Esta cr¨®nica nunca se publicar¨¢
Los goles en el tiempo de descuento han mandado a la papelera de la historia piezas period¨ªsticas fabulosas que ya no leeremos y cuya ausencia tambi¨¦n configura la identidad de un peri¨®dico
El A.C. Monza estuvo a punto de conseguir el ascenso directo a la Serie A hace una semana. Le faltaba una victoria. Era casi imposible que el nuevo juguete de Silvio Berlusconi perdiese en Perugia cuando acariciaba la categor¨ªa reina por primera vez en 110 a?os. ll Cavaliere se lo compr¨® hace tres temporadas con su amigo Adriano Galliani. Meti¨® un dineral, baj¨® a contar chistes al vestuario, dio lecciones de t¨¢ctica en p¨²blico a su entrenador y prometi¨® a los tifosi que los llevar¨ªa a Primera. Volver a verle en un palco de la Serie A, incluso contra su viejo Milan... Una historia...
El A.C. Monza estuvo a punto de conseguir el ascenso directo a la Serie A hace una semana. Le faltaba una victoria. Era casi imposible que el nuevo juguete de Silvio Berlusconi perdiese en Perugia cuando acariciaba la categor¨ªa reina por primera vez en 110 a?os. ll Cavaliere se lo compr¨® hace tres temporadas con su amigo Adriano Galliani. Meti¨® un dineral, baj¨® a contar chistes al vestuario, dio lecciones de t¨¢ctica en p¨²blico a su entrenador y prometi¨® a los tifosi que los llevar¨ªa a Primera. Volver a verle en un palco de la Serie A, incluso contra su viejo Milan... Una historia perfecta. Pero se evapor¨® con el partido en el ¨²ltimo minuto.
El primer d¨ªa que pisabas la redacci¨®n y te pasabas de listo, alguien te recordaba que un peri¨®dico es m¨¢s importante por lo que no publica que por lo que llega al kiosco al d¨ªa siguiente. Por ese principio de no recoger seg¨²n qu¨¦ voces, por una prudencia ideol¨®gica que cuenta m¨¢s que lo de ser de izquierda o derecha. Tambi¨¦n por imponerse guardar en un caj¨®n lo que no pod¨ªas contrastar, aunque nadie pudiese desmentirlo. Van a parar a ese agujero negro grandes historias que hubieran dado para miles de portadas distintas. Y tambi¨¦n, claro, aquellas cr¨®nicas deportivas listas para enviar y que un gol en el descuento mand¨® al retrete de la historia. Imagin¨¦ siempre a Ramon Besa o a Pepe S¨¢mano desmontando y volviendo a montar el puzzle con las luces apagadas del estadio y el bedel silbando. El otro d¨ªa hab¨ªa art¨ªculos fabulosos sobre el final del partido del Madrid contra el City. L¨¢stima que no ley¨¦semos los que estaban ya en p¨¢gina antes del gol de Rodrygo.
El tiempo lo mata casi todo. Pero hace poco nos pasamos de frenada con una necrol¨®gica de Mino Raiola. Todos los peri¨®dicos de Italia hab¨ªan corrido a enterrarle cuando la corneta del clickbait toc¨® a rebato. Y el tipo segu¨ªa vivo (muri¨® dos d¨ªas despu¨¦s). Esa es otra: las necrol¨®gicas de los que se resisten a morir cuando ya les has construido una preciosa caja. Supervivientes cuya tozudez existencial transforma la cr¨®nica en un yogurt caducado en la abarrotada nevera period¨ªstica. Y a veces nos queman en las manos. Le Monde, por ejemplo, anunci¨® el suicidio de Monica Vitti en 1988. Al final se fue este a?o tan tranquila, con 90 tacos. A Juan Pablo II, cuyo obituario era como una aplicaci¨®n de m¨®vil que se iba actualizando, muri¨® y resucit¨® varias veces en la prensa transalpina.
El g¨¦nero se conoce en Italia como Coccodrilo y consiste, fundamentalmente, en escribir un art¨ªculo sobre un muerto que est¨¢ vivo. El principio del m¨¦todo responder¨ªa a que el tiempo de reacci¨®n del periodista ante un deceso es incompatible con el de una confecci¨®n digna de la noticia en directo. Algo que generalmente requiere documentaci¨®n y llamadas (afortunadamente hay gente que se presta a hablar de parientes y amigos que siguen vivos como si ya la hubieran palmado). Lo de Coccodrilo tiene que ver con aquello tan po¨¦tico de verter un reguero de l¨¢grimas period¨ªsticas dise?adas como si fueran muy sentidas y espont¨¢neas. La idea, obviamente, es aportar esa sensaci¨®n de velocidad de la que uno carece cuando toca comenzar a escribir sin mirar atr¨¢s. Justo lo que saben hacer solo algunos cronistas cuando la realidad se empe?a en llevarte la contraria en el tiempo a?adido. Imaginen las cr¨®nicas ya terminadas en el minuto 93 de la final de Champions entre el Madrid y el Atl¨¦tico en Lisboa, antes del cabezazo de Sergio Ramos.
Lo de la tensi¨®n por mandar r¨¢pido sucede ya en todos los ¨¢mbitos period¨ªsticos. Las audiencias, las t¨¦cnicas de posicionamiento. No digamos ya la incertidumbre que genera en un cronista una carrera de motos o de coches hasta el ¨²ltimo segundo. O unas elecciones. Pero el f¨²tbol tiene esa man¨ªa de dictar sentencia al cierre de la edici¨®n de papel. Y capturar el remolino de emociones que se forma en esos minutos es una misi¨®n suicida. Muchas veces, tambi¨¦n una renuncia a publicar una cr¨®nica cien veces mejor que la que el tiempo de descuento ha destrozado. Al Monza de Berlusconi, al menos, le queda el playoff para el ascenso. El mi¨¦rcoles, a Brescia.
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