Indurain, rey en La Plagne
El navarro sentenci¨® el Tour de 1995 con una exhibici¨®n persiguiendo a Alex Z¨¹lle, escapado y l¨ªder virtual
Despu¨¦s de una jornada asfixiante, granizaba en la cima de La Plagne cuando Jos¨¦ Miguel Echavarri atend¨ªa a los periodistas, con ese punto cr¨ªptico y a la vez did¨¢ctico del navarro nacido en Abarzuza, que durante tantos a?os hab¨ªa modelado a su gran creaci¨®n, Miguel Indurain, que llevaba ya cuatro ¨¦xitos consecutivos en el Tour y comenzaba aquella tarde de 1995 a sentenciar el quinto. ¡°Ya ha llegado el momento de preg...
Despu¨¦s de una jornada asfixiante, granizaba en la cima de La Plagne cuando Jos¨¦ Miguel Echavarri atend¨ªa a los periodistas, con ese punto cr¨ªptico y a la vez did¨¢ctico del navarro nacido en Abarzuza, que durante tantos a?os hab¨ªa modelado a su gran creaci¨®n, Miguel Indurain, que llevaba ya cuatro ¨¦xitos consecutivos en el Tour y comenzaba aquella tarde de 1995 a sentenciar el quinto. ¡°Ya ha llegado el momento de preguntarse: ?qui¨¦n es el rival de Miguel? Y quiz¨¢s de responder: el Tour es su ¨²nico rival¡±.
Ven¨ªa de completar una jornada m¨¢gica, que se inflam¨® en el Cormet de Roselend, cuando Alex Z¨¹lle, que deseaba ser la alternativa desde el combativo equipo de la ONCE, lanz¨® su ofensiva. Indurain no se descompuso, a pesar de que la ventaja del corredor suizo le convert¨ªa en l¨ªder virtual del Tour. Quer¨ªa responder a la primera exhibici¨®n, cuando Miguel orden¨® a Ram¨®n Gonz¨¢lez Arrieta que apretara y despu¨¦s, en las exigentes rampas del Mont Theux, dej¨® a todos los favoritos pasmados y a un minuto de distancia cuando lleg¨® a Lieja s¨®lo acompa?ado por Johan Bruyneel. Al d¨ªa siguiente gan¨® la contrarreloj, pero con poca diferencia sobre sus rivales. ¡°Ahora podr¨¢ entenderse lo que pas¨® ese d¨ªa¡±, apuntaba Echavarri. ¡°Todos los que se emplearon a fondo, ?d¨®nde est¨¢n ahora?, ?d¨®nde est¨¢ Berzin, d¨®nde Rominger, d¨®nde Riis, el que tanto asustaba?¡±. Y lo que pas¨® fue que en la contrarreloj sali¨® con un 54 x 12, un desarrollo flojo para ¨¦l, uno que no le permiti¨® exprimirse. ¡°Es que apenas he hecho esfuerzo, mucho tiempo he pedaleado casi en vac¨ªo¡±, le explic¨® Indurain a su director. ¡°As¨ª ha llegado entero a la monta?a¡±.
Y tan entero. Miguel no se descompuso con la diferencia de Z¨¹lle. Arropado por su equipo sigui¨® a su ritmo, hasta las primeras rampas de La Plagne. La tormenta que cay¨® sobre el Tour un cuarto de hora despu¨¦s de la llegada a la meta de Indurain se hab¨ªa desencadenado sobre los favoritos cuando Vicente Aparicio, que hab¨ªa tirado de Miguel en las primeras rampas, se apart¨®. Quedaban 11 kil¨®metros cuando Indurain convirti¨® la carrera en un infierno. Del grupo de 30 corredores que le acompa?aban, pas¨® a media docena en unos metros. Dufaux y Cubino, que intentaban seguir el ritmo, desistieron. Intent¨® alcanzarle Lanfranchi, que se uni¨® a su rueda, como Gotti, durante unos pocos metros. El ritmo del l¨ªder era imposible para los otros.
Cuando Aparicio se descolg¨®, la diferencia con Z¨¹lle era de m¨¢s de cinco minutos; cuando Miguel descolg¨® al ¨²ltimo rival, que era Tonkov, hab¨ªa bajado a cuatro. En la meta de La Plagne, el suizo de la ONCE apenas conservaba 2m2s, y era el ¨²nico que hab¨ªa podido salvarse de la escabechina que mont¨® el campe¨®n navarro. Como almas en pena fueron llegando los dem¨¢s aspirantes, que hab¨ªan dejado de serlo de un plumazo. Rominger perdi¨® cuatro minutos; Riis, que en la crono se hab¨ªa colocado a 12 segundos, se distanci¨® en cinco minutos y medio despu¨¦s de la primera etapa de monta?a de aquel Tour sensacional para Miguel Indurain, el ¨²ltimo que gan¨®, tal vez el m¨¢s brillante.
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