Nadal, Europa y el descalabro estadounidense
Tan lejano como parece, 2005 sigue igual de presente en el mundo del tenis. Lo ha confirmado Nadal con su victoria en Roland Garros. Desde 2005 ha jugado 14 finales y las ha ganado todas. Impresionan sus estad¨ªsticas, su evoluci¨®n como jugador y el margen de tiempo que preside su palmar¨¦s, adem¨¢s de una capacidad extrema para sobreponerse a sus lesiones. No es menos impresionante la direcci¨®n que ha tomado el tenis en este periodo de 20 a?os, caracterizado por la aplastante hegemon¨ªa de jugadores europeos y la desaparici¨®n de estadounidenses y australianos.
Con 22 t¨ªtulos de Grand Slam (Australia, Francia, Francia, Wimbledon y Estados Unidos), Nadal encabeza el ranking hist¨®rico. Precede al suizo Roger Federer y al serbio Novak Djokovic, ganadores de 20 torneos cada uno. En 2003, un joven Federer venci¨® en Wimbledon. Nadie sospechaba la revoluci¨®n que se avecinaba. Aquel a?o, Andr¨¦ Agassi venci¨® en Australia y Andy Roddick, en Estados Unidos. Desde entonces, el palmar¨¦s de los estadounidenses est¨¢ en blanco.
Roddick, t¨ªpico tenista de saque y batazo, resulta antediluviano desde la perspectiva actual, pero su modelo todav¨ªa es frecuente en los jugadores estadounidenses, poco vers¨¢tiles y cada vez menos influyentes en las pistas r¨¢pidas, su territorio favorito en el siglo pasado. Ni est¨¢n, ni se les espera, deriva rar¨ªsima en uno de los deportes m¨¢s medi¨¢ticos y profesionalizados, territorio ideal para los norteamericanos.
Sergi Bruguera (1992, 1993), Carlos Moy¨¢ (1998), Albert Costa (2002) y Juan Carlos Ferrero (2003) hab¨ªan ganado en Par¨ªs y estaba escrito que a Nadal le llegar¨ªa el ¨¦xito m¨¢s pronto que tarde. En realidad, tard¨® menos que un suspiro. Con 18 a?os, destroz¨® a Roddick en la final de la Copa Davis 2004 y siete meses despu¨¦s se proclam¨® campe¨®n de Roland Garros. Lejos de guarecerse en las pistas de tierra, Nadal decidi¨® ampliar su foco y convertirlo en panor¨¢mico.
Primero explor¨® Wimbledon. Luego, Estados Unidos y Australia. En 2009 ya registraba el ¨¦xito en los cuatro torneos del Grand Slam. En m¨¢rgenes parecidos se movieron Federer y Djokovic. Aunque se sintieran m¨¢s o menos c¨®modos en alguna de las superficies, los tres han funcionado en todas las condiciones. A su victoria en Wimbledon 2003, Federer a?adi¨® el siguiente a?o los t¨ªtulos de Australia, Wimbledon y Estados Unidos. Se anticipaba un tenista de ¨¦poca. Y lo ha sido.
Se vaticin¨® el dominio de Federer, pero no se intuy¨® el se¨ªsmo que llegaba. Se evapor¨® un mundo y su tiempo. Estados Unidos hab¨ªa alumbrado estrellas del tenis d¨¦cada tras d¨¦cada, lo mismo que Australia. Por tradici¨®n, sus jugadores prefer¨ªan las superficies r¨¢pidas, pero no rechazaban las pistas m¨¢s lentas. Entre 1989 y 1999, los estadounidenses Michael Chang, Jim Courier -en dos ocasiones- y Andr¨¦ Agassi triunfaron en Roland Garros.
M¨¢s que un declive de las dos grandes potencias del tenis, se produjo una implosi¨®n. De repente, a Estados Unidos y Australia les toc¨® asumir un papel muy parecido al de Europa en el atletismo: organizar, patrocinar, reconocer su pasi¨®n por el tenis y aceptar su incapacidad para generar tenistas de primera fila. Ning¨²n norteamericano o australiano ha alcanzado una sola de las 73 finales de torneos del Grand Slam que se han disputado desde 2004.
Es cierto que en estos 20 a?os se ha reunido una trinidad incomparable de campeones. Federer, Nadal y Djokovic han ganado 62 de las ¨²ltimas 73 ediciones del Grand Slam. Salvo los argentinos Gast¨®n Gaudio (2004, Roland Garros) y Juan Mart¨ªn del Potro (Open EE UU, 2009), el resto de los vencedores han sido europeos, constante sin ning¨²n aspecto de disiparse. Por el horizonte asoman el espa?ol Carlos Alcaraz, el dan¨¦s Olger Rune y el italiano Jannik Sinner. En cuanto a los estadounidenses, seguimos sin noticias.
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