El caso Djokovic: salud p¨²blica frente a inter¨¦s deportivo
El problema no es la legalidad de la exenci¨®n m¨¦dica al tenista sino, sobre todo, si est¨¢ justificada en quien admite que hay una cuesti¨®n de conciencia en relaci¨®n con la vacunaci¨®n
Una vez m¨¢s el deporte se convierte en el espejo de los comportamientos sociales. Lo que acaba de suceder con Djokovic en la frontera de Australia no tendr¨ªa la importancia ni desde luego la relevancia que ha adquirido si no fuera porque es un atleta de ¨¦lite mundial camino de su participaci¨®n en una competici¨®n del mismo orden.
La visibilidad del deporte, su capacidad de proyectar valores sociales y de conducta sobre la sociedad, es uno de los fen¨®menos m¨¢s claros de este sector del entretenimiento que le ha convertido en una enorme plataforma por su proyecci¨®n y repercusi¨®n social.
Sin estos elementos, los hechos ahora conocidos no tendr¨ªan trascendencia alguna. Se tratar¨ªa de un problema con un visado para entrar en un pa¨ªs y un juicio de las autoridades de seguridad p¨²blica sobre si se cumplen o no los requisitos establecidos en la legislaci¨®n interna para entrar en el pa¨ªs. Estos problemas se plantean todos los d¨ªas y a todas las horas en todas las fronteras del mundo sin que salten a la primera p¨¢gina de los medios de comunicaci¨®n.
El efecto llamativo se presenta por el escenario, el deporte; y, por la actitud p¨²blica, del afectado mostr¨¢ndose cuando menos reticente a los procesos de vacunaci¨®n contra la covid. Es el interesado, con esta actitud p¨²blica y conocida, el que extrae de su esfera privada su concepci¨®n sobre los requisitos de salud p¨²blica y el que, por tanto, eleva una cuesti¨®n ¨ªntima a una cuesti¨®n de conocimiento y de debate p¨²blico.
En este debate se ha planteado inmediatamente la oportunidad de las exenciones m¨¦dicas a la vacunaci¨®n que el deportista y la propia organizaci¨®n validan y que las autoridades p¨²blicas, al menos hasta el momento, no consideran conformes a la legalidad.
El problema no es, por tanto, la legalidad de la exenci¨®n m¨¦dica sino, sobre todo, si est¨¢ justificada dicha exenci¨®n en quien admite que hay una cuesti¨®n de conciencia o de opini¨®n en relaci¨®n con la vacunaci¨®n. Este ha sido el problema, esta ha sido la cuesti¨®n y de ah¨ª las acusaciones de trato de favor y dem¨¢s elementos que conviven en la pol¨¦mica planteada.
Lo que debe quedar claro, el Tribunal Supremo espa?ol lo ha se?alado por ejemplo en la doctrina sobre la presentaci¨®n del carnet de vacunaci¨®n, es que las prescripciones de salud p¨²blica obligan al conjunto de los afectados. Esta obligaci¨®n puede llevar, como acaba de ocurrir en Italia, a exigir la vacunaci¨®n obligatoria, o puede situarse en un plano diferente: la imposibilidad de acceso o de pr¨¢ctica de una determinada actividad. Esta restricci¨®n a la libertad ha sido validada por el Tribunal Supremo, que considera que el valor que preservan las medidas colectivas es de mayor entidad o de mayor protecci¨®n que el que se corresponde con las decisiones que uno tome en la esfera individual.
El inter¨¦s deportivo de la actuaci¨®n ten¨ªstica no est¨¢ por encima del inter¨¦s colectivo de preservaci¨®n de la salud p¨²blica. Las decisiones individuales son, razonablemente, respetables, pero la capacidad de participar en la vida social sin cumplir las prescripciones de salud conducen a una marginaci¨®n que no admite excepciones ni siquiera para los mejores tenistas del mundo.
Alberto Palomar Olmeda es profesor titular de Derecho Administrativo y especialista en derecho deportivo.
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