El profesor de Historia que vio nacer el tiki-taka de la UD Las Palmas
Antonio Castellano: ¡°Me cost¨® jubilarme porque daba las clases junto al Estadio Insular y reviv¨ªa a diario mis recuerdos de cr¨ªo¡±
Yo fui testigo del nacimiento del tiki-taka canario. Ocurri¨® hace 60 a?os, mucho antes de que me convirtiera en profesor de Historia. La UD Las Palmas ten¨ªa entonces un equipo gal¨¢ctico: Tonono, Juanito Guedes, Germ¨¢n D¨¦vora, Castellano, Gilberto Rodr¨ªguez¡ Puedo recitar de carrerilla aquella alineaci¨®n. Terminamos terceros en 1967 y subcampeones en 1968. Su juego era muy pausado, calmado e incre¨ªblemente t¨¦cnico. Era una delicia verlos jugar. Hab¨ªa dos o tres jugadores que ejemplificaban a la perfecci¨®n el estilo. Guedes se convirti¨® en mi futbolista favorito. Le apodaban El Mariscal por su carisma. Actuaba como capit¨¢n y organizaba al equipo en el c¨¦sped y fuera, ayudando a sus compa?eros. Tambi¨¦n Germ¨¢n, al que le dec¨ªan El Maestro por su t¨¦cnica especial para hacer regates incre¨ªbles y lanzar pases tremendos. Marcaba goles maravillosos. Ten¨ªa magia en los pies.
Entonces yo ten¨ªa unos 6 o 7 a?os y no hab¨ªa nada en el mundo que me hiciera m¨¢s ilusi¨®n que ir a ver los entrenamientos. Al inicio de la temporada, al final del verano, o durante las vacaciones de Navidad, los ni?os acud¨ªamos religiosamente cada ma?ana a la puerta de la ciudad deportiva y esper¨¢bamos a que fueran llegando nuestros ¨ªdolos. Nos acariciaban la cabeza o nos daban un golpecito en la espalda para darnos cari?o. Para nosotros era como si se nos apareciese Dios.
Para m¨ª ir al f¨²tbol era un ritual. Acud¨ªa al antiguo Estadio Insular andando con mi padre, Adolfo, y hac¨ªamos previamente parada en la cafeter¨ªa Viena para merendar. Era la oportunidad de disfrutar de un s¨¢ndwich de jam¨®n y queso y un zumo de naranja, mi comida favorita cuando era un cr¨ªo. Un d¨ªa, en un partido, vi a una se?ora embarazada y dije: ¡°Mira, pap¨¢, que se lleva el bal¨®n¡±. Tanto ¨¦l como su amigo Crist¨®bal, que nos acompa?aba a los partidos, estallaron en una carcajada. Estuvieron contando la an¨¦cdota durante a?os.
Con el tiempo tom¨¦ cierta distancia con el f¨²tbol. Conforme empec¨¦ a salir con chicas, el domingo hab¨ªa que elegir entre quedar con ellas o ver los partidos. Mis intereses estaban cambiando poco a poco. Termin¨¦ siendo profesor de Historia y Geograf¨ªa tanto en Gran Canaria como en otras ciudades como Madrid o Valencia. Hasta que me jubil¨¦ en el instituto La Minilla, cerca de donde estaba el Estadio Insular. Para m¨ª era un privilegio revivir cada d¨ªa mis recuerdos. Imaginad la cantidad de momentos de mi infancia que se vienen a la cabeza. Casi no quer¨ªa jubilarme porque de alguna manera segu¨ªa siendo aquel ni?o.
Si quieres descubrir m¨¢s historias como esta, entra en¡ Canal del fan