El milagro del S¨¹dtirol: un Bayern en miniatura
El club de la regi¨®n de Alto Adigio, un prodigio de gesti¨®n en una zona con una compleja identidad cultural y pol¨ªtica, asciende a Serie B por primera vez
Bolzano, capital de la regi¨®n de Alto Adigio (noreste de Italia), es una anomal¨ªa cultural y pol¨ªtica en el pa¨ªs. Los pretzels y las jarras de cerveza austriaca conviven en un raro equilibrio gastron¨®mico con las pizzer¨ªas napolitanas. La poblaci¨®n de la regi¨®n ¡ªanexionada en 1919 en los pactos de Londres tras la Primera Guerra Mundial¡ª habla mayoritariamente alem¨¢n y solo un tercio contin¨²a apegada al idioma de su pasaporte (en la capital es justo al rev¨¦s). Muchos de sus habitantes no se sienten ni italianos ni austriacos y su encaje nacional se basa en un sistema de gran autonom¨ªa que ha disparado el crecimiento de la zona y ha mantenido la estabilidad en el fr¨¢gil equilibrio fronterizo. En Bolzano, un lugar que siempre prefiri¨® practicar deporte a verlo sentado, triunfaba el hockey sobre hielo y el salto de trampol¨ªn. Pero en medio de esa compleja identidad, un club de f¨²tbol ha unido a todos alrededor de su ¨¦xito. El S¨¹dtirol, una sociedad de apenas 26 a?os, jugar¨¢ el a?o que viene en la Serie B por primera vez en su historia.
La noticia podr¨ªa ser irrelevante. Pero la particularidad de la regi¨®n, una isla fronteriza encajonada bajo las imponentes Dolomitas, y la del propio club, la hacen muy singular. Alto Adige es la zona m¨¢s rica de Italia: hoy tiene una renta media de unos 42.000 euros, m¨¢s alta que la alemana y el triple que la calabresa. Y en ella conviven tres grupos ling¨¹¨ªsticos y culturales que, a menudo, configuran las costumbres sociales de la zona (alem¨¢n, italiano y ladino). Mussolini intent¨® italianizarles por la fuerza de la migraci¨®n. Pero la integraci¨®n real no lleg¨® hasta el 5 de septiembre de 1946, cuando el primer ministro Alcide de Gasperi y su hom¨®logo austriaco Karl Gruber acordaron la autonom¨ªa de la regi¨®n, que evolucion¨® hasta el elevado nivel actual. La cultura austriaca se mantuvo (la bandera tiene un ¨¢guila imperial), los alumnos se segregaron en colegios por idiomas y las plazas de funcionarios se repartieron equitativamente por bloques ¨¦tnicos. M¨¢s all¨¢ de turbulencias (hubo algunos episodios de terrorismo independentista), el invento funcion¨®. Y el club permite explicar hoy algunos rasgos de esa identidad.
El S¨¹dtirol, que tom¨® el relevo en 1995 de un equipo amateur de un pueblo llamado Bressanone, ignora a prop¨®sito esa diferencia y lo subraya en sus estatutos, como recordaba en un estupendo hilo en Twitter el periodista Adri¨¢n Soria. ¡°El estadio es un punto de encuentro para hablantes nativos de italiano, alem¨¢n y ladino y el objetivo es uno solo: ?animar a tu equipo!¡±. Y la afici¨®n, que lo hace todav¨ªa al grito de ¡°Alto, Alto, Alto¡± [por el nombre en italiano de la regi¨®n], est¨¢ completamente mezclada entre los 3.000 asientos que tiene el Druso (por el militar del imperio romano Nerone Claudio Druso).
El equipo, estructurado en torno a una especie de empresa mixta copropiedad de socios y empresas privadas, es una suerte de Bayern de M¨²nich en miniatura. Gesti¨®n perfecta, austera (existe un techo salarial de 100.000 euros para los jugadores) y unas fabulosas instalaciones de entrenamiento en pleno bosque. La ciudad deportiva est¨¢ tan bien pensada que la selecci¨®n alemana hizo aqu¨ª su pretemporada antes del Mundial de 2018. El S¨¹dtirol tuvo que entrenarse esos d¨ªas en otro lugar mientras se jug¨®, sin ¨¦xito entonces, el ascenso a Serie B, como recuerda el periodista y narrador deportivo de la RAI Stefano Bizzotto.
Una de las bazas del S¨¹dtirol ha sido su apuesta por la cantera y los jugadores locales (cuatro de ellos han formado parte de la proeza del ascenso: Fischnaller, Hannes Fink, Simone Dav¨¬ y Fabian Tait). Este a?o, el primero en que el S¨¹dtirol tendr¨¢ que viajar por Italia (la Serie C todav¨ªa se ci?e a criterios geogr¨¢ficos dividiendo el pa¨ªs en tres ¨¢reas de norte a sur) puede que toque abrir algo el foco. Cambiar algunos elementos. Pero el club m¨¢s al norte del pa¨ªs, un siglo despu¨¦s de que Mussolini mandase aqu¨ª a miles de italianos de otras regiones para explicarles lo que era Italia, servir¨¢ tambi¨¦n para mostrar al resto del pa¨ªs c¨®mo son ellos.
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