La gran dama del techo de Alaska
La estadounidense Chantel Astorga es la primera mujer que escala en solitario la ruta Cassin en el Denali
Caer al fondo de una grieta es una de las pesadillas recurrentes de un alpinista. Atravesar un glaciar cuya nieve fresca esconde las trampas del terreno destroza los nervios del m¨¢s sereno, incluso cuando va encordado a un compa?ero: si uno evita que ambos sean tragados, regresar a la superficie siempre ser¨¢ un duro ejercicio. Pero hacerlo en solitario es un juego a cara o cruz donde la intuici¨®n y la suerte resultan determinantes. Y luego est¨¢n los que se inventan una soluci¨®n estramb¨®tica, m¨¢s un enga?o psicol¨®gico que un b...
Caer al fondo de una grieta es una de las pesadillas recurrentes de un alpinista. Atravesar un glaciar cuya nieve fresca esconde las trampas del terreno destroza los nervios del m¨¢s sereno, incluso cuando va encordado a un compa?ero: si uno evita que ambos sean tragados, regresar a la superficie siempre ser¨¢ un duro ejercicio. Pero hacerlo en solitario es un juego a cara o cruz donde la intuici¨®n y la suerte resultan determinantes. Y luego est¨¢n los que se inventan una soluci¨®n estramb¨®tica, m¨¢s un enga?o psicol¨®gico que un beneficio emp¨ªrico: en 1976, Charlie Porter, gran escalador de roca y asiduo de Yosemite, atraves¨® el glaciar de acceso a la ruta Cassin al Denali (o McKinley, el techo de Alaska con 6.190m) sin compa?ero pero atado a una barra met¨¢lica de tres metros que deber¨ªa evitar que cayese en una grieta. Parec¨ªa un pertiguista enamorado de su p¨¦rtiga pero sin ganas de saltar. Jon Krakauer, c¨¦lebre autor del superventas Mal de altura, se fabric¨® una antena en forma de cruz con el list¨®n de una cortina de ducha y la uni¨® a su mochila¡ esperando que eso le evitase caer al fondo de un abismo de hielo.
M¨¢s pr¨¢ctica, la alpinista estadounidense Chantel Astorga perdi¨® horas de sue?o tratando de dar con la mejor manera de sortear los peligros del glaciar que conduce a los pies de la ruta Cassin al Denali. Astorga deseaba enfrentarse a la ruta en solitario y decidi¨® aproximarse con sus esqu¨ªs de monta?a (que reparten mejor su peso y ofrecen una buena soluci¨®n para evitar las grietas menores) para descender esquiando desde la cima. Esto implicaba escalar una de las rutas ic¨®nicas del Denali con los esqu¨ªs en la espalda y las botas de esquiar en los pies, pero le permitir¨ªa bajar con celeridad anticip¨¢ndose a un posible empeoramiento del tiempo. El compromiso que asumi¨® Astorga en una monta?a tan aislada y rigurosa, donde la llegada de la niebla espesa es legendaria y mort¨ªfera, confirman a la alpinista como la gran dama del Denali, uno de sus terrenos de juego predilectos.
Astorga escal¨® la ruta en poco m¨¢s de 14 horas de esfuerzo. Si bien existen varios precedentes masculinos solitarios (el primero fue el citado Porter y el m¨¢s r¨¢pido Colin Haley en 2018, invirtiendo poco m¨¢s de ocho horas en una tarea que a una cordada suele ocupar entre tres y siete d¨ªas), ninguna mujer hab¨ªa asumido antes el reto. Astorga es diferente. Su fortaleza mental impresiona y entiende que la perfecci¨®n no es solo estar a la altura de los retos que se plantea sino ser capaz de resolver cualquier problema que surja en la pared sin pedir ayuda.
Chantel trabaj¨® en el equipo de rescate de Yosemite y, mamando de la tradici¨®n local, aprendi¨® el concepto de escalada de velocidad, es decir, recorrer las rutas del Capit¨¢n, una de las paredes m¨¢s impresionantes del valle californiano, de la forma m¨¢s veloz y minimalista posible, de acuerdo a los conocimientos y a las t¨¦cnicas propias del presente. Y cuando alguien aprende a volar por las paredes, aborrece arrastrarse por ellas y decide trasladar esos conocimientos a otros terrenos. Escalando en solitario la ruta The Nose en Yosemite, pero tratando de hacerlo en menos de 24 horas, Astorga adelant¨® a una cordada y no les pidi¨® agua, aunque llevaba ocho horas sin beber, para no ponerles en un compromiso. Con su compa?era Jewell Lund, al acabar la ascensi¨®n del Diamond, en el Denali, llevaban 24 horas sin comida cuando se encontraron, cerca de la cima, una bolsa semienterrada en la nieve con alimento liofilizado. Tras cuatro d¨ªas y medio escalando una de las rutas m¨¢s bellas y comprometidas de la monta?a, firmaron la primera ascensi¨®n femenina y la s¨¦ptima absoluta. Ambas se adjudicar¨ªan tambi¨¦n la primera femenina y novena de la Directa Eslovaca. Dos v¨ªas imponentes, intimidantes. Tras firmar en el d¨ªa la primera femenina empalmando la escalada del Capit¨¢n y del Half Dome, en Yosemite, Chantel se reconoci¨® mentalmente agotada: ?realmente amaba tanto la escalada y el alpinismo como para ir tan lejos en el sufrimiento y el compromiso?
Corr¨ªa el a?o 2012 y Astorga se gir¨® hacia la bici de monta?a, ejercicio mucho m¨¢s l¨²dico. Necesit¨® casi dos a?os para entender que no hallar¨ªa en otro lugar las sensaciones y vivencias que proporciona el alpinismo. Desde entonces el Denali ha sido su jard¨ªn, ha aprendido a conocerlo, a entender su climatolog¨ªa, a so?ar con retos que solo ocupaban a hombres. Astorga siempre ha buscado la compa?¨ªa femenina en monta?a, pero reconoce que hay muy pocas mujeres interesadas en afrontar v¨ªas extremas: ¡°Hay mujeres muy fuertes, pero a pocas les interesa esta forma de alpinismo. ?Puede que sean m¨¢s inteligentes? ?Puede que entiendan mejor la inutilidad del gesto? Lo cierto es que enfrentarse a situaciones comprometidas por voluntad propia es un ejercicio que desaf¨ªa el sentido com¨²n, ?verdad?¡±. Pero para responder a la siguiente pregunta l¨®gica, esa que pretende aclarar por qu¨¦ algunos acuden a la llamada de estos retos, har¨ªa falta un batall¨®n de psic¨®logos.
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