Nakamura somete a Carlsen con autoridad
El estadounidense gana (2,5-1,5) la 1? manga de las siete previstas tras controlar las cuatro partidas
Hikaru Nakamura ha encontrado la piedra filosofal para ganar al casi invencible Magnus Carlsen. Y lo ha hecho con m¨¢s claridad de lo que indica el marcador (2,5-1,5), porque estuvo muy cerca de resolver el duelo en solo tres partidas. El estadounidense aventaja al noruego tras la primera manga (se juega al mejor de siete) de la Gran Final del circuito de torneos r¨¢pidos por internet (Chess24) que lleva el nombre del campe¨®n del mundo. La segunda se disputa este s¨¢bado.
¡°S¨ª, he estado al menos dos veces a punto de ganar la tercera partida. Luego mis emociones han cambiado como una monta?a rusa, porque incluso he estado cerca de perderla, y al final ha sido tablas. Pero, claro, mi moral estaba muy alta desde que gan¨¦ la segunda¡±, explic¨® el americano unos minutos despu¨¦s del triunfo.
La estrategia de Nakamura para este duelo es una mezcla del an¨¢lisis que ¨¦l mismo manifest¨® tres d¨ªas antes ¨C¡°Yo soy muy bueno en la defensa y en otras facetas, pero Carlsen es un poco mejor que yo en todas ellas¡±- y el ya famoso consejo de Anatoli K¨¢rpov -¡°Las probabilidades de ganar a Carlsen son mayores si le llevas a posiciones muy complicadas¡±- que adem¨¢s encajan bien con el estilo de Nakamura. Este se marc¨® un objetivo adicional: jugar m¨¢s r¨¢pido que el campe¨®n para provocarle apuros de tiempo en posiciones complejas. Y ese planteamiento le sali¨® muy bien.
Durante sus primeros a?os en la ¨¦lite, uno de los rasgos de Carlsen era, a la vez, una virtud y un defecto: se sal¨ªa muy pronto -a veces, en las primeros cinco movimientos- de la teor¨ªa m¨¢s trillada, lo que hac¨ªa consumir mucho tiempo a sus rivales, porque no pod¨ªan jugar de memoria hasta el 15 o el 20; pero tal actitud le privaba de la importante arma de causar grandes problemas desde la apertura con venenosas preparaciones de laboratorio. Eso ha cambiado mucho, y la partida inicial de hoy es un buen ejemplo: una novedad de Carlsen con negras en su decimocuarto lance le permiti¨® igualar sin problemas. Lo que sigui¨® fue una interesante y larga lucha t¨¦cnica, que termin¨® en tablas.
El segundo asalto fue muy intenso. Nakamura sorprendi¨® al campe¨®n con una variante de riesgo, muy dif¨ªcil de jugar bien para ambos bandos, que no hab¨ªa empleado nunca, pero est¨¢ por ver si su conocimiento de ella era suficiente. El caso es que fue el noruego quien introdujo una novedad en el octavo lance, y logr¨® una peque?a ventaja. Luego la agrand¨®, pero al importante precio de apurarse de tiempo, lo que facilit¨® que el estadounidense remontara hasta igualar. Y entonces pas¨® lo inesperado: al parecer, Carlsen no se encontraba a gusto, y se dej¨® un pe¨®n en un final que apuntaba claramente hacia las tablas. Nakamura aprovech¨® el error con gran eficacia para adelantarse en el marcador.
El americano ten¨ªa una gran oportunidad de llevarse la primera manga de la Superfinal. Con blancas en el tercer asalto, repiti¨® lo ocurrido en el primero hasta que se desvi¨® en el movimiento 14, y logr¨® una presi¨®n tremenda, poniendo al noruego al borde del abismo y con cinco minutos de ventaja para Nakamura. Sin embargo, parece que la perspectiva de tumbar al campe¨®n en solo tres asaltos ofusc¨® su vista y su mente, porque solo as¨ª se explica que regalase un pe¨®n gratis. Eso dio lugar a una posici¨®n mucho m¨¢s compleja, donde todo pod¨ªa pasar.
La lucha se convirti¨® en un l¨ªo tremendo, con imprecisiones de ambos y apuros de tiempo mutuos. Pero seguro que Carlsen lo ve¨ªa como un gran alivio, comparado con la situaci¨®n anterior, y por eso fue capaz de no cometer m¨¢s errores, quedar incluso algo mejor y asegurar el empate que a¨²n le daba esperanzas.
Obligado a ganar el cuarto asalto, Carlsen no logr¨® ventaja alguna con blancas, y tras solo diez jugadas ya estaba tres minutos por detr¨¢s. Su gran apuesta era lograr un control absoluto de las casillas negras en una posici¨®n de alfiles de distinto color (el de Nakamura corr¨ªa por los escaques blancos).
Pero ten¨ªa ya siete minutos menos (cinco frente a doce) y, obviamente, su rival hizo todo lo posible para frustrar ese plan. Sin embargo, Carlsen mostr¨® una ilimitada confianza en su instinto -basada, por supuesto, en una comprensi¨®n del ajedrez que muy pocos han logrado en la historia-, que le llev¨® a un final muy favorable de dama y alfil por bando, pero con muchos recursos de tablas para su adversario, por los alfiles de distinto color. Su criterio era correcto desde el punto de vista cient¨ªfico, y es posible que con un juego perfecto hubiera ganado, pero no con menos de un minuto en el reloj cuando la precisi¨®n era un factor esencial. Nakamura aprovech¨® bien las peque?as imprecisiones del escandinavo y arranc¨® un empate victorioso, que pone la gran final en gran tensi¨®n nada m¨¢s empezar.
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