La Real choca contra el Valencia
El conjunto donostiarra empata de nuevo en casa (0-0) y pierde el liderato en un partido sin l¨ªmites en el que ambos equipos se enzarzan en una batalla que el ¨¢rbitro no supo cortar
La Real Sociedad se descolg¨® del liderato de la Liga despu¨¦s de un partido rocoso y ¨¢spero frente a un Valencia bien armado, que concedi¨® muy poco y supo c¨®mo solapar las virtudes del equipo donostiarra. Jug¨® adem¨¢s el grupo de Bordal¨¢s con un futbolista m¨¢s durante el ¨²ltimo tramo del encuentro, por la expulsi¨®n de Aritz Elustondo en el minuto 75. Fue un choque en el que el juez no supo poner los l¨ªmites. Se le pudo escapar de las manos.
Puede resultar extra?o, pero a los futbolistas, gente joven al fin y al cabo, que se supone rebelde, les gusta que les aten en corto, vivan las cadena...
La Real Sociedad se descolg¨® del liderato de la Liga despu¨¦s de un partido rocoso y ¨¢spero frente a un Valencia bien armado, que concedi¨® muy poco y supo c¨®mo solapar las virtudes del equipo donostiarra. Jug¨® adem¨¢s el grupo de Bordal¨¢s con un futbolista m¨¢s durante el ¨²ltimo tramo del encuentro, por la expulsi¨®n de Aritz Elustondo en el minuto 75. Fue un choque en el que el juez no supo poner los l¨ªmites. Se le pudo escapar de las manos.
Puede resultar extra?o, pero a los futbolistas, gente joven al fin y al cabo, que se supone rebelde, les gusta que les aten en corto, vivan las cadenas; prefieren que el ¨¢rbitro les ponga l¨ªmites antes que utilizar su libre albedr¨ªo sobre el c¨¦sped. Sale un juez, como Melero, ferviente ap¨®stol del sigan, sigan, y se sienten inc¨®modos ante la libertad que se extiende ante ellos por los siete mil metros cuadrados de un campo de f¨²tbol, y se pasan todo el partido pidiendo jarabe de silbato. A su favor, claro.
Los de la Real se hinchan a reclamar faltas del Valencia; los valencianos hacen lo mismo pero al rev¨¦s, y Melero no se apea del sigan, sigan, y todos parecen inc¨®modos en Anoeta, y hasta se montan trifulcas por un bando y otro, qu¨¦ cosas, y entre que Isak se lamenta de la falta que pudo haber sido y no fue, y Guedes se retuerce por una patada que s¨®lo ven los de su equipo, el despiste se generaliza y se olvida el objetivo del juego: se trata de marcar goles o de evitarlos.
Pero s¨®lo Cillessen evita uno que Isak no marca, despu¨¦s de una jugada de Januzaj, pendiente por una vez de los regates y no de las faltas, y para entonces ya ha pasado m¨¢s de media hora de partido, un tiempo perdido por los jugadores que piden l¨ªmites al ¨¢rbitro, aunque s¨®lo para el rival. El ascua y la sardina, ya se sabe. En el Valencia, s¨®lo Guedes asusta a Remiro, pero no puede controlar una pelota que le cae en el ¨¢rea, y les da tiempo a los centrales a corregir su posici¨®n y enviar la pelota fuera de los l¨ªmites.
P¨®lvora mojada
As¨ª acaba la primera parte de un partido de pierna fuerte, un arbitraje al m¨¢s puro estilo del liberalismo europeo y dos equipos que hubieran preferido algo m¨¢s de intervencionismo.
Pero ni por esas, y la segunda parte permiti¨® ver a un Valencia que ense?¨® un poco m¨¢s la patita ante una Real que parec¨ªa menos c¨®moda que en la primera. Perdi¨® el control de la pelota el equipo de Imanol, con Merino demasiado lejos del ¨¢rea, multiplic¨¢ndose en labores de contenci¨®n, pero perdiendo influencia en ataque, y Silva, cerebro realista, fatigado despu¨¦s de tanto bregar.
Sali¨® Oyarzabal en el minuto 60, recibido con esperanza en la grada, cuando Isak empezaba a difuminarse hasta casi desaparecer, pero al capit¨¢n casi no se le pudo ver, porque poco despu¨¦s de su reaparici¨®n, Aritz cometi¨® una chiquillada. Sal¨ªa al contragolpe y recibi¨® una falta de Wass, se revolvi¨® y le peg¨® una patada a su adversario; la Real se quedaba con diez jugadores y la batalla se volvi¨® m¨¢s ¨¢spera de lo que estaba. Sin l¨ªmites claros, que el ¨¢rbitro no hab¨ªa establecido, el partido se le fue de las manos y entonces s¨ª, tuvo que establecer una estricta disciplina a base de tarjetas, once amarillas en la segunda mitad. El Valencia pudo entonces ganar el partido; se despleg¨® en busca del ¨¢rea de Remiro, pero le falt¨® tino en sus contragolpes. El portero donostiarra trabaj¨® m¨¢s en los minutos finales, pero no tuvo que intervenir en acciones heroicas porque el Valencia llegaba a su porter¨ªa con la p¨®lvora mojada.
La paz s¨®lo lleg¨® con el silbido final del ¨¢rbitro. Entonces, unos y otros olvidaron los agravios, las faltas no pitadas, las tarjetas ense?adas. Se despidieron como si tal cosa. La batalla se deshizo en un instante, como si todos los protagonistas estuvieran de acuerdo en que la que se mont¨® en el campo hubiera sido responsabilidad del encargado de impartir justicia. Fuera o no fuera verdad, que quienes caen, se tiran o pegan patadas son ellos. El segundo empate consecutivo en casa baja a la Real del liderato.
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