El colchonero que quer¨ªa que su hija fuera del Madrid para no sufrir
Carlos Yuste: ¡°No consegu¨ª que mi hija se hiciera del Madrid, pero casi mejor. Disfrutar de los partidos junto a ella, disfrutar de este lazo, de esa conexi¨®n tan ¨ªntima, es un regalo¡±
Cualquier padre quiere lo mejor para sus hijos. En mi caso, hice lo imposible para que mi hija Isabel se hiciera aficionada del Real Madrid. Y eso que soy colchonero hasta la m¨¦dula. Luch¨¦ con todas mis fuerzas para convencerla de que los madridistas, acostumbrados a ganar, tienen una vida sin tantos sobresaltos, no sufren tanto. Aprovechaba casi cualquier ocasi¨®n en que Isabel me preguntaba por el Atl¨¦tico de Madrid para tratar de reconducir la conversaci¨®n hacia nuestro eterno rival. As¨ª estuve durante a?os. Sin embargo, mis esfuerzos fueron en vano y fracas¨¦ en mi tarea.
Isabel, a sus 11 a?os, es ahora mi colchonera favorita. Me hace mucha ilusi¨®n verla vestida con la bufanda del equipo y con una de mis camisetas antiguas, la del doblete de 1996. Me recuerda a m¨ª a su edad. Cuando yo era un cr¨ªo, les ped¨ªa permiso a mis padres cada viernes para cenar con la camiseta rojiblanca. Cosa que sigo haciendo
De todo esto he sacado una conclusi¨®n. Gracias a todo lo que la presion¨¦ para que se hiciera madridista, creo que le he ense?ado una forma sana de vivir la rivalidad. Normalizar que no debe haber ning¨²n problema con los aficionados de otro equipo.
Para m¨ª el f¨²tbol es una fuente de inspiraci¨®n. Hace unos a?os, jugando una pachanga con unos amigos, me romp¨ª tres huesos de la pierna derecha: la tibia, el peron¨¦ y el mal¨¦olo. Fue un horror. Me operaron y me pusieron seis clavos. Pregunt¨¦ a los m¨¦dicos si podr¨ªa volver a jugar; me dijeron que ser¨ªa imposible.
Mi lesi¨®n coincidi¨® con una ¨¦poca en la que me dieron una de las peores noticias de mi vida: a mi madre, Isabel, le diagnosticaron leucemia, una enfermedad de la sangre que puede ser terminal. Los doctores le dieron un a?o de vida, pero tuvo la fuerza de aguantar hasta seis. Su lucha me marc¨® y me obligu¨¦ a seguir super¨¢ndome hasta no rendirme nunca. Qu¨¦ casualidad que precisamente ese es el lema de cualquier atl¨¦tico que se precie.
No le pod¨ªa fallar a mi madre, as¨ª que luch¨¦ todo lo posible hasta que logr¨¦ volver a jugar al f¨²tbol cada semana. Para recordarla hice dos cosas. Me tatu¨¦ en el tobillo derecho, el que me romp¨ª un par de a?os antes, la frase ¡®I love football¡¯ (amo al f¨²tbol, en ingl¨¦s), y cada vez que lo veo me acuerdo de la mujer que me dio la vida y luego me dio fuerzas para disfrutarla. Lo segundo que hice fue poner a mi hija su nombre. Menos mal que no me hizo caso y se hizo atl¨¦tica. En la vida hay esforzarse para conseguir lo que quieres.
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