La Real Sociedad incorpora la piel de elefante
El conjunto donostiarra ha adquirido una virtud indispensable para elevar sus metas: se agarra a los partidos y no los suelta
El f¨²tbol est¨¢ a punto de reanudar el temible proceso detenido por la pandemia. Dos a?os de contenci¨®n econ¨®mica, forzada por la crisis que ha vuelto al planeta del rev¨¦s, han informado de los derroches anteriores, pero todo indica el regreso de los errores que dispararon la espiral inflacionista. Se anuncian de nuevo cifras desorbitantes en el mercado de traspasos, Arabia Saud¨ª se a?ade a los pa¨ªses del Golfo que han adquirido clubes en la Premier League ¡ªel Newcastle United en este caso¡ª y volver¨¢ el desparrame anterior a la covid. De la misma manera que este virulento periodo ha desatado las costuras del f¨²tbol, tambi¨¦n ha ofrecido brillantes se?ales de consistencia, sensatez y rendimiento. En este cap¨ªtulo, la Real Sociedad es mod¨¦lica.
La Real pertenece a una peque?a categor¨ªa de clubes que avanzan sin complejos en una ¨¦poca que privilegia a los equipos ricos y las metr¨®polis que los acogen. Representante de una ciudad de 200.000 habitantes, capital de la provincia m¨¢s peque?a de Espa?a, con la abierta competencia de tres clubes ¡ªAthletic, Osasuna y Alav¨¦s¡ª en un radio menor de 100 kil¨®metros, la Real Sociedad participa del admirable modelo que caracteriza la trayectoria del Villarreal en Espa?a, Atalanta y Sassuolo (Italia), Brighton y Leicester (Inglaterra) y Lens y Rennes (Francia).
Cada uno con sus peculiaridades, estos clubes han reunido el mejor de los escenarios posibles: gran arraigo popular en su ¨¢rea de influencia geogr¨¢fica, cordura en la gesti¨®n econ¨®mica y destacad¨ªsima importancia de sus canteras y del rastreo de j¨®venes jugadores. Un aspecto fundamental del ¨¦xito de todos ellos radica en su mensaje futbol¨ªstico. Lejos de aceptarse como peque?os, su pretensi¨®n es jugar a lo grande.
Cuando se habla del Villarreal, del Atalanta o del Brighton ¡ªGraham Potter es probablemente el t¨¦cnico ingl¨¦s con m¨¢s vuelo, adquirido durante su exitosa residencia en Suecia¡ª, se les asocia con una propuesta atractiva, desacomplejada, en las ant¨ªpodas a la que se asocia con clubes de su tama?o. En el caso del Atalanta, Gian Piero Gasperini ha ido m¨¢s lejos. Ha establecido en el equipo de B¨¦rgamo una idea tan contracultural como influyente.
La Real Sociedad celebr¨® el s¨¢bado la conquista de la Copa, festejo demorado seis meses por razones sanitarias. Aquella victoria sobre el Athletic coron¨® una temporada de gran calibre. Volvi¨® a clasificarse para la Europa League y envi¨® a varios de sus jugadores a la Eurocopa, Juegos Ol¨ªmpicos y selecci¨®n sub-21. Dirigido por Xabi Alonso, cuya respuesta como t¨¦cnico est¨¢ a la altura de su inteligencia como jugador, el filial ascendi¨® a Segunda A, con una amplia n¨®mina de j¨®venes futbolistas que empiezan a asomar en la Primera Divisi¨®n. La reconstrucci¨®n de Anoeta ha cerrado la distancia f¨ªsica, y de alguna manera la psicol¨®gica, con el equipo, que no afloja.
La Real promete una fant¨¢stica temporada, y no por el juego que ha desarrollado hasta ahora. Sobre el equipo se ha establecido un prejuicio positivo que tiene todo el sentido del mundo. Al equipo de Imanol se le conecta con un f¨²tbol elegante y arm¨®nico, interpretado por jugadores de clase, inteligentes y laboriosos, un equipo donde es f¨¢cil apreciar una cohesi¨®n que trasciende lo estrictamente profesional.
Ha arrancado la temporada con mejores resultados que juego, y ah¨ª aparece un flanco novedoso. La Real parece que ha adquirido una virtud indispensable para elevar sus metas: se agarra a los partidos y no los suelta. Ha registrado la mayor¨ªa de sus victorias con resultados muy ajustados, sin conceder goles y marc¨¢ndolos a ¨²ltima hora. A la espera de que le llegue el juego, la Real aprieta los dientes. No desmaya. Es la piel de elefante que distingue a los equipos que no se ponen techo.
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