El Real Madrid no se despeina
Dos goles a la media hora de juego, uno de Rodrygo y otro del reci¨¦n llegado Bellingham, fueron suficientes para desarbolar a un Athletic sin mordiente
Gan¨® el Madrid en Bilbao como quien no quiere la cosa. Dos goles en la primera parte, en los minutos tontos del Athletic, o esos en los que el equipo madridista aceler¨® un poco, que no se sabe que puede ser m¨¢s importante, fueron suficientes como para comenzar la Liga sin m¨¢cula para los de Ancelotti, que se pusieron con ventaja y durmieron el partido sin dar opciones al rival....
Gan¨® el Madrid en Bilbao como quien no quiere la cosa. Dos goles en la primera parte, en los minutos tontos del Athletic, o esos en los que el equipo madridista aceler¨® un poco, que no se sabe que puede ser m¨¢s importante, fueron suficientes como para comenzar la Liga sin m¨¢cula para los de Ancelotti, que se pusieron con ventaja y durmieron el partido sin dar opciones al rival.
La de San Mam¨¦s era una noche ideal para ver f¨²tbol, y para jugarlo. En Bilbao la can¨ªcula no es regla, sino excepci¨®n, y con el Real, adem¨¢s, lleg¨® el sirimiri que suaviz¨® todav¨ªa m¨¢s la temperatura. No hab¨ªa excusas ni para las pausas de hidrataci¨®n, ni para un mal partido, pero acab¨® siendo un ejercicio funcionarial para el Madrid, otro d¨ªa en la oficina; uno de tantos encuentros que juegan los de Ancelotti a t¨ªtulo de inventario. Unos cuantos minutos de intensidad, no demasiados que el equipo est¨¢ en rodaje, dos chispazos o tres de calidad y a otra cosa, que restan 37 jornadas. Quien quisiera calibrar las posibilidades de Lunin para evitar la llegada de otro portero, se qued¨® con las ganas. Comparar el medio campo con el de anta?o, sin Modric y Kroos de inicio, tambi¨¦n result¨® un ejercicio f¨²til. No hab¨ªa causa probable que analizar, porque el Athletic solo contest¨® cuando lo ten¨ªa todo en contra, y adem¨¢s, las respuestas no fueron demasiado convincentes. Ni siquiera tuvo que aparecer Vinicius para resolver problemas en ataque. Apenas se mostr¨®, no hizo falta. Cuando Ancelotti decidi¨® darle descanso, mediada la segunda mitad, su sustituci¨®n pas¨® desapercibida.
Tard¨® media hora en sobresaltarse San Mam¨¦s, que se dedicaba hasta entonces a prolongar los habituales silbidos a Vini, sin pasar de ah¨ª, a la otra banda por la que corr¨ªa Carvajal, nueva bestia negra, o blanca en este caso, de la afici¨®n bilba¨ªna. En ese momento, se le hel¨® la sangre a Unai Sim¨®n cuando se encontr¨® frente a frente con Rodrygo, que fusil¨® a placer para adelantar al Madrid con Lekue a verlas venir, en unos minutos desastrosos del lateral del Athletic y del equipo de Valverde en general. Sac¨® Unai dos balones pero no pudo con el tercero. Otra vez Lekue girando sobre s¨ª mismo mientras Bellingham esperaba a pie firme para rematar el centro de la esquina seg¨²n llegaba y hacer el segundo.
Desde el primer sobresalto, ya nadie vivi¨® tranquilo en San Mam¨¦s. Nadie de la casa, claro, porque los forasteros comenzaron a intuir que, pese a lo que hab¨ªan apretado las tribunas hasta entonces, algo a lo que los futbolistas est¨¢n habituados, les iba a bastar un poco de cabeza y algo de control para mantener a raya a un Athletic pobre de ideas, fall¨®n en defensa y con las luces apagadas en ataque. S¨®lo una arrancada del debutante Unai G¨®mez aport¨® algo de chispa a su equipo, al que las musas del f¨²tbol no acompa?aban.
En el descanso, Valverde trat¨® de reconstruir al Athletic con un triple cambio, en el que se?al¨® abiertamente a Muniain y Nico Williams, inoperantes en la creaci¨®n y el ataque rojiblanco. Salieron Sancet, Berenguer y Guruzeta, con la esperanza de abrir alguna grieta en la defensa del Madrid, que no dio ninguna muestra de descomposici¨®n. Intervino m¨¢s Lunin en balones colgados, se anim¨® la grada con alguna de esas arrancadas marca de la casa que son casi de obligado cumplimiento en San Mam¨¦s.
El ¨²nico contratiempo para el Real fue la lesi¨®n de Militao, cuando acudi¨® a presionar a Sancet, resbal¨® y se le torci¨® la rodilla. No ten¨ªa buena pinta y lo intuy¨® la Catedral, que le despidi¨® entre aplausos. Sali¨® Rudiger en su lugar, y entonces Ancelotti orden¨® replegar l¨ªneas, ordenarse atr¨¢s y correr al contragolpe, aunque sin demasiadas prisas como para sorprender al Athletic en defensa. Salieron Kroos primero y Modric despu¨¦s para ordenar lo que anduviera desordenado, y dej¨® pasar los minutos el equipo blanco sin sobresalto alguno. Mientras el Athletic iba perdiendo fuelle.
Durante a?os, San Mam¨¦s padeci¨® la pesadilla de Benzema y a veces tambi¨¦n la de Courtois, pero sin ninguno de ellos en el c¨¦sped, volvi¨® a vivir la cruda realidad de enfrentarse a un equipo que puede destrozar a cualquiera en un par de detalles, y adem¨¢s marcharse tan tranquilo, como si en vez de provocar un destrozo en el rival no hubiera roto un plato. Antes del descanso ya hab¨ªa terminado el partido. El Madrid gan¨® sin apenas despeinarse.
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