Todo el poder para Pogacar
El debutante esloveno de 21 a?os revoluciona el Tour machacando milagrosamente al favorito Roglic en la contrarreloj y se convierte en el segundo ganador m¨¢s joven de la historia
Luz de donde el sol la toma, le dec¨ªa el Tenorio a su In¨¦s, como In¨¦s es la hero¨ªna de la Planche, la belle fille, la gran belleza, que enloqueci¨® al invasor sueco, e In¨¦s, la luz, prefiri¨® arrojarse a un lago desde la monta?a antes que entregarse al invasor, y en esa misma monta?a, asfaltada, convertida en un tobog¨¢n de gloria y tragedia, siempre, la guerra, un chaval¨ªn con acn¨¦ y mirada siempre viva se lanza a por esa luz, que tiene forma de maillot amarillo, que tiene el emblema del Tour de Francia, y lo viste, y se transforma. Sube al podio Tadej Pogacar, Tamau Pogi (peque?o Pogi para la f...
Luz de donde el sol la toma, le dec¨ªa el Tenorio a su In¨¦s, como In¨¦s es la hero¨ªna de la Planche, la belle fille, la gran belleza, que enloqueci¨® al invasor sueco, e In¨¦s, la luz, prefiri¨® arrojarse a un lago desde la monta?a antes que entregarse al invasor, y en esa misma monta?a, asfaltada, convertida en un tobog¨¢n de gloria y tragedia, siempre, la guerra, un chaval¨ªn con acn¨¦ y mirada siempre viva se lanza a por esa luz, que tiene forma de maillot amarillo, que tiene el emblema del Tour de Francia, y lo viste, y se transforma. Sube al podio Tadej Pogacar, Tamau Pogi (peque?o Pogi para la familia), como subi¨® Eddy Merckx en el 69, y al mismo tiempo el hombre llegaba a la Luna, y los prodigios, la humanidad optimista, los consideraba normales, no hay l¨ªmites para el ser humano, cre¨ªa, y como Merckx, otro debutante en el Tour, se pone no solo el maillot amarillo, sino el blanco de joven, los lunares de la monta?a, y no se pone el verde porque ese, el de los sprints, ya habr¨ªa sido abusar. En Par¨ªs se convertir¨¢ con 22 a?os menos un d¨ªa (los cumple el lunes) en el segundo ganador m¨¢s joven de la historia tras Henri Cornet en 1904.
Pero, lo ¨²nico que importa, tiene la luz que todos desear¨ªan, y hasta matar¨ªan por poseer aun un segundo. Merckx la monopoliz¨® cinco a?os, como tambi¨¦n hab¨ªan hecho antes los otros grandes que terminaron su primer Tour de amarillo, Anquetil e Hinault. Gimondi solo lo gan¨® un a?o. Al ¨²ltimo debutante que lo consigui¨®, Laurent Fignon, le dur¨® dos, y en el tercero, el que le ha hecho ser m¨¢s recordado que sus dos victorias, lo perdi¨® como lo perdi¨® Roglic, en una ¨²ltima contrarreloj, 1989, en la que se qued¨® a 8s de Lemond.
Y antes de ascender al escenario de su coronaci¨®n absoluta, a Pogacar le felicita Roglic, que lo ten¨ªa todo, que ya contaba los metros, los minutos, la nada que le faltaba, y al llegar al -267 metros de una contrarreloj asesina, una carretera vertical de asfalto reciente y una algarab¨ªa de gente alrededor tan sorprendida como ¨¦l por la pel¨ªcula que desfila ante su mirada, ante su bicicleta negra, se queda sin aliento, acabado, la mirada desnuda, el casco torcido como el del soldado desarmado, rendido, sin gafas, sin los atributos de la perfecci¨®n maquinal que hab¨ªa convertido en su fortaleza, y la perfecci¨®n la completa su compa?ero Tony Martin clav¨¢ndole al mil¨ªmetro su dorsal, el n¨²mero 11 que quiz¨¢s ya habr¨¢ empezado a odiar. Y su cara de mejillas hundidas, p¨¢lida de sudor fr¨ªo, sus ojos tristes, su mirada desenfocada, el rostro de la derrota m¨¢s dura de tragar porque ni ¨¦l pod¨ªa esperarla. La mirada del miedo. Solo la derrota le hace humano.
Termina la contrarreloj, el desastre de su vida, a 1m 56s del compatriota que ha tenido todo el Tour atado a su tobillo, como un ternerito que se aprovechaba de su leche, tan abundante que parec¨ªa inagotable, por algo era el gran favorito y ni una mosca en el rabo de una vaca se mov¨ªa sin su permiso, y todos se resignaban a seguir su rueda, tan r¨¢pida. Transcurridos 19 d¨ªas, m¨¢s de 3.600 km pedaleados, solo 36,2 kil¨®metros y un muro de casi seis, se interponen. Y tiene 57s de ventaja, y nadie duda, ni Pogacar siquiera, el hombre solo contra la m¨¢quina, contra el sistema, contra una estrategia pensada al mil¨ªmetro, de que ser¨¢n suficientes, y todo ocurre no lejos de Ronchamp, donde Le Corbusier, que no es Dios pero lo parece, hizo su gran milagro de belleza, una iglesia humilde y desbordante, y en Ronchamp la prensa de medio mundo busca c¨®mo contar el otro milagro, el de un ciclista perfecto que monta sobre la bici, cuando levanta el culo para escalar, y parece que se asoma al trampol¨ªn de 120 metros de saltos de esqu¨ª, tan aerodin¨¢mico es hasta cuando trepa, y despu¨¦s de la derrota, no hay quien no piense en el ni?o que fue de 17 a?os y en el accidente tremendo que sufri¨® saltando y que le hizo pensar en la bici y dejar el vuelo.
Roglic cruz¨® la l¨ªnea de la Planche 116 segundos m¨¢s lento en la ascensi¨®n que Pogi, casi doblada la ventaja que consigui¨® pacientemente, como la ara?a tejiendo, sin prisa, todo el Tour. Toda su trama se deshace en nada, en los primeros 15 kil¨®metros, cuando Pogacar sale a muerte, como salen los que saben que van a perder y solo quieren asustar al favorito, y le saca 13 segundos, y Roglic comprueba que no es un farol cuando en kil¨®metro 30 la desventaja se ha multiplicado casi por tres, 36s, y todos saben lo que es crecimiento exponencial, y Roglic lo teme y lo sufre, y despu¨¦s de cambiar de bici, para la subida dura final, ya no es Roglic el seguro campe¨®n al que no se le mueve ni un pelo en lo m¨¢s duro de los enfrentamientos, sino el mismo ciclista nervioso, descompuesto, sin estilo sobre la bici, incapaz de articular una respuesta, y en un visto y no visto, ya est¨¢ hundido. Y Pogacar vuela, y bate todos los r¨¦cords, gana con 55m 55s, los cuatro cincos que simbolizan la perfecci¨®n de su contrarreloj: a m¨¢s de 50 de media en los primeros 15 kil¨®metros, a 45,7 antes de llegar a la subida, los 5,9 kil¨®metros que se traga en 16m 11s, lo nunca visto para un Tour nunca visto.
A Pogi, no; a Pogi la victoria por 59s en la general no le hace parecer otra cosa que lo que es, un ni?o feliz tan poco acostumbrado a transmitir sus emociones que cuando se le exige dice que le dejen que le va a ¡°explotar la cabeza¡±, y la gente se r¨ªe, porque lo ha dicho uno que acaba de hacer explotar el Tour creando la mayor sorpresa, el vuelco m¨¢s inesperado de los ¨²ltimos casi 50 a?os. ¡°Y todav¨ªa¡±, a?ade Pogi, ¡°no lo he ganado, falta llegar a Par¨ªs, y, de todas formas, mi sue?o no era ganarlo sino correrlo, pero al final, claro, tambi¨¦n so?¨¦ con que se podr¨ªa producir una historia as¨ª, y ven¨ªa preparado para ella, y me conoc¨ªa hasta el ¨²ltimo cent¨ªmetro del recorrido¡±.
Y ascendiendo no oye nada de los que le gritan por la radio, los gritos del p¨²blico enloquecido, que sabe mejor que el protagonista c¨®mo terminar¨¢ la pel¨ªcula, se lo impiden, y no las necesita para sentirse sin cadena, para hacer que todo ocurra seg¨²n su voluntad, como en los sprints salvajes de Laruns o el Grand Colombier en los que con tanto br¨ªo pudo con su amigo Roglic, de 30 a?os, y, no, recuerda, no es su hermano mayor, solo un amigo y un rival.
Este lunes, 21 de septiembre, Tamau Pogi cumplir¨¢ 22 a?os. Un d¨ªa antes, este domingo, subir¨¢ al podio de los Campos El¨ªseos no solo como ganador del Tour m¨¢s joven desde 1904, sino como el autor de una haza?a que recordar¨¢ el ciclismo siempre, y perseguir¨¢ a Roglic hasta el fin de sus d¨ªas.
[Consulte aqu¨ª las clasificaciones del Tour]
Landa y Mas se empotran entre los cinco primeros
El pr¨®logo y el ep¨ªlogo, en todas las narraciones, son una t¨¦cnica injusta, un modelo est¨²pido de desfile de modelos que roba el presente a los protagonistas, tambi¨¦n a los ciclistas del Tour, a la mayor¨ªa, a quienes el primer d¨ªa se les consigna un cometido, se decide lo que van a ser, y el ¨²ltimo que resume todo se les reprocha no haberlo alcanzado, se les castiga por no serlo, a los que no est¨¢n se les olvida y a los ca¨ªdos se les llora, conmiser¨¢ndolos, lo que tampoco admiten, pues su orgullo solo exige admiraci¨®n. Se les dice lo que van a ser, se les castiga por no serlo.
Nairo tiene que recordar en un v¨ªdeo todas las heridas con las que aguanta y su orgullo de raza, de representante del esp¨ªritu muisca y de Colombia; Pinot admite que termina porque peor habr¨ªa sido ver pasar por delante de su casa la crono de la Planche.
El ep¨ªlogo no es la tragedia de Roglic, la gloria de Pogacar, el joven conquistador despreocupado, a casi 22 de media por la imposible Planche, sino el desfile por el que Superman L¨®pez, doblado y hundido el colombiano, el ¨²nico que hizo creer a todos que la revoluci¨®n contra Roglic habr¨ªa sido posible en la monta?a, cede su puesto del podio al cori¨¢ceo australiano Richie Porte, y no solo eso, compite tan espantosamente (termina el 45?, a 6m 17s de Pogacar) que tambi¨¦n le adelantan, casi de la manita, Mas y Landa, quinto y cuarto, y casi felices.
El ciclismo espa?ol en el Tour han sido los pasos, poco a poco, de Mas, ha sido Landa rozando sus l¨ªmites y Marc Soler busc¨¢ndose, y el esp¨ªritu de Innsbruck, la f¨®rmula con la que el seleccionador nacional, Pascual Momparler, describe el ambiente de la selecci¨®n espa?ola cuando Valverde gan¨® el Mundial, y el esp¨ªritu de Innsbruck no es Valverde, a quien, a los 40 a?os, se le atragant¨® la contrarreloj y no solo no pudo defender el d¨¦cimo puesto de Caruso, sino que tambi¨¦n le adelant¨® Guillaume Martin y acab¨® 12?, ni Poulidor, el ¨²nico de 40 en el top ten, ni Agostinho, 11? a los 40.
El esp¨ªritu de Innsbruck es el tremendo nivel de los s¨®lidos y veteranos ciclistas que han trabajado para l¨ªderes de varios equipos, son Gorka Izagirre, Omar Fraile y Luis Le¨®n en el Astana con Superman; es Pello Bilbao con Landa; es Herrada con Guillaume; son Verona e Imanol con Mas; es tambi¨¦n David de la Cruz con Pogacar, justamente, a quien acelera tremendo en el col de La Loze y a quien, cuando el jovencito esloveno calienta en el rodillo tranquilo antes de la contrarreloj de su vida, aconseja algunos trucos, algunos detalles de una crono que ¨¦l ha disputado magn¨ªficamente, y la ha terminado octavo, y primer espa?ol, adem¨¢s. Y, claro, el ep¨ªlogo es tambi¨¦n Pogi, el can¨ªbal, levant¨¢ndole los lunares de la monta?a a Carapaz, el combativo.