El solista que lider¨® al mejor Barcelona
Alrededor de Piqu¨¦ ha habido siempre tanto ruido que a menudo se olvida que ha sido uno de los mejores centrales de la historia del Barcelona
Alrededor de Piqu¨¦ ha habido siempre tanto ruido que a menudo se olvida que ha sido uno de los mejores centrales de la historia del Barcelona. La suya es una vida de pel¨ªcula que ha justificado la raz¨®n de ser de las redes sociales y alimentado a la prensa sensacionalista, a la econ¨®mica, incluso a la de sucesos y espect¨¢culos y por supuesto a la de deportes, en tanto que futbolista campe¨®n del mundo el mismo d¨ªa que intimaba con Shakira. No renunci¨® nunca a ser un buen padre de familia, siempre quiso ser un empresario moderno ¡ªla legalidad antes que la ¨¦tica¡ª y jam¨¢s se escondi¨® de noche, amante del casino y tambi¨¦n de la juerga, capaz de divertirse como un ni?o junto con Riqui Puig para despu¨¦s discutir con la Guardia Urbana. El pack Piqu¨¦ admite en cualquier caso mucha controversia, salvo cuando se habla de f¨²tbol y del jugador del Bar?a.
La carrera de Piqu¨¦ no admite comparaci¨®n con ninguna de las que han vivido los m¨¢s famosos jugadores del Camp Nou. Nunca quiso ser un ni?o mimado de la Masia, marc¨® distancias hasta con Messi y su salida del club nada tendr¨¢ que ver con las de Iniesta y Xavi ni tampoco con la de Busquets ¨Dacaso guarda parecida con la de Guardiola futbolista¨D. Incluso le cost¨® ser admitido como capit¨¢n. No es f¨¢cil convivir con Piqu¨¦. Ni en la familia ni en el vestuario ni en la cancha ni en la sala de juntas, dispuesto como est¨¢ siempre a negociar contratos propios y empresariales, sin olvidar su condici¨®n de cul¨¦ y de catalanista como demostr¨® en el refer¨¦ndum del 1 de octubre de 2017 cuando acat¨® contra su deseo que el Bar?a jugara a puerta cerrada su partido de Liga contra Las Palmas.
¡°Sin Gerard se nos habr¨ªa ca¨ªdo el invento¡±, recordaba Tito Vilanova cuando los focos del ¨¦xito se centraban en los jugadores m¨¢s premiados del Bar?a de Guardiola. Piqu¨¦ ha formado la mejor pareja de zagueros con Puyol, cuando el equipo se juntaba en la divisoria y presionaba en cancha contraria, para despu¨¦s gobernar el ¨¢rea azulgrana mientras la rival era franqueada por Messi. Piqu¨¦ fue un excelente jugador de equipo cuando hab¨ªa equipo y se convirti¨® en un gran solista cuando las individualidades se impusieron al colectivo tanto en la selecci¨®n espa?ola como en el Camp Nou.
No le avalan los galardones sino un curr¨ªculum que no admite manchas como la de ser suplente y salir a la fuerza en los partidos de entretiempo como el de Pilsen. No se trata de ayudar, sino de respetar y Piqu¨¦ no se quiere someter al juicio de la hinchada ni a su rechifla despu¨¦s de constatar que las lesiones le han pasado factura y ya no puede discutir el papel en la obra que le reserv¨® Xavi. Nunca quiso ser suplente y jam¨¢s obrar¨¢ como un jugador de complemento que se expone a la ira de quienes los idolatraron ni a la cr¨ªtica de la prensa que lo encumbr¨® y discuti¨® cuando se sent¨ªa el rey del mambo, tambi¨¦n con Espa?a.
Tampoco est¨¢ dispuesto a pleitear por su vida ni por sus gustos; ni a entrar en conflictos comerciales, y menos a¨²n si mantiene sus expectativas de ser el futuro presidente del Barcelona. Piqu¨¦ siempre fue un adelantado, se anticip¨® en el campo y en la jugada, dominador del timing en un club que acostumbra a actuar precisamente a destiempo, presa habitualmente de la nostalgia, pendiente hoy de Xavi y de Laporta. Ahora ha sabido encontrar el momento oportuno para quitarse de en medio sin ser esclavo emocional del pasado y abrir perspectivas para el futuro, justo cuando la rumorolog¨ªa empezaba a erosionar su figura sin distinguir al personaje del jugador, el futbolista que expiaba en la cancha las faltas que se le reprochaban fuera, perseguido por las calles de Barcelona.
A Piqu¨¦ siempre le gust¨® jugar con la gente y sorprender a la audiencia como se ha comprobado con su anuncio de despedirse el s¨¢bado en el Camp Nou. El impacto de la noticia ha acabado con las especulaciones abiertas desde hace tiempo sobre su sueldo, su contrato, sus pleitos, sus desavenencias y el arsenal predispuesto para un previsible linchamiento que no se correspond¨ªa con su historial futbol¨ªstico ni con el carisma ganado en el Bar?a. Piqu¨¦ decidi¨® que se iba en cuanto advirti¨® que ya no le alcanzaba ni para atarse las botas en Mestalla. Aquella imagen no calza con la del futbolista ganador, imperial, carism¨¢tico y chulo que ha sido toda su vida. Nunca fue f¨¢cil de soportar y, sin embargo, sin la grandeza ni la personalidad de su f¨²tbol, el Bar?a dif¨ªcilmente habr¨ªa alcanzado la cumbre, como pronosticaba Tito. Inteligente m¨¢s que listo, Piqu¨¦ dio mucho que hablar, pero la noticia final no la comparti¨® con nadie, como corresponde a una bestia comunicativa cuyo comportamiento cuestiona a menudo su sentido de club y de equipo, aunque nadie duda de que es cul¨¦.
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