Manuel Merillas ocupa el trono vacante de Kilian Jornet en Zegama
El leon¨¦s logra la gran joya de su palmar¨¦s en la marat¨®n por monta?a, condicionada por una meteorolog¨ªa adversa que complica el recorrido
Manuel Merillas, el leon¨¦s que descansa cuando hace buen tiempo y entrena cuando hace malo, cumpli¨® a la s¨¦ptima con su t¨ªo y le dio la txapela de las txapelas. El trono vacante de la Zegama-Aizkorri, con Kilian Jornet ¨Cdiez veces ganador¨C en Nepal, lo ocup¨® un ermita?o de La Cueta, un pueblo de apenas ocho habitantes, al que recibi¨® en meta Zar, su perro, que entendi¨® con su sacudida lo que aquello significaba. Fue su ma?ana, volando entre la niebla, su para¨ªso. As¨ª logr¨® a los ...
Manuel Merillas, el leon¨¦s que descansa cuando hace buen tiempo y entrena cuando hace malo, cumpli¨® a la s¨¦ptima con su t¨ªo y le dio la txapela de las txapelas. El trono vacante de la Zegama-Aizkorri, con Kilian Jornet ¨Cdiez veces ganador¨C en Nepal, lo ocup¨® un ermita?o de La Cueta, un pueblo de apenas ocho habitantes, al que recibi¨® en meta Zar, su perro, que entendi¨® con su sacudida lo que aquello significaba. Fue su ma?ana, volando entre la niebla, su para¨ªso. As¨ª logr¨® a los 32 a?os la victoria m¨¢s prestigiosa de su carrera ¨Cy hablamos de un campe¨®n del mundo¨C en la marat¨®n por monta?a fetiche (42.195 metros con 2.736 metros de desnivel positivo) tras tres horas, 42 minutos y un segundo.
Por si hiciera falta ¨¦pica, el cron¨®metro descontaba los segundos para la salida con los coros de Vangelis. Medio millar de chubasqueros y esfuerzos artesanos por calentar las manos porque jarreaba de lo lindo. Lo que el a?o pasado era un para¨ªso soleado y seco volv¨ªa a sus or¨ªgenes: barro, lluvia y niebla. Hab¨ªa alg¨²n valiente como el brit¨¢nico Jonathan Albon en manga corta, pero aquello era una colecci¨®n de chubasqueros. Son¨® el pistoletazo y el suizo R¨¦mi Bonnet impuso su ley en la parte inicial, de pendiente tenue, bajando en los primeros 13,5 kil¨®metros el r¨¦cord de Jornet del a?o pasado.
El recorrido, que combina hayedos con zonas escarpadas y pastizales, no tiene una gran complejidad en seco, pero muda su piel con la lluvia. Los voluntarios suprimieron la parte m¨¢s t¨¦cnica, el crester¨ªo en la cima del Aizkorri, un tramo de piedra caliza que resbala como el hielo cuando est¨¢ mojada. La sensaci¨®n t¨¦rmica en ese terreno desnudo con viento del nordeste completaba una bomba que se desactivaba en la salida. Con el barro, presente desde las cotas m¨¢s bajas, tocaba convivir: sin agarre en las subidas, patinando en las bajadas. Para los ¨²ltimos, el agravante de encontrarlo ya pisado.
La marcha de Bonnet en la salida estir¨® el pelot¨®n, pero no lo rompi¨®. El keniano Robert Pkemoi fue uno de los grandes beneficiados por la omisi¨®n del crester¨ªo ¨Clas zonas t¨¦cnicas son el obst¨¢culo del cuerno de ?frica a la cima del trail, de barro van sobrados¨C, se mantuvo a la estela del suizo en Aratz, la primera cima, y le adelant¨® antes del Sancti Spiritu. Ah¨ª empieza el museo mundial del trail: algo m¨¢s de dos kil¨®metros hasta el Aizkorri entre un pasillo de fieles que recuerda al ciclismo. El momento con el que sue?an los 13.830 que se apuntan al sorteo; los ¨¢nimos no est¨¢n relacionados con el puesto. Porque, como subraya el padre de la carrera, Alberto Aierbe, el mal tiempo motiva m¨¢s si cabe a los vascos a salir al monte. Un japon¨¦s celebrando entre ikurri?as cuando llega a la cima del Aizkorri, todo un sello cosmopolita.
Es la subida m¨¢s dura, entre el estruendo de los cencerros y la niebla, sin ver el horizonte, con la ropa calada y pendientes del siguiente resbal¨®n. Los sabios de Zegama aconsejan dejar las alas para despu¨¦s del Aizkorri porque las carreras se ganan bajando. En ese momento empez¨® la caza de seis perseguidores en apenas dos minutos y medio; ah¨ª s¨¦ptimo, estaba Manuel Merillas. Ah¨ª empezaba su carrera.
En apenas cinco kil¨®metros, Bonnet pas¨® del primero a quinto. Albon se puso a los mandos con Elhousine Elazzauoi; con el keniano a la estela, su amenaza ven¨ªa de Le¨®n, que les estaba recortando y estaba ya a escaso medio minuto largo. As¨ª lleg¨® la ¨²ltima cima, Andraitz y m¨¢s bajadas comprometidas, el placer de Merillas, que no solo adelant¨® al brit¨¢nico, sino que le desbord¨®. Elazzauoi era el ¨²nico que segu¨ªa su estela a falta de ocho kil¨®metros. La batalla por el tercer puesto del a?o pasado se repet¨ªa con la txapela en juego. Sin terreno t¨¢ctico por delante, esperaba un mano a mano tras casi cuatro horas. El leon¨¦s tuvo que poner la m¨¢quina a m¨¢ximas revoluciones en los tramos con m¨¢s barro para romper al marroqu¨ª y enfilar feliz la llegada a Zegama. Fue la quinta menor diferencia en las 20 ediciones disputadas, apenas 27 segundos. El caluroso Albon complet¨® el podio a tres minutos.
Merillas resumi¨® su sentimiento al cruzar la meta: ¡°Soy libre¡±. Porque Zegama no es una carrera, es una obsesi¨®n. ¡°Me he quitado un peso de encima. Entrenar para esto es un esfuerzo terrible, yo estoy siempre entre pe?as¡±. Alguien que no pas¨® fr¨ªo ¡°en ning¨²n momento¡± relat¨® sus dificultades para romper al marroqu¨ª: ¡°El cabrito no se despegaba¡±. Y su t¨ªo, un grandull¨®n ¡°de esos que crees que no van a llorar en la vida¡±, viv¨ªa a moco tendido la liberaci¨®n de su sobrino.
La categor¨ªa femenina, hu¨¦rfana de Nienke Brinkman, ganadora el a?o pasado, rompi¨® los pron¨®sticos que situaban a una campeona del mundo como Blandine L¡¯Hirondel como favorita. Pero el liderato de la francesa claudic¨® a los pies del Aizkorri y la china Miao Yao se puso a los mandos; poco le dur¨®, porque se lo quit¨® la alemana Daniela Oemus, que se calentaba las manos mientras deslizaba con una est¨¦tica suprema, encontrando sus l¨ªmites, sus ca¨ªdas, como todos. Gan¨® holgadamente con un tiempo de 4h31m54s. Segunda, a 2m10s, fue la neozelandesa Caitlin Filder y el podio lo cerr¨® Theres Loboeuf a 5m47s.
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