Adriano, emperador y desperdicio
El jugador brasile?o, uno de los mayores talentos de los ¨²ltimos a?os, ha escrito una carta desgarradora y magn¨¦tica sobre c¨®mo se convirti¨® en un ¡°desperdicio¡± del f¨²tbol y prefiri¨® volver a su favela a emborracharse con sus amigos de infancia
Un estudio cl¨ªnico publicado hace a?os sobre las adicciones analizaba a tres ratones de laboratorio encerrados en una especie de circuito conocido como la caja Skinner. Al final del recorrido, encontraban una dosis de coca¨ªna y una descarga el¨¦ctrica que se activaba cuando el animal la consum¨ªa. El placer estaba fuera de duda. No tanto la supervivencia. Al primer roedor se le pasaban las ganas de vo...
Un estudio cl¨ªnico publicado hace a?os sobre las adicciones analizaba a tres ratones de laboratorio encerrados en una especie de circuito conocido como la caja Skinner. Al final del recorrido, encontraban una dosis de coca¨ªna y una descarga el¨¦ctrica que se activaba cuando el animal la consum¨ªa. El placer estaba fuera de duda. No tanto la supervivencia. Al primer roedor se le pasaban las ganas de volver cuando notaba el cosquilleo el¨¦ctrico. El segundo reincid¨ªa y recib¨ªa otro calambrazo, pero lo disuad¨ªa de un tercer intento una idea tan abstracta y contranatura como la moderaci¨®n. El ¨²ltimo, el que interesaba para el estudio, regresaba una y otra vez hasta que la descarga le fre¨ªa el cerebro. Ese tercer rat¨®n somos todos en alg¨²n momento de nuestras vidas. Otros, como Adriano Leite, lo son desde que se levantan hasta que se acuestan.
El Emperador, el delantero que lo tuvo todo para gobernar el mundo del f¨²tbol, ha vuelto a la favela, cueste lo que le cueste. Ah¨ª piensa morir y, sobre todo, vivir. Lo contaba en una desgarradora carta publicada en The Players Tribune escrita con el ritmo de un soneto o de una magn¨¦tica letra de hip-hop con comp¨¢s 4/4. En primera persona, como aquellas Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar. ¡°?Sabes lo que es ser una promesa? / Yo lo s¨¦ / Incluso una promesa incumplida / El mayor desperdicio en el f¨²tbol¡±. Entiendes mejor a Adriano que en cualquier entrevista o reportaje. ¡°No soy un criminal, pero por supuesto podr¨ªa haberlo sido / No voy a discotecas. / Siempre voy al mismo sitio, el quiosco de Nan¨¢, si quieres conocerme, p¨¢sate. / Bebo todos los d¨ªas, s¨ª, y los d¨ªas que no lo hago a menudo tambi¨¦n¡±.
La vida rota, la que seguramente no quer¨ªa tener cuando le toc¨® coger el relevo de Ronaldo Nazario en San Siro. ¡°Hace muchos a?os que vivo en Barra da Tijuca. Pero mi ombligo est¨¢ enterrado en la favela / Vila Cruzeiro. Complexo da Penha / S¨²bete t¨² tambi¨¦n. Vamos en moto. As¨ª es como me siento. Vamos, amigo. Est¨¢ amaneciendo. Pronto el tr¨¢fico estar¨¢ paralizado. No lo sab¨ªas, ?verdad? De aqu¨ª a Penha en la L¨ªnea Amarilla es r¨¢pido. Pero s¨®lo si es en ese momento. ?Vamos? As¨ª es. Justo en la entrada de la comunidad. El campo de Ordem e Progresso. Mierda, he jugado m¨¢s f¨²tbol aqu¨ª que en San Siro¡±.
En San Siro, desde luego, jug¨® poco. 77 partidos en dos periodos, entre 2001 y 2009. 74 goles, siete t¨ªtulos. Lleg¨® con 19 a?os y en el primer partido de Champions cogi¨® un bal¨®n que le cedi¨® Seedorf, lo plant¨® en la frontal de una de las ¨¢reas del Bernab¨¦u, y convirti¨® la porter¨ªa de Casillas en un violento pared¨®n. Ese d¨ªa se hizo Emperador, una bestia imparable de 87 kilos y 1,89. Luego muri¨® su padre, con solo 44 a?os, un infarto. Y las expectativas, y la propia vida, le atropellaron. Se encerraba en su casa de Mil¨¢n, pensaba en su favela y se bajaba una botella de vodka con la mirada fija perdida en la pared. Y luego otra. ¡°Lleg¨® Navidad y yo estaba solo en mi apartamento. Hac¨ªa un fr¨ªo incre¨ªble. Sent¨ªa aquella depresi¨®n que llega en los meses g¨¦lidos y grises del norte de Italia¡±. Y a la m¨ªnima que ten¨ªa vacaciones, se largaba a R¨ªo, y nada m¨¢s poner un pie fuera del avi¨®n, se iba directo a Vila Cruzeiro. ¡°Tocaba el timbre de la casa de Cacha?a, mi gran amigo, que ya no est¨¢ con nosotros, y de Hermes, otro de la infancia. Tocaba la ventana y le dec¨ªa: ¡®despi¨¦rtate, vamos¡¯. Nos encontraban d¨ªas despu¨¦s¡±.
Sacar a alguien como Adriano de un lugar como Vila Cruzeiro, una especie de caja Skinner, puede convertirse en una cruel extracci¨®n en fr¨ªo. ?l volvi¨®, como volv¨ªan los ratones al origen del placer personal, ignorando, o m¨¢s bien asumiendo dram¨¢ticamente, las consecuencias que tendr¨ªa su regreso. Si a ¨¦l le fue mal, imaginen a todos los chicos que llegan cada a?o de ?frica, convertidos en ¡°desperdicios¡± y que ni siquiera alcanzan a calzarse los botines en el vestuario de un gran club.