Una final Madrid-Atleti, la prueba de fuego para una amistad
Luis Vidal: ¡°La gente se sorprend¨ªa al ver por la calle a dos madridistas y a dos colchoneros tan bien avenidos el d¨ªa de ese partido tan crucial. Somos la mejor prueba de que existe una fraternidad entre ambas aficiones¡±
La historia de mi grupo de amigos m¨¢s querido es un tanto singular. Los cuatro crecimos en el mismo barrio de Madrid, a unas calles del estadio Santiago Bernab¨¦u, y rozando ya los 60 a?os todos hemos terminado afincados en Estados Unidos. Aunque no podemos vernos demasiado porque dos vivimos en Boston, uno en Nueva York y otro en Florida, en 2014 organizamos un reencuentro que recordaremos para siempre: un viaje a Lisboa para presenciar la primera final europea entre el Real Madrid y el Atl¨¦tico de Madrid. Una idea muy bonita, pero tambi¨¦n algo arriesgada sabiendo que en algo tan esencial como el f¨²tbol nos separa un abismo. Mi hermano Ricardo y yo siempre fuimos madridistas, mientras que nuestros compa?eros Luis y Javier son y ser¨¢n irredentos colchoneros.
Recuerdo que aquella tarde de mayo de hace casi 10 a?os, en el aeropuerto, en las calles, en los bares, nos miraban un tanto extra?ados, sorprendidos. Se supon¨ªa que nuestros equipos, eternos rivales, iban a enfrentarse en un duelo que marcar¨ªa para siempre su historia. No hab¨ªa lugar para la camarader¨ªa. El ¨²nico objetivo era vencer al otro, evitar caer en el bando de los derrotados. Pero nosotros intentamos tom¨¢rnoslo con un poco de filosof¨ªa y esas horas de previa las pasamos tratando de divertirnos. Siempre juntos, sin reparar en los colores de nuestras camisetas. Nos daba orgullo mostrarnos as¨ª.
Solo nos separamos al llegar a la puerta del estadio. Los del Madrid nos sentamos en una punta y los del Atl¨¦tico en el otro extremo. Como madridista, ya os pod¨¦is imaginar todo el sufrimiento que pas¨¦ despu¨¦s de ir perdiendo todo el partido. Aunque, claro, si lo comparas con lo que pasaron nuestros compa?eros, con esa remontada tan a ¨²ltima hora, cuando ya saboreaban la victoria, seguramente mis nervios se quedan en una mera an¨¦cdota.
Despu¨¦s del partido nos reunimos fuera del campo. El subid¨®n de alegr¨ªa que llevaba se me baj¨® un poco al encontrarnos con Luis y Javier y ver sus caras de decepci¨®n total. Como no hab¨ªa manera de conseguir un taxi hacia el centro de Lisboa, nos fuimos los cuatro andando, comentando el partido, y yo sent¨ª una extra?¨ªsima mezcla de excitaci¨®n por la victoria, y de pena y compasi¨®n por la derrota de mis amigos.
A ellos, el viaje de vuelta a Estados Unidos se les hizo muy largo. Por eso imagino que cuando se volvi¨® a dar otra final de la Champions League entre nuestros equipos, dos a?os despu¨¦s, ya no se habl¨® de la posibilidad de viajar. Nos conformamos con comentarlo por WhatsApp, como hacemos siempre, sin renunciar a esa amistad fraternal que ninguna disputa futbol¨ªstica podr¨¢ quebrar nunca.
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