as¨ª, nunca sufri¨® desfallecimientos similares, ni tampoco Nibali (quien qued¨® cuarto del Tour de 2015 despu¨¦s de ganar el Giro) ni Cadel Evans, quien en 2012 ya estaba muy viejo para frenar el ascenso del Sky con Wiggins, en el Tour en el que comenz¨® una era que quiz¨¢s vio su final en el Jura, donde Egan no pudo m¨¢s.
[Consulte aqu¨ª la informaci¨®n de todas las etapas del Tour de Francia]
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