Demiral y G¨¹nok desmontan la m¨¢quina austriaca
Turqu¨ªa aprovecha dos c¨®rners para lograr una ventaja que el portero del Besiktas se encarg¨® de cuidar contra una Austria desfigurada por la ansiedad
Demiral, a la salida de dos c¨®rneres, liquid¨® el sue?o de Austria de alcanzar los cuartos de final de la Eurocopa por primera vez en su historia. El equipo de Rangnick, innovador desde el colectivismo y el atrevimiento, choc¨® contra la determinaci¨®n de Turqu¨ªa, bendecida por la fortuna en el primer gol y salvada por una parada monumental de Mert G¨¹nok, el portero del Besiktas, que desvi¨® con una reacci¨®n de felino el tremendo cabezazo picado de Baumgartner en el minuto 94. Ya se ha comprobado que el tiempo de descuento provoca el caos en las ¨¢reas y es m¨¢s f¨¢cil meter goles. G¨¹nok lo impidi¨® y los turcos se medir¨¢n a Pa¨ªses Bajos el pr¨®ximo s¨¢bado en Berl¨ªn.
El estadio de Leipzig se transform¨® en una ¨ªnsula turca. Los tres millones de ciudadanos alemanes de origen turco se hicieron sentir como una marea vociferante de respaldo a la segunda selecci¨®n m¨¢s apoyada en Alemania. El ambiente alter¨® las pulsaciones de los jugadores. El primer minuto contuvo un partido entero. A los 20 segundos Baumgartner dej¨® solo a Sabitzer delante de G¨¹nok. Se anticip¨® G¨¹nok en una acci¨®n premonitoria. Sac¨® de porter¨ªa. La jugada acab¨® en c¨®rner, y el lanzamiento de Arda G¨¹ler en el despeje de Baugartner, el rebote en Posch, el despeje desesperado de Pentz, y el gol de Demiral. El central del Al-Ahli remat¨® a bocajarro. Hab¨ªa transcurrido un minuto y el partido le ofrec¨ªa un regalo a Turqu¨ªa.
El aliento de su p¨²blico y el gol a favor elev¨® la moral de los turcos con una inyecci¨®n de adrenalina. El c¨®ctel de confianza y emoci¨®n los mejor¨®. Acertaban en los controles, en el ritmo, en las pausas. Decid¨ªan bien. Cerraban bien. Presionaban con alegr¨ªa a unos adversarios abrumados. Quedar primeros del grupo D por delante de Francia y Holanda no sent¨® bien a los austriacos. Algo se revolvi¨® en la conciencia de estos futbolistas. La necesidad de confirmar su ¨¦xito, tal vez, la complacencia de pensarse superiores, pudo perturbar al equipo. Sabitzer emiti¨® se?ales extra?as cuando se present¨® en el campo con un peinado de trenzas que debi¨® consumir horas de su ocio. ?Lo necesitaba? ?l pens¨® que s¨ª. Lo que le esperaba no result¨® la ceremonia del tr¨¢nsito a cuartos sino una jornada plagada de problemas. El partido demostr¨® que lo que de verdad precisaba no era una nueva etiqueta sino un poco m¨¢s de lucidez. Su mala noche reflej¨® el sufrimiento de Austria.
Turqu¨ªa gestion¨® la ventaja con una seriedad poco com¨²n. Rangnick, que de entrada dej¨® en el banquillo a Grillitsch, fenomenal ante Pa¨ªses Bajos, enmend¨® la alineaci¨®n tras el descanso. Entraron Prass y Gregoritsch y a fuerza de meter una marcha m¨¢s a la presi¨®n los austriacos lograron situarse mejor, meterse en el partido, y desencajar la defensa de Turqu¨ªa avanzando a un toque por los carriles centrales. Austria hab¨ªa recuperado la iniciativa cuando, tras otro contragolpe y otro c¨®rner, Demiral volvi¨® a marcar de cabeza. Su salto, un metro por encima del apuesto Lienhart, arranc¨® a todo el banquillo de Montella en una celebraci¨®n que prefiguraba la clasificaci¨®n.
El gol de Gregoritsch, otro cabezazo a la salida de otro c¨®rner, inflam¨® el ¨²ltimo tramo de un partido estruendoso en las gradas y bravo en la hierba, pero nunca violento. A los austriacos solo les rest¨® el empuje, la determinaci¨®n, la voluntad, para intentar remontar. Fueron acad¨¦micos pero rara vez deslumbrantes. La seguridad y la precisi¨®n la perdieron en el minuto uno.
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