Fuego amigo
Dec¨ªa mi amigo franc¨¦s y t¨¦cnico que no hay mayor ilusi¨®n que entrenar al equipo de tu casa, pero tambi¨¦n que la cosa empieza a tornarse un poco m¨¢s gris tras el primer partido
Dice un buen amigo franc¨¦s, que adem¨¢s es entrenador, que no hay mayor ilusi¨®n que entrenar al equipo de tu casa, a ese del que has sido seguidor y fan. Dice mi amigo que cuando tu agente te llama para confirmarte esa posibilidad, te vienen todos los recuerdos de los momentos pasados en esa grada y tienes que reprimirte para no ir al coche y salir corriendo rumbo a un destino lleno de leyendas, historias y, tambi¨¦n, alg¨²n fantasma. ...
Dice un buen amigo franc¨¦s, que adem¨¢s es entrenador, que no hay mayor ilusi¨®n que entrenar al equipo de tu casa, a ese del que has sido seguidor y fan. Dice mi amigo que cuando tu agente te llama para confirmarte esa posibilidad, te vienen todos los recuerdos de los momentos pasados en esa grada y tienes que reprimirte para no ir al coche y salir corriendo rumbo a un destino lleno de leyendas, historias y, tambi¨¦n, alg¨²n fantasma. Dice mi amigo que la primera rueda de prensa es magn¨ªfica, llena de luz y de proyectos y que solo el ponerse el ch¨¢ndal con el escudo de tu club es ya una excelente prima de rendimiento.
Dice mi amigo que a partir del primer partido, aunque sea amistoso, la cosa empieza a tornarse un poco m¨¢s gris y que ¨¦l empez¨® a notarlo cuando dej¨® de ir a desayunar al bar de siempre porque el camarero empez¨® a sugerirle cambios en la alineaci¨®n y bastante ten¨ªa ¨¦l con todas sus dudas para que vinieran los de fuera a sumarle nuevas preguntas. Al caf¨¦ le sigui¨® la barra de pan y luego la visita al supermercado y as¨ª sucesivamente hasta que un d¨ªa se encontr¨® el debate en la mesa de domingo, cuando sus padres le hicieron saber que en el vecindario se empezaba a hablar muy mal de ¨¦l y que el apellido familiar empezaba a ensuciarse.
Me dec¨ªa mi amigo que esto no le hab¨ªa pasado nunca cuando hab¨ªa entrenado otros equipos en Francia. Much¨ªsimo menos cuando lo hab¨ªa hecho fuera de sus fronteras, donde pod¨ªa encender la radio del coche sin temer encontrarse a un par de tertulianos poniendo en duda tu gesti¨®n del equipo, tus capacidades, tus decisiones y hasta tus no decisiones, cosa que indefectiblemente suced¨ªa cada vez que sal¨ªa tarde de las instalaciones del club de sus amores. Buscaba un poco de m¨²sica para despejar su mente para caer en las turbias garras de sus detractores sin que, qu¨¦ extra?a es la mente humana, fuera capaz de desconectar y pasar a otra emisora. Bueno, dice mi amigo que juega muy a favor de esa distancia cuando ha estado fuera el que no entend¨ªa el idioma y que puede que esa emisora que para ¨¦l era tan amable, tambi¨¦n fuera la que m¨¢s se metiera con su trabajo y sus capacidades. Pero idioma que no se entiende es igual a paz en el alma futbolera.
Dec¨ªa mi amigo que ¨¦l se empez¨® a preocupar cuando un d¨ªa se dio cuenta de que hab¨ªa dejado de silbar al llegar a su despacho y que solo las frases m¨¢s rutinarias del saludo, los franceses son muy estructurados para estos asuntos del saludar, romp¨ªan el silencio de aquel despacho en el que unos pocos meses antes ¨¦l sent¨ªa que estaban todos sus sue?os, todas sus felicidades, todos los anhelos de aquel joven fan que se estaban convirtiendo en graves pesos, sonrisas torcidas, miradas esquivas y ruedas de prensa con escudo y casco. Y hasta el ch¨¢ndal le quedaba mal.
Dice mi amigo franc¨¦s que nunca es f¨¢cil ser profeta en tu tierra, pero que lo racional dice que cuando el reto est¨¢ lleno de incre¨ªbles y antiguos logros transformados en actuales retos irreales, de frases hechas que llevan a soluciones simplonas, de dogmas, de cuestiones m¨ªsticas, de asuntos financieros, de clima de trabajo, cuando el fuego que sientes que te ataca ya no proviene del exterior sino que lo identificas como fuego amigo, cuando la satisfacci¨®n por el juego, el olor del c¨¦sped ya no llega a calentar el alma, cuando todo se llena de poros por los que se filtran maldades, medias verdades y chascarrillos, cuando uno divisa esa invernal cara norte futbol¨ªstica helada e imposible y siente que las fuerzas no le llegan para superarla es el momento de reconocer que hay que dejarlo todo. Y que volver a casa sano y salvo es ya la ¨²nica victoria a tu alcance sin saber todav¨ªa que el d¨ªa siguiente a tu salida ser¨¢ ya el primero en el que sentir¨¢s el irrefrenable deseo de volver.
Bueno, mi amigo franc¨¦s, tambi¨¦n entrenador, tras su racional exposici¨®n suele finalizar con algo as¨ª como: ¡°Esto vale para todo el mundo menos para vosotros los espa?oles, tal vez para alg¨²n japon¨¦s, que manej¨¢is esos c¨®digos del honor, la casa y esos asuntos que os llevan a inmolaros por lo vuestro y por lo que nos dais tanta envidia¡±.
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