El orgullo de varias generaciones de levantinistas en busca de un ascenso

Cuando yo era peque?o ser del Levante UD no estaba de moda. A finales de los setenta y principios de los ochenta ¨¦ramos pocos los que ¨ªbamos habitualmente al Estadio Ciutat de Val¨¨ncia, que casualmente quedaba a solo 500 metros de mi colegio. Hab¨ªa partidos de 2.000 o 3.000 personas en la grada y eso que durante un tiempo tuvimos en nuestra plantilla al mism¨ªsimo Johan Cruyff... Por suerte todo esto ha cambiado completamente: en la ciudad se ha despertado un sentimiento de pertenencia bestial por el club y eso que el a?o pasado acabamos descendiendo de categor¨ªa.

En LaLiga SmartBank el campo ha estado casi siempre lleno. Hemos vivido una temporada sufrida, la verdad. En un torneo incre¨ªblemente competido, donde ganar cada partido cuesta un mundo, nos hemos quedado a las puertas del ascenso directo. Este fin de semana empiezan las eliminatorias de ascenso y de nuevo ser¨¢n partidos duros, enormemente competidos. Sea como fuere ah¨ª estaremos para apoyar a los nuestros porque cuando uno es del Levante, m¨¢s que un resultado, lo que prima es el sentimiento, el orgullo de pertenecer a unos colores.

Con mi hijo de 12 a?os seguro que lo viviremos en las gradas porque no nos perdemos ning¨²n partido. Solemos llegar con bastante antelaci¨®n al campo porque venimos de Gilet, a unos 30 kil¨®metros de Valencia, y as¨ª nos resulta m¨¢s f¨¢cil aparcar. A ¨¦l desde siempre le ha gustado esa costumbre de estar ya una hora antes del partido porque le encanta bajar cerca del c¨¦sped y ver el calentamiento de los porteros. Es nuestro peque?o ritual, adem¨¢s de ir vestidos habitualmente de granotas. De hecho, mi hijo insiste en ponerse sus colores favoritos los 365 d¨ªas del a?o, aunque le cuesta alguna pelea con su madre.

A m¨ª me enorgullece mucho ver su pasi¨®n porque es una especie de patrimonio, de herencia, que empez¨® con mi abuelo. Su generaci¨®n (y la anterior) estuvieron marcadas por la Copa de la Rep¨²blica de 1937, el ¨²nico t¨ªtulo en las vitrinas del club y que acaban de reconocer oficialmente hace poco. Luego vino mi padre, que en los sesenta vivi¨® el primer ascenso del club a la m¨¢xima categor¨ªa. Y despu¨¦s, mi hermano y yo, que tras vivir andanzas m¨¢s bien modestas en nuestra infancia disfrutamos de mayores del despegue de un equipo que en 2013 lleg¨® a meterse en los octavos de final de la UEFA Europa League.

Vernos a varias generaciones de los Mart¨ªnez en la grada, algo que ya no sucede tanto porque mi padre est¨¢ m¨¢s delicado de salud, es una estampa realmente bonita, una imagen de c¨®mo puede unir el f¨²tbol.