John Snorri, l¨ªmite de la dignidad en el mort¨ªfero K2
La familia del monta?ero, cuyo cuerpo cuelga a 8.300 metros, implora que no circulen fotos de su cad¨¢ver en la red
Durante a?os, y ante la indiferencia m¨¢s absoluta de todos los que se abr¨ªan camino para colarse en la cima del Everest (8.848 metros), los hitos que marcaban la v¨ªa a seguir eran cuerpos humanos momificados que los aspirantes a cima observaban deseando no correr la misma suerte, mirando hacia otro lado o recre¨¢ndose en la estampa, puro morbo. Algunos cad¨¢veres permanec¨ªan acurrucados en posici¨®n fetal, buscando el calor que se les hab¨ªa escapado; otros aparec¨ªan sentados y en apariencia dispu...
Durante a?os, y ante la indiferencia m¨¢s absoluta de todos los que se abr¨ªan camino para colarse en la cima del Everest (8.848 metros), los hitos que marcaban la v¨ªa a seguir eran cuerpos humanos momificados que los aspirantes a cima observaban deseando no correr la misma suerte, mirando hacia otro lado o recre¨¢ndose en la estampa, puro morbo. Algunos cad¨¢veres permanec¨ªan acurrucados en posici¨®n fetal, buscando el calor que se les hab¨ªa escapado; otros aparec¨ªan sentados y en apariencia dispuestos a erguirse y continuar con la faena: la muerte los hab¨ªa alcanzado mientras trataban de recuperar la fuerza necesaria para descender. Los m¨¢s irrespetuosos se fotografiaban a su lado¡ Las im¨¢genes se viralizaron tanto como las instant¨¢neas de las cantidades de basura que conten¨ªa la cima del planeta. Varios sherpas, despu¨¦s de numerosas protestas, retiraron los restos, un gesto tan cosm¨¦tico como de dignidad b¨¢sica. Ahora, la familia del island¨¦s John Snorri, fallecido el 5 de febrero de 2021 en el no menos ic¨®nico K2 (8.611 metros), implora respeto para su memoria¡ y para sus restos, que cuelgan atados en las cuerdas del cuello de botella, a unos 8.300 metros de altitud.
Este verano la masificaci¨®n amenaza con generar nuevos dramas, atascos y sinsentidos en la monta?a ubicada en el Karakoram de Pakist¨¢n. Son unos 400 aspirantes los que abarrotan el campo base del gigante pakistan¨ª y la familia de Snorri teme que las fotos de sus restos vuelen en la red: ni siquiera pide el rescate del cad¨¢ver y su entierro en las proximidades del ¨²ltimo campo de altura para evitar poner en peligro a aquellos que pudieran asumir la tarea. Sin embargo, Mingma G, uno de los diez nepaleses que ese invierno de 2021 hicieron historia al firmar la primera invernal de la monta?a, se ha ofrecido a rescatar los restos de Snorri y darles sepultura o, al menos, a dejarlos fuera de la vista de los alpinistas y de sus c¨¢maras. En una monta?a tan piramidal y vertical como el K2, el simple gesto de cortar las cuerdas en las que descansa enredado el cuerpo del island¨¦s bastar¨ªa para que estos desapareciesen para siempre.
Snorri, cliente del alpinista pakistan¨ª Ali Sadpara, y el chileno Juan Pablo Mohr firmaron presumiblemente la segunda ascensi¨®n invernal del K2, pero algo se torci¨® durante su descenso y ninguno regres¨® a la seguridad del campo 4. El verano posterior, el hijo de Ali Sadpara, Sajid, regres¨® a la segunda monta?a m¨¢s elevada de la Tierra para buscar a su padre. Lo encontr¨® cerca del cuello de botella, rescat¨® su cuerpo, as¨ª como el de Juan Pablo Mohr, y con la sola ayuda de dos alpinistas m¨¢s (el boliviano Hugo Ayaviri y el canadiense Elia Saikaly) les dio sepultura junto al campo 4. Los restos de Snorri, en una zona m¨¢s t¨¦cnica, hubieran requerido un rescate muy t¨¦cnico a una altitud en la que sobrevivir ya es una gesta.
Los primeros que encontraron a los desaparecidos explicaron que la muerte les sorprendi¨® durante el descenso, puesto que se hallaban conectados a las cuerdas fijas por aparatos descensores y no por los bloqueadores con los que se asciende tirando de las cuerdas preestablecidas. As¨ª pues, ni hab¨ªan sufrido un accidente fatal, ni se hab¨ªan extraviado en las pendientes somitales. Todo apunta entonces a un caso de agotamiento en condiciones extremas de fr¨ªo y con un ataque a cima que arranc¨® muy bajo, a unos 7.300 metros, con un desnivel enorme a resolver en perspectiva.
Sin protocolos
Sajid Sadpara hab¨ªa visto con vida a su padre, por ¨²ltima vez, en las inmediaciones del cuello de botella. All¨ª, sin saberlo, se despidi¨® de ¨¦l para siempre cuando su regulador de ox¨ªgeno artificial dej¨® de funcionar, lo que le salv¨® de un destino tr¨¢gico. Sajid decidi¨® esperar al tr¨ªo en el campo 4, pero a la ma?ana siguiente estos no hab¨ªan regresado. Supo entonces que la espera ser¨ªa vana y decidi¨® salvar su vida abandonando a la carrera la monta?a, aunque resuelto a regresar para dilucidar los hechos que causaron la p¨¦rdida. El realizador canadiense Elia Saikary dio un paso al frente financiando la expedici¨®n de b¨²squeda, contando con grabar un documental en el que sigue trabajando. Pero fueron los sherpas que trabajaban en la ruta los primeros en dar cuenta del aviso: los tres cuerpos estaban localizados.
Las im¨¢genes rescatadas de las c¨¢maras que portaban los tres fallecidos no permitieron revelar si hab¨ªan alcanzado o no la cumbre y no ha trascendido si se han podido recuperar los tracks de sus localizadores gps. ?Alcanzaron de forma tard¨ªa la cima y lo pagaron durante el descenso? ?decidieron dar media vuelta m¨¢s tarde de lo que sus organismos pudieron soportar? ?fallaron los reguladores de ox¨ªgeno artificial que, al menos de forma segura, llevaban Sadpara y Snorri? La familia del alpinista island¨¦s John Snorri sufre ahora un verdadero calvario emocional, muy similar al de todos los familiares de los desaparecidos en las monta?as. ?C¨®mo quitarse de la cabeza la imagen de un ser querido a la vista de cualquiera que camine a su lado?
Solo en las monta?as m¨¢s remotas del planeta, all¨ª donde los helic¨®pteros apenas resultan operativos, se dan estos casos de cuerpos humanos abandonados a ojos de los alpinistas. Es un asunto acerca del cual no existe un protocolo claro de actuaci¨®n, puesto que se asume que el rescate de ciertos cad¨¢veres podr¨ªa devenir en nuevas defunciones. Equipos numerosos de especialistas bien pagados (?por qui¨¦n?) podr¨ªan resolver con relativa facilidad el caso que ocupa a la familia de John Snorri, pero siempre planear¨¢ la duda de un posible accidente durante la tarea. Mientras, la decencia humana deber¨ªa evitar que circulasen las im¨¢genes del morbo.
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