El cl¨¢sico fue otro festival del Bar?a
Los azulgrana dominaron de forma abrumadora a un Madrid irreconocible incluso con el gol de Mbapp¨¦
La Supercopa de Olmo brillar¨¢ como ninguna en las vitrinas del Camp Nou. No hay club en el mundo que conceda mayor valor simb¨®lico a los trofeos que el Barcelona, y el ¨²ltimo disputado en Yeda ten¨ªa una carga emotiva especial por el contencioso abierto con la licencia del internacional espa?ol y porque el rival era el Madrid de Mbapp¨¦. No fue precisamente el d¨ªa de las figuras blancas sino la jornada del equipo de Flick, una garant¨ªa en cada final: gan¨® las cinco que disput¨® con el Bayern y la primera con el Bar?a. El t¨¦cnico se aplic¨® en preparar el partido ante un rival demasiado confiado, cegado por las ansias de revancha despu¨¦s del 0-4 en la Liga, humillado futbol¨ªsticamente de principio a fin, inferior incluso con superioridad num¨¦rica por la expulsi¨®n de Szcesny.
El Madrid todav¨ªa es un equipo por hacer, irreconocible defensivamente en los mayores desaf¨ªos, y el Bar?a se agranda ante los mejores rivales, ansioso por recuperar la euforia vivida en aquel arranque vertiginoso en la Liga y la Champions. El Barcelona de Yeda fue mucho m¨¢s brillante que el del Bernab¨¦u. Tuvo juego y goles, jerarqu¨ªa y deportividad, inmenso en el desierto de Arabia Saud¨ª. Iban a por la victoria, necesitados de un t¨ªtulo, y levantaron el trofeo con un 2-5 que quedar¨¢ como mejor recuerdo que el corte de mangas de Laporta.
Jugaron la final los mismos que formaron en las semifinales, nada sorprendente en Ancelotti si se tiene en cuenta la trayectoria ascendente de su equipo, y m¨¢s novedoso por parte de Flick por la presencia de Szczesny en la porter¨ªa y de Gavi como tercer volante cuando Olmo ya hab¨ªa sido dado de alta en la Liga. Acert¨® el entrenador porque el dinamismo y la agresividad de Gavi activaron a Lamine y Raphinha nada m¨¢s sacar de centro y Courtois respondi¨® con dos paradas de m¨¦rito para suerte del Madrid.
El equipo de Ancelotti no necesita tanto del juego ni de intermediarios como el Barcelona porque dispone de futbolistas que ganan partidos, de un buen origen y un gran final, de un portero excelente y de un delantero terminal de la categor¨ªa de Mbapp¨¦. El franc¨¦s tom¨® la pelota salida de un duelo de Vinicius con Casad¨®, cruz¨® el campo, caracole¨® ante un permisivo Balde y cruz¨® sobre la salida de Szczesny. Hab¨ªa aprendido el Madrid a no caer en la trampa del fuera de juego, escarmentado de la cita del Bernab¨¦u, y se defend¨ªa como pod¨ªa de la carga ofensiva del Barcelona.
La vulnerabilidad del Madrid era tan manifiesta como la capacidad resolutiva de Mbapp¨¦ en el 1-0. El gol del franc¨¦s acab¨® por encontrar una r¨¦plica may¨²scula de Lamine. Ni siquiera la estirada del largo y grande Courtois alcanz¨® a tocar el bal¨®n salido del exquisito pie del extremo, habilitado por Lewandowski. La conducci¨®n en diagonal de Lamine, la manera como elimin¨® a R¨¹diger y Tchouam¨¦ni y el momento en que arm¨® la pierna evoc¨® la mejor versi¨®n de Messi. El empate despabil¨® aparentemente al Madrid.
El equipo de Ancelotti dej¨® de esperar y atacar los espacios para estirar las l¨ªneas con discontinuos arrebatos hacia Szczesny. El impulso acab¨® por ser contraproducente porque Camavinga cometi¨® un penalti sobre Gavi que transform¨® Lewandowski despu¨¦s de la intervenci¨®n del VAR. La imprudencia del volante denunci¨® el fr¨¢gil sistema de contenci¨®n del Madrid. Atacaba muy bien el Bar?a y defend¨ªa muy mal el Madrid. El torrencial atacante de los azulgrana result¨® imparable para un rival mal articulado y desorganizado en su ¨¢rea con un falso central como es Tchouameni.
El 1-3 lleg¨® en un cabezazo espl¨¦ndido de Raphinha despu¨¦s de un preciso centro de Kound¨¦, Camavinga pudo muy bien ser expulsado por doble amonestaci¨®n despu¨¦s de un agarr¨®n a Lamine y Balde culmin¨® una espl¨¦ndida transici¨®n para poner el 1-4 despu¨¦s de un c¨®rner mal sacado por Rodrygo y Camavinga. El caos del Madrid contrastaba con la clarividencia barcelonista, igual de eficaz por fuera con Lamine y Balde que por dentro con Gavi y Pedri. Alcanzado el descanso, el Bar?a hab¨ªa marcado los mismos goles que en el partido de Liga en el Bernab¨¦u.
El quinto, el d¨ªgito m¨¢gico de los azulgrana, llegar¨ªa a la salida del descanso, despu¨¦s de un tiro a la cruceta de Rodrygo, cuando Raphinha recibi¨® de Casad¨® y no par¨® de correr ni de regatear hasta abatir a Courtois, una vez que hab¨ªa quedado retratado Tchouam¨¦ni. A falta de juego colectivo, el Madrid se enganch¨® a Mbapp¨¦, que encar¨® a Szczesny despu¨¦s de un pase de Bellingham. El meta derrib¨® al delantero y fue expulsado despu¨¦s que el ¨¢rbitro consultara al Var. El golpe franco acab¨® con un gol de Rodrygo.
La jugada parec¨ªa anunciar un cambio de guion en plena rueda de cambios, ya sin Lamine ni Gavi y con Olmo, 10 contra 11. El Madrid, sin embargo, no encontr¨® la manera de entrar en el partido ni de amagar con una remontada tan suya en las finales imposibles, reducido por un Bar?a tan s¨®lido como fluido y entusiasta en el esfuerzo, apoyado en Araujo por la lesi¨®n de I?igo. La sustituci¨®n de Vinicius, poco despu¨¦s de merecer la expulsi¨®n, supuso la capitulaci¨®n del Madrid. Los azulgrana enfriaron la contienda con oficio y levantaron una Copa que suele ser el anuncio de una buena Liga y Champions. Al Bar?a de Flick se le vio futuro en Yeda.