Una noche de junio del 99...
El Betis tiene la ventaja de jugar en casa la final de Copa; el Valencia vuelve al escenario de uno de sus mejores triunfos
No s¨¦ a usted pero a m¨ª me ha pillado esta final de Copa totalmente en fuera de juego. Yo no s¨¦ si es esta semana en la que el lunes era domingo pero no en todas partes o la jornada de Liga en medio de la semana o que uno espera siempre esa final como la gran fiesta del f¨²tbol espa?ol y por eso la ubica en el final de la temporada. Y m¨¢s este a?o, que como el Mundial se juega en noviembre, parec¨ªa que hay m¨¢s espacio en la parte final del a?o futbol¨ªstico que otras veces, pero al ver a Betis y Valencia batirse el cobre este martes yo cre¨ªa que era una m¨¢s de esas jornadas maratonianas de f¨²tbol que empiezan el viernes y acaban un lunes¡ del mes siguiente.
El caso es que b¨¦ticos y ches tienen una cita en el Estadio de la Cartuja para el s¨¢bado por la noche, tarde para que no haya otros futboles europeos que le hagan sombra y los aficionados valencianistas se puedan desplazar con tranquilidad ya que a los b¨¦ticos el asunto les pillar¨¢ en la puerta de su casa.
Y habr¨¢ quien pensar¨¢ que ese no desplazamiento del Betis es una ventaja en unos tiempos en los que cada asunto de este tipo se mide en los mismos mil¨ªmetros que el VAR tira la l¨ªnea y que ese descanso que da el no tener que viajar y poder estar en la rutina habitual de los partidos en casa le confiere al Betis cierta dosis de favoritismo. Pero estoy seguro de que ese estadio, esas gradas, esa Cartuja, es uno de los lugares marcados en rojo por la afici¨®n ch¨¦, esa que tiene asociadas las coordenadas del estadio sevillano, bueno, medio, y un poco m¨¢s de Santiponce y el resto de Sevilla, con una de sus m¨¢s bellas gestas, aquella que le llev¨® a ganar esa misma Copa, en una noche m¨¢gica de junio del 99 contra el Atl¨¦tico y con goles que seguro que est¨¢n rodando mucho estos d¨ªas entre la hinchada valencianista.
Hubo tambi¨¦n por aquellos tiempos del siglo XX alguna idea de que ese estadio magn¨ªfico fuera sede compartida entre Sevilla y Betis pero aquello, como tras muchas cosas, hace tiempo que el Guadalquivir se lo llev¨® al mar.
Por tanto, se nos da la curiosa situaci¨®n de que si bien siempre se quiere que la sede de la final sea neutral, que no haya ventajas para el desplazamiento de ninguna afici¨®n y que todo el mundo sienta que ese partido es ¨²nico, esta vez, y sin que sirva de precedente, los dos equipos se van a sentir como en casa. O directamente en casa.
Por tanto, ninguno podr¨¢ alegar desventaja aunque ya apuntaba Jos¨¦ Bordal¨¢s, t¨¦cnico del Valencia, que ese partido del martes no se deber¨ªa haber disputado y digo yo que aunque no dijo nada Pellegrini sobre el asunto igual pensaba lo mismo que su colega. Y m¨¢s visto que esos 90 minutos acabaron mal para ambos. Por lo menos, ha habido equidad an¨ªmica en la cuesti¨®n.
Y para una vez que la final de la Copa ven¨ªa solamente envuelta en la tensa calma deportiva, esa que precede a los grandes eventos, esa que Fekir compara a una final de Mundial, ah¨ª es nada, va su hija menor, la Supercopa, que viene a quitarle brillo, a poner un rato de sombra, a sacar el foco del campo al palco. Y pensar que hubo un tiempo, lejano, del otro siglo, en el que si ganabas la Liga y la Copa en el mismo a?o la Federaci¨®n te daba directamente la Supercopa.
S¨ª, definitivamente, eran otros tiempos¡ y, tal vez, solo tal vez, tambi¨¦n otro f¨²tbol.
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