“?Marcó hasta el portero!”
El Villarreal sobrellevó su resistencia gracias a un único tiro, una asistencia de Parejo y el gol de Gerard Moreno, antes del dramático final
“Ellos han sido superiores”, dictaminó Marcos Senna, tras contemplar la primera parte en el estadio de Gdansk (Polonia). La autoridad del perito no admitió lugar a dudas. Senna, que fue un hábil operador de las maquinarias que rigen los destinos del juego, sabe que todo partido es el resultado de la interacción de dos fuerzas: el orden y el caos. Durante 45 minutos, el United impuso su orden porque jugó mejor. Al filo del minuto 30 sucedió un accidente: Pogba intentó pasar en largo hacia Bruno Fernandes y la pelota pegó en la espalda de Gerard Moreno, muy astuto al cortar las líneas de suministro.
La pelota pudo rebotar e irse fuera de banda. Pudo acabar en los pies de un jugador del United y desencadenar un contragolpe. Pudo depositarse en el medio de un prado vacío o habilitar a un futbolista cualquiera. Sin embargo, fue a dar directamente a los pies de Manu Trigueros.
Si las divinidades del fútbol lanzaron los dados al aire, la parte inexorable del partido determinó que la suerte iluminara al Villarreal con un peque?o regalo en la sucesión infinita de accidentes. Que la pelota la tuviera Trigueros, apodado El Maestro, siempre es una mala noticia para sus adversarios. En esta ocasión, hizo lo de siempre. Quedarse contemplativo mirando el paisaje, como si la bola junto a su bota no implicara una monta?a de problemas. Plantado en el mediocampo del United, el toledano esperó, miró y, ante el desconcierto general, se la dio a Parejo. Otro brujo que hizo lo mismo. Controlar, esperar y demostrarle al mundo que no le corría ninguna prisa. Para los jugadores del United, que venían administrando la pelota y el territorio, aquello supuso una peque?a conmoción. En un intento por despojar a Parejo del balón, Cavani le hizo falta.
La portería estaba a 40 metros en diagonal. El propio Parejo se ocupó de la ejecución. Sin compa?ía. Sin enga?ar a nadie. El perfil izquierdo suponía una desventaja porque el efecto de su pierna derecha no le permitiría imprimir fuerza al centro, a riesgo de que la pelota acabase en manos de De Gea. Lo que hizo fue una obra maestra del toque: lanzó de forma que el envío describió una trayectoria ascendente, superó a los tallos del United impidiéndoles despejar de cabeza y cayó pesadamente en la parte del área que es tierra de nadie. Como si lo hubieran ensayado, Gerard Moreno acudió al punto exacto de la caída y, en medio de la confusión de Pogba, Lindelof y Bailly, colocó su pie izquierdo y envió el tiro a la red. Fue el único disparo del Vilarreal en 120 minutos de competencia.
El 1-0 puso la final de parte del Villarreal en una escaramuza que Trigueros, Parejo y Moreno —el consejo de los más sabios— supieron aprovechar con la ayuda de la fortuna. Fue un fogonazo en medio de la tiniebla de un partido que el equipo más curtido de Mánchester controló en todos los departamentos menos en el área de Rulli. Ahí se impuso Albiol, director general de una resistencia tenaz que solo se rompió de rebote: después de un córner y un rechace, una combinación aleatoria le dio la pelota a Cavani, que fusiló.
Si el 1-0 tuvo mucho de casual, el 1-1 fue consecuencia de cosas que no se trabajan, ni son mérito de los entrenadores, ni responden al arte de manejar los partidos. Quizá porque lo veía con demasiada claridad, Ole Gunnar Solskjaer, entrenador del United, contempló el gol de Cavani con el gesto torcido. Haciendo un mohín de desaprobación, como si olfatease un aroma desagradable. Su impresión era correcta. El United solo remató dos veces entre los tres palos.
El partido acabó 1-1 después de un bloqueo general. La tanda de penaltis desencadenó otros 21 goles. Tras una noche que parecía condenada a la sequía, todos los jugadores del Villareal y todos los del United menos De Gea, marcaron. “?Marcó hasta el portero!”, dijo Parejo, emocionado después de la faena. “?Vamos a jugar la Champions el a?o que viene!”.
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