Eliud Kipchoge, conjunci¨®n astral en el marat¨®n de Boston
Este lunes, el maratoniano m¨¢s grande, debuta a los 38 a?os en la prueba m¨¢s antigua y tradicional
No hay marat¨®n con m¨¢s tradici¨®n que el de Boston ni maratoniano m¨¢s grande que Eliud Kipchoge. Entre ambos tejieron en la ¨²ltima d¨¦cada una historia de amor imposible a la que solo la edad, quiz¨¢s, o la conciencia de que el fin se acerca, ha puesto fin. Suenan, jolgorio, alegr¨ªa, campanas de boda. Ya cumplidos los 38, y en su und¨¦cimo a?o como maratoniano, el doble cam...
No hay marat¨®n con m¨¢s tradici¨®n que el de Boston ni maratoniano m¨¢s grande que Eliud Kipchoge. Entre ambos tejieron en la ¨²ltima d¨¦cada una historia de amor imposible a la que solo la edad, quiz¨¢s, o la conciencia de que el fin se acerca, ha puesto fin. Suenan, jolgorio, alegr¨ªa, campanas de boda. Ya cumplidos los 38, y en su und¨¦cimo a?o como maratoniano, el doble campe¨®n ol¨ªmpico y doble plusmarquista mundial, ha dado el s¨ª. La uni¨®n, que por su grandeza, por la personalidad de los contrayentes, toma visos de conjunci¨®n astral, y suena Van Morrison de fondo, tendr¨¢ lugar hoy, tercer lunes de abril, Patriot¡¯s Day, fiesta en el estado, a las 9.37 (hora de Boston, 15.37 en Espa?a) en la calle Mayor de Hopkinton, el pueblecito al oeste de la capital de Massachusetts del que partir¨¢ la 126? edici¨®n del marat¨®n nacido en 1897, un a?o despu¨¦s de que los primeros Juegos de Atenas inventaran la distancia, y al que solo la pandemia pudo frenar un a?o, en 2020.
Tiene tanta habilidad comunicativa y peso medi¨¢tico un marat¨®n que resisti¨® que una bomba terrorista estallara entre el p¨²blico en la llegada hace 10 a?os ya, que hasta convirti¨® en lo que se llama ahora ic¨®nica una imagen vergonzosa, la de la agresi¨®n a una mujer, Kathrin Switzer, en 1969, por el director de la carrera que la quer¨ªa expulsar porque las mujeres no ten¨ªan derecho a participar. Solo desde 1972 las mujeres pueden tener dorsal, por lo que parece imposible que la ic¨®nica imagen, y viva el pleonasmo, pueda repetirse. A la mujer agredida se la conmemora por su valor y la foto es ahora otra, un atleta demacrado y en los huesos, y una atleta tal cual, y una manta de aluminio si hace fr¨ªo, y cada uno sosteniendo en el podio un cheque gigante por valor de 150.000 d¨®lares, premio igualitario para ambos g¨¦neros.
Seis son los monumentos del marat¨®n, los llamados majors, Tokio, Boston, Londres, Chicago, Berl¨ªn y Nueva York. Ning¨²n atleta en la historia ha ganado en las seis ciudades. Kipchoge ha ganado en cuatro (y cuatro veces en Londres y cuatro en Berl¨ªn), y solo le faltan Boston y Nueva York para completar un grand slam que, se supone, nadie m¨¢s podr¨¢ lograr nunca. Boston, en abril; Nueva York, que nunca ha disputado, en noviembre. Son los planes de Kipchoge antes de buscar en Par¨ªs, en agosto del 24, ser el primero de la historia con tres t¨ªtulos ol¨ªmpicos en marat¨®n.
A Kipchoge, 19 maratones oficiales disputados, 17 ganados (m¨¢s las dos contrarrelojes de exhibici¨®n en torno a las dos horas), y a sus patrocinadores les apremian el tiempo y el ansia de grandeza ¨²nica, cuyo camino perturba Boston, un marat¨®n ¨²nico e inimitable, y desagradecido con los m¨¢s grandes. El keniano amante de los aforismos, de la vida sencilla, casi asc¨¦tica, y su pose y sonrisa zen de abad budista, o de Dalai Lama casi, es solo el segundo plusmarquista mundial vigente que participa en Boston desde que lo hizo el brit¨¢nico Jim Peters en 1954, hace 69 a?os, y qued¨® segundo. Haile Gebrselassie, otro de los m¨¢s grandes, nunca corri¨® en Boston. Y el que ser¨ªa el m¨¢s grande si no hubiera nacido el monje Kipchoge, el et¨ªope de los pies descalzos Abebe Bikila --Roma 60, Tokio 64, dos r¨¦cords del mundo tambi¨¦n, como su vecino del sur del Rift Valley--, corri¨® 13 maratones en su vida. Gan¨® 12, perdi¨® uno: el ¨²nico que corri¨® en Boston, donde fue quinto en 1963. No solo Bikila choc¨® con Boston: ning¨²n campe¨®n ol¨ªmpico ha ganado all¨ª. Una tarea a la altura de Kipchoge, of course.
Como el recorrido es lineal, y descendente y quebrada ¨Clos 42,195 kil¨®metros desde Hopkinton, a 143,3 metros de altitud hasta la calle Boylston, frente a la biblioteca p¨²blica de Boston, a 1,25 metros sobre el nivel del mar, y un recorrido muy quebrado por valles y las colinas de Newton, Kenmore Square, giro a la derecha por Heresford y a la izquierda en Boylston: 23 kil¨®metros bajando, 16 y medio subiendo y dos y medio llanos: 438 metros de desnivel negativo, cuesta abajo, y 296 de desnivel positivo, seg¨²n c¨¢lculos del ge¨®grafo Sean Hartnett-- y a veces le ameniza un fuerte viento c¨¢lido y h¨²medo que hace volar, las marcas conseguidas no cuentan para r¨¦cords: la marca no es tan importante como la victoria. Por eso tambi¨¦n, se corre sin liebres.
Un territorio nuevo, ma non troppo, no tan nuevo como parece, para Kipchoge, que ha batido sus dos r¨¦cords mundiales (2h 1m 39s y 2h 1m 9s) en el recorrido ideal de Berl¨ªn, plano como palma de mano, liebres magn¨ªficas, e ideal de temperatura y humedad en septiembre, y que en el circuito de Monza (2h 25s) y en el Prater de Viena (1h 59m 40s), y zapatillas at¨®micas, corri¨®, en condiciones mejoradas m¨¢s all¨¢ de los reglamentos, m¨¢s deprisa de lo que se puede so?ar. Tales haza?as le han valido el apelativo de maestro de las maratones planas y reguladas, lejanas del salvaje Boston, lo que ser¨ªa simplificar y olvidar dos cosas: las maratones de los Juegos Ol¨ªmpicos se disputan sin liebre (y Kipchoge gan¨® en R¨ªo estrenando las Vaporfly de Nike y en Tokio 20, que en realidad fue Sapporo 21, con las Alphafly); Kaptagat, en las alturas de Kenia, donde vive y se entrena, es territorio de monta?as y cuestas, y a uno de los recorridos en los que m¨¢s practica le llaman precisamente Boston, por sus desniveles y dureza. ¡°Pese a que nunca he corrido maratones con relieve, no he cambiado para nada mi rutina de entrenamiento¡±, dice. ¡°En Kenia todo es subidas y bajadas...¡±.
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