Klopp y el c¨®modo disparo a la reputaci¨®n
El mismo entrenador que recib¨ªa premios y elogios encendidos a finales de 2020 se enfrenta a una espiral de cr¨ªticas a principios de 2021
Las buenas reputaciones en el f¨²tbol duran lo que los buenos resultados duren, certeza a la que no escapa nadie, ni J¨¹rgen Klopp. Hace un mes, la FIFA le proclam¨® mejor entrenador del mundo. Ganador de dos ediciones de la Bundesliga con el Borussia Dortmund y campe¨®n de Europa en 2019 con el Liverpool, Klopp hab¨ªa dirigido a los reds del Mersey a una victoria aplastante en la Premier League despu¨¦s de 30 a?os infructuosos.
Esta clase de premios dicen poco o nada sobre la verdadera magnitud de un entrenador, pero tienen una fenomenal trascendencia medi¨¢tica. Prestigian lo que conv...
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Las buenas reputaciones en el f¨²tbol duran lo que los buenos resultados duren, certeza a la que no escapa nadie, ni J¨¹rgen Klopp. Hace un mes, la FIFA le proclam¨® mejor entrenador del mundo. Ganador de dos ediciones de la Bundesliga con el Borussia Dortmund y campe¨®n de Europa en 2019 con el Liverpool, Klopp hab¨ªa dirigido a los reds del Mersey a una victoria aplastante en la Premier League despu¨¦s de 30 a?os infructuosos.
Esta clase de premios dicen poco o nada sobre la verdadera magnitud de un entrenador, pero tienen una fenomenal trascendencia medi¨¢tica. Prestigian lo que conviene en el momento conveniente. No es otro valor que el del ¨¦xito. Del olvido inmediato, las cr¨ªticas y los reproches se encargan las derrotas, sin atender a cualquier otra circunstancia. Ni la trayectoria te sostiene. El mismo Klopp que recib¨ªa premios y elogios encendidos a finales de 2020 se enfrenta a una espiral de cr¨ªticas a principios de 2021.
Tres derrotas sucesivas en Anfield, donde no hab¨ªa perdido en los 68 partidos anteriores de liga, han devuelto a Klopp al familiar territorio de la sospecha medi¨¢tica, escenario del que no se escapa nadie. Pep Guardiola, ganador de dos ligas inglesas, tres alemanas y tres espa?olas, en algunos casos con r¨¦cords hist¨®ricos, atraviesa por un proceso similar cada vez que sus equipos no ganan, o no consigue lo que el periodismo considera que es obligatorio ganar.
Klopp, como Guardiola y muchos otros, es un gran entrenador por varias razones. En primer lugar, porque sus equipos dejan una profunda huella en el f¨²tbol, aroma diferencial que excede el ¨¦xito moment¨¢neo. El caso de Gianpiero Gasperini, veterano t¨¦cnico del Atalanta, es revelador. Ha elevado a su equipo a la categor¨ªa referencial. Es cierto que el Atalanta ha alcanzado con Gasperini cotas desconocidas en la liga italiana y en la Copa de Europa, pero su principal m¨¦rito reside en el modo de conseguirlo, con un f¨²tbol ofensivo, vibrante, nada recomendable por la ortodoxia que predica recetas radicalmente contrarias a los clubes de econom¨ªa limitada.
Algo similar ocurri¨® cuando Klopp lleg¨® al Borussia Dortmund en 2007. El club, un grande hist¨®rico del f¨²tbol alem¨¢n, atravesaba momentos de penuria en una liga que el Bayern perd¨ªa de ciento en viento. El Borussia gan¨® el campeonato en dos ocasiones (2011 y 2012) y perdi¨® la final de la Liga de Campeones con el Bayern en 2012. Klopp abandon¨® el cargo en 2015, con su equipo clasificado en la s¨¦ptima posici¨®n. Atr¨¢s hab¨ªa dejado una ¨¦poca inolvidable, caracterizada por un estilo que ¨¦l mismo defini¨® como heavy rock.
Si los equipos de Guardiola sonaban como los Beatles, los de Klopp recordaban a Led Zeppelin. De alguna manera, Klopp surgi¨® como el entrenador necesario para competir lealmente con los equipos de Pep, primero en Alemania y luego en Inglaterra. Ha sido una rivalidad a golpe de buen f¨²tbol que ha tenido un efecto saludable y renovador. Si el juego de ahora difiere tanto del habitual hace 15 a?os, se debe en buena parte a ellos. No son los ¨²nicos ¡ªhay excitantes bielsas y gasperinis por ah¨ª¡ª, pero los dos resultan imprescindibles para entender el nuevo panorama, donde el mensaje expansivo se ha impuesto al cauteloso.
Klopp predica lo mismo en este Liverpool sufriente que en el anterior, el del ¨¦xito y el elogio. Ni ¨¦l, ni Guardiola, ni nadie, puede garantizar el ¨¦xito constante. La ¨²nica garant¨ªa es que la derrota llegar¨¢ al doblar cualquier esquina. Cuando esa certeza se produce, conviene olvidarse de las excusas ¡ªproblema que Klopp no est¨¢ resolviendo¡ª y admitir lo misterioso del f¨²tbol. Del oportunismo, el descr¨¦dito y la desmemoria ya se encarga el inclemente entorno que lo rodea.