La ¡®brahiminha¡¯
Tiene delante a Jos¨¦ Mar¨ªa Gim¨¦nez, demasiado alto y demasiado fuerte para marcar a Brahim en el ¨¢rea. Para un mediapunta travieso, ambidiestro, con el punto de gravedad bajo, un caramelo



¡°El gol es m¨¢s hijo del control que del tiro¡±, dice Jorge Valdano cuando a Rodrigo de Paul se le escapa en el ¨¢rea un bal¨®n franco. Son las cosas que pasan en Champions. Que de un control fallido de De Paul te hace Valdano, a lo tonto, una cita de esas que valen tanto para el f¨²tbol como para el sexo.
Acto seguido, el bal¨®n le cae manso a Brahim en el ¨¢rea. Butrague?o revisitado, cuando bajaba los brazos y la gente preguntaba qui¨¦n hab¨ªa pitado, por qu¨¦ se paraba el juego. ?l, Butrague?o, hab¨ªa pitado, y ¨¦l lo hab¨ªa parado. Cara angelical para tomar decisiones criminales. Y ahora parece que Brahim va por el mismo camino: cara de sacar sobresalientes, pies diab¨®licos. Tiene delante a Jos¨¦ Mar¨ªa Gim¨¦nez, defensa uruguayo demasiado alto y demasiado fuerte para marcar a Brahim en el ¨¢rea. Como poner a Tom a perseguir a Jerry. Para un mediapunta travieso, ambidiestro, con el punto de gravedad bajo, un caramelo. Pero veremos: Gim¨¦nez a¨²n puede levantarlo diez metros y el VAR sentenciar que Brahim deber¨ªa ir m¨¢s al gimnasio.
A veces Brahim, hay que decirlo, parece que juega con los zapatos que usaba Michael Jackson en Smooth Criminal, esos que ten¨ªan el tal¨®n atornillado al suelo. Para defender bien a Brahim se necesita un defensa de esqueleto el¨¢stico, hablador, ladino, alguien con quien desahogarse en el campo hablando de traumas m¨ªnimos. Gim¨¦nez no es de esos; te pide el sello en el ¨¢rea y te echa sin contemplaciones. Brahim de repente lo invita a bailar. Mueve la cadera hacia un lado durante segundos estrepitosos, y acto seguido el pie le hace un extra?o. En realidad, vista la jugada a c¨¢mara lenta, se comprueba que tuerce el tobillo, esperemos que involuntariamente porque si no estamos hablando de artes mayores. La consecuencia de ese extra?o es que hinca la rodilla de repente, como si hubiese visto al Papa, y el desconcierto de Gim¨¦nez es absoluto: el rival le ha hecho un amago de cadera, ha torcido el tobillo con mal pron¨®stico y ha terminado por hacerle la m¨ªtica gravesinha. Gim¨¦nez no da cr¨¦dito. Sofocado, se tira directamente al suelo.
Ha sido una jugada maestra de Brahim, que tiene por delante a¨²n un mundo. Como siga torci¨¦ndose huesos para desequilibrar a sus rivales va a llegar a la porter¨ªa en camilla. As¨ª que, aburrido, dispara. Mejor atajar. Lo hace colocando el bal¨®n en un lateral de la red, marcando un gol antol¨®gico en Champions, de factura parecida al ejecutado por Juli¨¢n ?lvarez, pero la Ara?a a m¨¢s distancia, en la primera parte. Hab¨ªa tenido entonces el partido el Atl¨¦tico porque el Madrid no ten¨ªa centro del campo.
Los dos que saben tener el bal¨®n, Bellingham y Ceballos, de baja; el mejor, Modric, descansando sus casi 40 a?os en el banquillo. Al Madrid lo gobernaba el caos, o sea Valverde y Rodrygo, ¨²nicos jugadores en poner la cara en la primera mitad. Reencarnado en una espada samurai de Hattori Hanzo, el brasile?o se hundi¨® dos veces en la defensa del Atleti para sacar un golazo y casi un penalti. Es la paradoja Rodrygo: un jugador desplazado a la derecha, banda que no le gusta, tiene que hacerlo lo mejor posible para ganar peso ante el entrenador y que le dejen jugar donde quiere, que es la izquierda. Lo hace tan bien en partidos tan valiosos que, ?para qu¨¦ lo vas a mover? En esas empieza a estar Valverde. En la segunda parte Modric sac¨® al Madrid del fuego.
En cuanto a Mbapp¨¦, desatado ante el City, toca esperarlo de nuevo en el Metropolitano. Tuvo el 3-1 en el descuento, media eliminatoria, y su pase fue coherente con el resto del partido: medio segundo tarde a todo, tambi¨¦n a s¨ª mismo.
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