La cima estaba en el campo base del Everest
Miguel ?ngel Rold¨¢n se convierte en el primer enfermo de ELA en alcanzar los 5.300 metros mientras reclama inversi¨®n en investigaci¨®n para una enfermedad sin cura
La cima del cordob¨¦s Miguel ?ngel Rold¨¢n estaba exactamente en el campo base del Everest, a 5.364 metros sobre el nivel del mar, un lugar que hubiera alcanzado paseando hace apenas cuatro a?os, cuando este profesor de educaci¨®n f¨ªsica disputaba triatlones y robaba tiempo al tiempo para salir a correr, nadar y acoplarse en su bici aerodin¨¢mica. Entonces, le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotr¨®fica (ELA) y de la impresi¨®n crey¨® que morir¨ªa ¡°al d¨ªa siguiente¡±. Sigue vivo, y el lunes, acompa?ado por una comitiva de trein...
La cima del cordob¨¦s Miguel ?ngel Rold¨¢n estaba exactamente en el campo base del Everest, a 5.364 metros sobre el nivel del mar, un lugar que hubiera alcanzado paseando hace apenas cuatro a?os, cuando este profesor de educaci¨®n f¨ªsica disputaba triatlones y robaba tiempo al tiempo para salir a correr, nadar y acoplarse en su bici aerodin¨¢mica. Entonces, le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotr¨®fica (ELA) y de la impresi¨®n crey¨® que morir¨ªa ¡°al d¨ªa siguiente¡±. Sigue vivo, y el lunes, acompa?ado por una comitiva de treinta personas culmin¨® el trekking que muere a los pies de la monta?a m¨¢s elevada del planeta para convertirse en el enfermo de ELA que m¨¢s alto ha llegado jam¨¢s.
Lleg¨® tirando de ox¨ªgeno artificial, sumido como est¨¢ en una cuenta atr¨¢s irreversible, pero se quit¨® la m¨¢scara y grit¨®. Tan fuerte como le fue posible. No era un grito de ¨¦xtasis, sino de socorro. La Esclerosis Lateral Amiotr¨®fica no se cura. Por eso precisa hacerse visible: para que se multiplique y acelere su estudio, para dar esperanza a sus numerosos afectados. Solo en Espa?a existen m¨¢s de 3.000 casos diagnosticados, y seg¨²n la Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa cada a?o se diagnostican 900 nuevos casos. De hecho, una de cada 400 personas desarrollar¨¢ la enfermedad. La mayor parte de los pacientes tiene una esperanza de vida apenas superior a los cinco a?os desde su diagn¨®stico y sufre la p¨¦rdida progresiva de las neuronas motoras de la m¨¦dula espinal y de la corteza cerebral.
Uniendo fuerzas, cuatro asociaciones relacionadas con la lucha contra la ELA (saca la lengua a la Ela, Dalecandela, Dar dar y Adela EH) se unieron para crear el proyecto Los 5 gritos. Escalada de vida, equipar¨¢ndolo con una expedici¨®n a una monta?a cuya cima se desconoce: encontrar una cura para esta enfermedad. Cada grito reclama lo mismo: inversi¨®n en investigaci¨®n para dar con la forma de sanar a sus numerosos afectados. Muchos de los asociados fueron deportistas o aventureros, personas que ahora ven c¨®mo su organismo los abandona de forma escalonada, una impotencia tan cruel como desprovista de esperanza. Cada uno de los cinco gritos pretende ser un reto deportivo de superaci¨®n, aspira a ser un ¡°estruendo que recorra el planeta y reclama la investigaci¨®n como ¨²nica soluci¨®n¡± a su enfermedad.
Miguel ?ngel Rold¨¢n solt¨® bajo las moles del Everest, del Lhotse o del Nuptse el quinto grito, bautizado como ¡®HimELAya¡¯. No cab¨ªa imaginar mejor caja de resonancia. De hecho, Rold¨¢n empieza a ser un referente en el discurso de los gritos necesarios: hace poco m¨¢s de un a?o se convirti¨® en la primera persona con ELA en escalar el Urriellu, la imponente cima asturiana que no tiene senderos que lleven hasta su cima sino cuatro vertientes verticales de perfecta roca caliza. Aqu¨ª no se camina, se escala.
Cada grito interpela a las instituciones responsables de conseguir fondos para investigar la enfermedad y ofrecer una cura. Cada grito tiene un significado ligado a un escenario concreto. El primero se lanz¨® en la Ant¨¢rtida, un lugar g¨¦lido, tanto como el fr¨ªo que siente una persona ante un diagn¨®stico de ELA. Unai Llantada alcanzo la cima del Monte Vinson y Pablo Olmos le acompa?¨® de forma virtual. El Teide recogi¨® el segundo grito: el fuego como s¨ªmbolo de rabia, de desesperanza cuando el cuerpo empieza su deterioro. Jaime Lafita y Miguel ?ngel Rold¨¢n unieron sus gritos en lo m¨¢s alto. Rold¨¢n escal¨® el Urriellu para gritar contra el abandono, la soledad. Para recordar sus ganas de vivir aunque el cuerpo haya dejado de moverse como sol¨ªa. Jaime Lafita viaj¨® de Bilbao hasta la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, donde se toman las grandes decisiones, en velero hasta La Rochelle, primero, y en un t¨¢ndem, a golpe de pedal pegado a su hijo Diego, despu¨¦s. Un pelot¨®n de familiares y amigos le acompa?aron: un s¨ªmbolo de amistad, de apoyo, de lucha y de amor por la vida. El quinto grito proferido el lunes por Rold¨¢n deber¨ªa ser una cima, la conquista suprema, la soluci¨®n. La cura. El derecho a vivir. Existen precedentes: ?o no se obtuvo una vacuna contra la covid en un margen de tiempo impensable incluso para la ciencia?
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