El virus puede con Boston
Se cancela por primera vez el marat¨®n m¨¢s antiguo del mundo, que se hab¨ªa disputado 123 veces consecutivas desde su estreno en 1897
Cuando la persona tiene tiempo libre puede dedicarse a actividades no esenciales, tales como pensar por pensar y correr por correr. As¨ª naci¨® la filosof¨ªa, as¨ª prosper¨® el marat¨®n de Boston, que naci¨® en 1897, solo unos meses despu¨¦s de que el bar¨®n de Coubertin inventara la prueba para dar un toque m¨¢s hel¨¦nico a¨²n a los primeros Juegos Ol¨ªmpicos, los de Atenas de 1896.
La filosof¨ªa ha resistido, o eso parece, al asalto de la pandemia del coronavirus, pero no as¨ª la popular carrera de 42,195 kil¨®metros que se celebra en la capital de Nueva Inglaterra el tercer lunes del mes de abril (D¨ªa del Patriota en Massachusetts, que hasta mediados de los 60 se festejaba siempre el 19 de abril), cuya edici¨®n 124?, la de 2020, despu¨¦s de un primer intento de aplazamiento al lunes 14 de septiembre, ha sido definitivamente cancelada. El unicornio de las medallas de Boston, un s¨ªmbolo que homenajea al origen escoc¨¦s de las carreras pedestres y que quiere simbolizar el imposible de perfecci¨®n que persiguen todos los que se lanzan a correr un marat¨®n, ha encontrado en el virus un imposible impenetrable.
¡°?ramos un tanto optimistas pensando que para septiembre podr¨ªamos poner en marcha un evento tan gigantesco¡±, explic¨® Tom Grilk, el director ejecutivo de la Boston Athletic Association (BAA), el club privado de la aristocracia bostoniana que dice que su ciudad es la Atenas del Nuevo Mundo y que organiza la prueba desde la primera edici¨®n. Aquel 1897 fueron 25 los inscritos, 15 los participantes, menos de 10 los que terminaron, y un ganador neoyorquino, James McDermott, las 25 millas (40 kil¨®metros: solo a partir de 1928 se oficializaron las 26,2 millas, 42,195 kil¨®metros, como distancia ¨²nica y oficial del marat¨®n) que desde el suburbio de Hopkinton, al oeste, llevaba en cuesta abajo, salvo la terrible subida a la colina de los rompecorazones (Heartbreaking) a los atletas hasta la meta del Oval de la calle Exeter y la lujosa sede de la BAA, donde ahora hay una biblioteca p¨²blica. Unos 25.000 espectadores se emocionaron al verlos pasar, seg¨²n las cr¨®nicas de primera p¨¢gina de los peri¨®dicos locales. El marat¨®n de Boston, el m¨¢s antiguo del mundo, ya comenz¨® como algo importante, y no ha parado de crecer. Para la edici¨®n de 2020 hab¨ªa 30.000 inscritos, una cifra limitada tras un duro proceso de selecci¨®n por marcas m¨ªnimas, y se calcula en casi un mill¨®n el n¨²mero de personas que se congrega en las aceras para disfrutarlo y en 200 millones de d¨®lares los ingresos que generan para la ciudad. El marat¨®n devolver¨¢ el dinero de la inscripci¨®n a los atletas, a quienes valdr¨¢n las marcas conseguidas desde septiembre de 2018 para apuntarse a la edici¨®n del 19 de abril de 2021.
¡°Con 100.000 muertos en el pa¨ªs, no podemos hacer algo tan irresponsable como seguir adelante¡±, a?adi¨® Grilk, cuya BAA perder¨¢ no solo dinero sino tambi¨¦n el orgullo de dirigir una de las grandes competiciones m¨¢s que centenarias del mundo del deporte que hasta el momento hab¨ªa sido inmune a las suspensiones. Su publicidad oficial resalta que ni las guerras, ni las pestes, ni las cat¨¢strofes, nevadas, inundaciones o bombas, como las del atentado de 2013, hab¨ªan podido nunca con una carrera que presenta, sin saltos de a?os, su lista de 123 ganadores hombres y 54 mujeres (solo desde 1966), aunque con una peque?a trampa. En 1918, ¨²ltimo a?o de la Primera Guerra Mundial y de la gripe espa?ola, el Boston de Dennis Lehane y su huelga de polic¨ªas de Cualquier otro d¨ªa, en vez de marat¨®n se corri¨® una prueba por relevos entre regimientos militares como acci¨®n publicitaria para vender bonos para financiar la guerra. Como peque?a venganza, en los a?os setenta ganaron Jon Anderson y, tres veces, el gran Bill Rodgers, dos objetores de conciencia que aprovecharon el altavoz de la victoria para un discurso antibelicista, y una d¨¦cada antes, en 1966, en los a?os del movimiento contra la guerra de Vietnam, una hippy se col¨® en la carrera sin dorsal y la termin¨®. ¡°Cuando intent¨¦ inscribirme, me dijeron que las mujeres no eran capaces de correr un marat¨®n¡±, explic¨® Roberta Bobby Gibb, que hab¨ªa llegado en autob¨²s despu¨¦s de un viaje de cuatro d¨ªas desde California. ¡°As¨ª que me col¨¦ para acabar con ese prejuicio¡±. Tambi¨¦n disput¨® Gibb el marat¨®n de 1967, el que pas¨® a la historia por la foto del oficial de la BAA intentando echar de la carrera a Kathrine Switzer, la joven que s¨ª hab¨ªa logrado inscribirse y corr¨ªa con dorsal, pues su lucha no era demostrar que la mujer pod¨ªa con la distancia sino exigir que se las dejara participar a todas las que quisieran. Solo en 1972 se abri¨® Boston a las mujeres.
Por eso, dicen todos los que tambi¨¦n entienden del Bar?a, el marat¨®n de Boston es m¨¢s que un marat¨®n. ¡°El mayor orgullo para un bostoniano es ganar el marat¨®n de Boston¡±, dice la maratoniana ol¨ªmpica Shalane Flanagan, que gan¨® una vez en Nueva York pero nunca en su ciudad. Que una mujer pueda pensar en ganar en Boston, y sentir un tremendo chute de empoderamiento, lo debe a sus capacidades y a su entrenamiento, pero que pueda pensar en participar se lo debe a las pioneras de 50 a?os antes.
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