¡°Yo quer¨ªa ganar a toda costa y me pas¨¦¡±
Cristina Mayo, la exitosa mujer que profesionaliz¨® el balonmano femenino y batall¨® en un mundo de hombres, revive su carrera
¡°Yo he sido tremenda¡±, desliza. Lo dice con voz queda. No es un lamento. Ni una excusa. Cristina Mayo (Alcal¨¢ de Henares, Madrid; 68 a?os) se define casi sin quererlo, con sus an¨¦cdotas y sus gestos. Es la gran dama tras la profesionalizaci¨®n del balonmano femenino espa?ol. La ide¨®loga que lo gan¨® todo. Sensible, ambiciosa, exigente. Dura. No alcanza con su hoja de servicios, que incluye 24 t¨ªtulos de Liga y 20 copas de la Reina, para describir a la entrenadora que alz¨® la primera (y ¨²nica) Copa de Europa con el Osito L¡¯Eliana en 1997. Ning¨²n club femenino ha repetido tal haza?a.
Antes de eso fue jugadora, internacional con Espa?a a principios de los a?os setenta, cuando el equipo nacional no se hab¨ªa clasificado nunca ni para unos Juegos Ol¨ªmpicos, ni para la fase final de ning¨²n campeonato del Mundo o de Europa. Asegura que nunca se le pas¨® por la cabeza entrenar, pero se vio con menos de 30 a?os dirigiendo al equipo con el que har¨ªa historia.
Mayo, que fue una ni?a feliz y estudiosa que a principios de los sesenta pasaba el tiempo con su pandilla, sus patines, su bicicleta, y su bal¨®n ¨C¡°Jug¨¢bamos al f¨²tbol, sobre todo. Y con un carrito que hac¨ªa las veces de pat¨ªn para bajar las cuestas¡±¨C, fue, primero, jugadora de baloncesto. ¡°Era buena y me fui al INEF de Madrid a hacer Educaci¨®n F¨ªsica¡±. All¨ª tuvo como profesores a Domingo B¨¢rcenas y Juan de Dios Rom¨¢n, los padres del balonmano espa?ol. Los culpables de que la joven estudiante acabara jugando en el Atl¨¦tico de Madrid. ¡°Me encant¨®. Hab¨ªa muy buen ambiente. Me cambi¨¦ de deporte. Y a los dos a?os fui internacional¡±, relata. Las licencias de balonmano empezaron a crecer en Espa?a en aquellos a?os setenta hasta alcanzar su pico en 1984, cuando se federaron 272.185 espa?olas y espa?oles, seg¨²n datos del Consejo Superior de Deportes.
¡°?ramos tan felices jugando a balonmano, en los viajes¡, ?que te ten¨ªas que llevar t¨² el bocata que te hac¨ªa tu madre o tu abuela, como me pasaba a m¨ª? Pues te lo llevabas. Era todo muy l¨²dico¡±. Nunca fue una jugadora excepcional, pero s¨ª ¡°muy f¨ªsica, muy fuerte, muy apasionada, entusiasmada, valiente¡±. Las mismas cualidades que la llevaron a asumir el liderazgo tambi¨¦n desde el banquillo, labor que ejerci¨® siempre en Valencia, donde lleg¨® poco despu¨¦s. Era profesora en un colegio en Madrid, pero no le permit¨ªan viajar; el cambio le dio la posibilidad de jugar con la selecci¨®n. ¡°Al cabo de un a?o, el entrenador que ten¨ªamos lo dej¨®. Ten¨ªa algunos mimbres, se conoce, para ser entrenadora. Aunque yo siempre he dicho que estaba entre bambalinas y me sent¨ª como empujada al escenario. Pero el equipo lo necesitaba¡±. Era 1978 y Mayo ten¨ªa 26 a?os. Durante dos temporadas fue jugadora y entrenadora.
Fue una entre un mill¨®n. Entonces, dice, no le dio importancia a eso de ser la ¨²nica entrenadora en el deporte de ¨¦lite espa?ol. ¡°Luego, cuando fui tomando m¨¢s consciencia de lo que era ser mujer en este mundo de hombres, s¨ª que me di cuenta de que no hab¨ªa ¨¢rbitras, no hab¨ªa entrenadoras, no hab¨ªa directivas, en las federaciones todos eran hombres¡ Y me empec¨¦ a dar cuenta, pasados los a?os, de que las mujeres ¨¦ramos diferentes¡±. Intelectual, como su padre, Roberto, un militar por circunstancias y liberal de derechas, Mayo hered¨® todo el car¨¢cter de su madre, Ana, de quien, dice, le viene el gen vasco. ¡°Como para mi madre no hab¨ªa imposibles, porque ella todo lo consegu¨ªa, pues para m¨ª tampoco¡±.
Nunca tuvo miedo de ir al choque en la cancha, tampoco desde el banquillo o los despachos. ¡°Yo no ten¨ªa la misma manera de ver las cosas. Y tuve bastantes problemas con mis compa?eros. A los hombres les gusta mucho trabajar con hombres. Pero a m¨ª me afect¨® poco. No tengo mucho m¨¦rito. Luch¨¦, me enfrent¨¦, pero lo hice de una manera espont¨¢nea, me sal¨ªa natural. Ahora veo que aquella manera de ser m¨ªa, me salv¨® de mucho conflicto. Hay veces en que hagas lo que hagas en este mundo masculino est¨¢ todo mal hecho. Pero como tuve esa manera de ser que me apasion¨¦ cuando tocaba y me retir¨¦ cuando vi que no ten¨ªa sitio en otros espacios, lo viv¨ª, pero no lo sufr¨ª¡±.
Cuesta imagin¨¢rsela en un momento de debilidad. A pesar de mostrarse ¨Dy explicarse: busca en cada momento la palabra id¨®nea¨D como un libro abierto. Cuenta Mayo que cuando la exseleccionadora del equipo nacional de sincronizada, Ana Tarr¨¦s, fue juzgada p¨²blicamente por el trato que daba a sus deportistas ¨Dllev¨® a juicio a la Federaci¨®n de Nataci¨®n y gan¨®, su despido fue improcedente¨D, muchos la compararon con la catalana. ¡°El alto rendimiento es as¨ª. Yo no s¨¦ lo que hac¨ªa Ana Tarr¨¦s en el vestuario, pero desde luego yo en el vestuario he cogido a una jugadora de la camiseta. Y le he dicho: ¡®Aqu¨ª se hace lo que yo digo¡¯. Pero luego nos hemos abrazado¡±.
Asume, sin embargo, con el paso del tiempo, que ech¨® muchas broncas. ¡°Demasiadas. Yo soy una persona buena, sana, yo las quise, me mat¨¦ por ellas, quer¨ªa a toda costa ser importantes en el mundo, ser importantes en Europa, quer¨ªa ganar t¨ªtulos. Quer¨ªa y, en ese entusiasmo, me pas¨¦. Y posiblemente no hubiera hecho falta tanto para conseguir lo mismo, pero yo no lo supe hacer mejor¡±.
Si quer¨ªamos pasar de los octavos de final de la Copa de Europa, si quer¨ªamos jugar finales y semifinales, si quer¨ªamos realmente dar espect¨¢culo, hab¨ªa que profesionalizarMayo celebra con la jugadora Cristina G¨®mez la victoria en la final de la Copa de Europa de 1997 ante el Viborg dan¨¦s.
Fueron las maneras que eligi¨® cuando, al empezar a entrenar en Valencia, lo hizo en un contexto de amateurismo total que exig¨ªa de m¨¢s dedicaci¨®n y exigencia. ¡°Me di cuenta, porque empezamos a jugar competiciones internacionales, de que jug¨¢bamos otro balonmano al que hab¨ªa que jugar. Y de que las jugadoras no ten¨ªan las capacidades ni los cuerpos formados y trabajados como se deber¨ªa para competir a ese nivel y para conseguir algo. No pod¨ªamos entrenar dos o tres horas a la semana. Si quer¨ªamos pasar de los octavos de final de la Copa de Europa, si quer¨ªamos jugar finales y semifinales, si quer¨ªamos realmente dar espect¨¢culo, hab¨ªa que profesionalizar¡±. Y lo logr¨®. Con el apoyo de la empresa ?ber, principal patrocinadora, y de Ram¨®n Cervera, su director comercial.
¡°No solo cambiaron las horas de entrenamiento o el hecho de que las jugadoras recibieran dinero, sino que cambi¨® su estilo de vida. Eso de fumar, de acostarse tarde o de comer de cualquier manera, de no cuidarse emocionalmente, todo eso se ten¨ªa que acabar. Eso perjudicaba al rendimiento. Lo maravilloso es que las jugadoras lo asumieron con la misma alegr¨ªa que yo asum¨ª llevarme el bocadillo y comprarme las zapatillas¡±. Su dominio en la Liga y la posterior consecuci¨®n de la Copa de Europa marc¨® el camino al resto de clubes. ¡°Nosotras fuimos el embri¨®n¡±, asume.
Un episodio camino de aquella final de la Champions podr¨ªa perfectamente resumir qui¨¦n fue Cristina Mayo y c¨®mo se desvivi¨® por sus jugadoras durante los 30 a?os que pas¨® entrenando en Valencia, donde ha echado ra¨ªces. El Osito se top¨® en la semifinal con el Hypobank, el todopoderoso equipo austriaco, campe¨®n de liga entre 1977 y 2019, 42 temporadas consecutivas. ¡°Cuando jugabas contra ellas ten¨ªas que estar muy preparada para perder. Era un equipo muy vinculado con la Federaci¨®n Europea de balonmano¡±, se arranca. Llegaron a Viena con ventaja de 12 goles. ¡°Nos pitaban dos polacos. No nos dejaban jugar. Me acuerdo perfectamente de ellos. Para atr¨¢s, pasos, ese gol no vale. Cuando perd¨ªamos de 10 me di cuenta de que el partido estaba perdido. Me met¨ª en el campo y les dije a las jugadoras: parad esto, nos vamos a casa. Hay gente que me dice que se me cruzaron los cables, pero yo sab¨ªa lo que me jugaba. Ya ten¨ªa muchos a?os de experiencia en los banquillos y no era una ni?ata a la que le hubiera dado un ataque de rabia¡±.
Se arm¨® la marimorena. Mayo, como la pareja de ¨¢rbitros, fue suspendida durante seis meses. Pero el equipo alcanz¨® la final al perder ¡°solo¡± por nueve goles. ¡°Morir en el matadero, as¨ª con la sonrisa tonta en los labios de no saber qu¨¦ est¨¢ pasando porque te est¨¢n robando el partido, pues no¡±, rememora.
Sigui¨® la final desde la grada, ¡°feliz, en el gallinero¡±. Jugaban contra el Viborg en Herning, en Dinamarca, donde un profesor de educaci¨®n f¨ªsica dan¨¦s se invent¨® el balonmano para que lo jugaran las mujeres en pistas indoor, resguardadas del fr¨ªo. ¡°As¨ª que esa final era suya, claro¡±. O eso llegaron a creer. ¡°Me acuerdo de nuestra portera rusa, maravillosa, Bogdanova, que miraba la Copa, miraba el marcador, y lleg¨® un momento que dijo, esa copa es m¨ªa. No me vuelven a marcar un gol. Y algo pas¨®, desde luego no fui yo, que siempre se creen que los entrenadores tenemos una varita m¨¢gica¡ Aquella mujer empez¨® a pararlo todo. Y al final empatamos el partido, ganamos por la diferencia de siete goles de la ida¡±.
Se r¨ªe cuando resuena en su cabeza la grandilocuencia de la palabra legado. ¡°Muchos me han preguntado por el legado¡±, confiesa con un toque de modestia. ¡°Creo que las jugadoras pensaron ¡®es posible¡¯. A veces solo hace falta cre¨¦rtelo. Tuvimos tambi¨¦n la suerte de tener jugadoras espa?olas fuera de serie y a un par de jugadoras rusas, Svetlana Bogdanova y Natalia Morskova, que fueron estupendas, que se implicaron. Natalia me dec¨ªa: ¡®Solo hay que cre¨¦rselo. No son m¨¢s ellas que vosotras. Solo falta que los ¨¢rbitros se crean que pod¨¦is ganar y que os lo cre¨¢is vosotras. Cuando eso pase vamos a ganarlo todo¡±. Y as¨ª fue. ¡°Nosotras somos tan buenas como las noruegas, las rusas, las danesas¡ No tenemos nada que envidiarles, pero entrenamos menos. Y posiblemente entrenamos peor. Al menos hasta hace unos 10 a?os¡±, resume.
Pese a contar con ofertas, Cristina Mayo no quiso nunca entrenar a equipos masculinos. ¡°Nunca he sido una friki del balonmano, ni una aut¨¦ntica profesional del donde me llamen; pero s¨ª he sido una feminista, una mujer que ha querido impulsar la visibilidad de las mujeres. Por eso nunca me ha interesado¡±.
Claro que, no fue solo entrenadora, tambi¨¦n fue presidenta. Como le ocurri¨® cuando se sent¨® en el banquillo, lleg¨® un momento en el Mar Sagunto en que alguien ten¨ªa que asumir la responsabilidad y sentarse tambi¨¦n en el despacho. ¡°Hemos hablado de toda la grandeza, de todo lo bueno y emocionante, y quiero que el balonmano nuestro sea recordado as¨ª, pero tambi¨¦n hay una cara b de la historia en la que a nadie le import¨® que todo lo que construimos en 25 o 30 a?os, pumba, se desplomara en unos pocos a?os. A nadie le interes¨® que nos fu¨¦ramos cayendo, perdiendo, acab¨¢ndonos, que no tuvi¨¦ramos dinero¡ Y la sociedad mir¨® para otro lado. Eso es imperdonable¡±.
Cree adem¨¢s que la ca¨ªda en desgracia del balonmano femenino valenciano ¨Dequipos como el Mar Sagunto, el Elda Prestigio o el Cementos la Uni¨®n pasaron de ganarlo todo a no tener ni un duro¨D cont¨® con la impasividad y el benepl¨¢cito de algunos. ¡°A las federaciones espa?olas no les interesa que un deporte se haga muy exitoso en su parte femenina porque dicen que el deporte se feminiza, como ocurre con la gimnasia o el voley playa, practicados mayoritariamente por mujeres y cuyos ¨¦xitos vienen de las mujeres. No les gusta. Eso es machismo¡±.
Y as¨ª acaba la charla. Con cierto mal sabor de boca. Y un toque de nostalgia. ¡°Nosotras ¨¦ramos la hostia¡±.
Mayo, el patrocinio y los t¨ªtulos
- La historia del Balonmano Mar Sagunto, que cambi¨® varias veces de nombre y sede, es la de un equipo exitoso que sufri¨® por la falta de patrocinio y acab¨® abocado a la desaparici¨®n por las escasas ayudas econ¨®micas e institucionales. Se disolvi¨® en 2013, pero queda su historia y su palmar¨¦s.
- Se fund¨® por la Secci¨®n Femenina en Valencia en 1963, se convirti¨® en el ?ber Valencia en 1978 y abri¨® un periodo de t¨ªtulos y excelencia bajo el liderazgo de Cristina Mayo en el banquillo. En 1994 se traslad¨® a La Eliana y pas¨® a llamarse Osito L¡¯Eliana, nombre con el que se convertir¨ªa en el primer y ¨²nico equipo de balonmano femenino en Espa?a que levant¨® la Copa de Europa. Fue en 1997. En 2004 se volvi¨® a trasladar, esta vez a Sagunto. Gan¨® la Liga.
- Con Mayo como entrenadora, el Mar Sagunto-Osito L¡¯Eliana consigui¨® 24 ligas de Divisi¨®n de Honor (18 de ellas consecutivas), 20 copas de la Reina, cuatro supercopas de Espa?a, una Copa de Europa y una Supercopa de Europa (1997), adem¨¢s de la Recopa de Europa en el 2000.
- La madrile?a fue, adem¨¢s, jugadora internacional y seleccionadora de Espa?a. La ¨²nica entrenadora mujer en la historia del equipo nacional femenino. Cuando empez¨® a jugar, en los setenta, Espa?a nunca hab¨ªa estado en unos Juegos Ol¨ªmpicos. No se clasific¨® para la fase final hasta Barcelona 92, donde termin¨® s¨¦ptima. Y no regres¨® a unos Juegos hasta Atenas 2004, donde acab¨® sexta. Mayo vio, ya desde la grada y como aficionada, al equipo que liderado por Marta Mangu¨¦ logr¨® el bronce en Londres 2012, un a?o despu¨¦s de terminar tambi¨¦n el Mundial en tercer lugar.
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