Las mujeres cohete toman Tokio
Seis velocistas bajan de 11s en las series de 100m el d¨ªa en que Selemon Barega devuelve a Etiop¨ªa el trono de los 10.000m
Tokio es como el Caribe, pero sin viento, sintetiz¨®, con un gran sentido para la f¨®rmula, el norteamericano Carl Lewis, que hace 30 a?os bati¨® el r¨¦cord del mundo de los 100m en la final del Mundial de Tokio, 9,86s, y se refer¨ªa a que el tiempo en la capital japonesa, su calor sofocante, la humedad, la ausencia de viento, eran ideales para la velocidad, y tambi¨¦n la carga de part¨ªculas el¨¦ctricas, los cielos negros y el olor a tormenta inevitable que, a mediod¨ªa, 30 grados, seg¨²n el term¨®metro de la pista, 97% de humedad y n...
Tokio es como el Caribe, pero sin viento, sintetiz¨®, con un gran sentido para la f¨®rmula, el norteamericano Carl Lewis, que hace 30 a?os bati¨® el r¨¦cord del mundo de los 100m en la final del Mundial de Tokio, 9,86s, y se refer¨ªa a que el tiempo en la capital japonesa, su calor sofocante, la humedad, la ausencia de viento, eran ideales para la velocidad, y tambi¨¦n la carga de part¨ªculas el¨¦ctricas, los cielos negros y el olor a tormenta inevitable que, a mediod¨ªa, 30 grados, seg¨²n el term¨®metro de la pista, 97% de humedad y nubes bajas, seg¨²n la hoja oficial de resultados, encienden a las mejores velocistas en la pista nueva del nuevo Estadio Nacional de Tokio.
Y algunos le llevan la contraria a Lewis. No es Tokio, le dicen, esto es M¨¦xico 68, donde el aire m¨¢s ligero de la altura y el estreno de la pista de tart¨¢n trajeron consigo una avalancha de r¨¦cords entre 100m y 400m, y en saltos. Y se?alan la hoja de resultados de la ma?ana, el estadio vac¨ªo, la calma que les rodea y las zapatillas de ¨²ltima generaci¨®n que todas las velocistas calzan, y con las que corren como en patinetes.
Seis de las mujeres bajan de los 11s. Una, la costamarfile?a Marie-Josee Ta Lou, baja tanto que llega a 10,78s, una marca con la que habr¨ªa quedado primera o segunda en todos los Juegos de la historia. Iguala el r¨¦cord de ?frica y lo hace con el viento en contra (-0,3 m/s). Las jamaicanas Elaine Thompson (actual campeona ol¨ªmpica) y Shelly Ann Fraser (la reina de la velocidad en Pek¨ªn y en Londres) salen a hacer footing, o es la impresi¨®n que ofrecen, no parecen esforzarse, pero terminan su hect¨®metro en 10,82s y 10,84s, respectivamente. Son cohetes alimentados por energ¨ªa at¨®mica, o algo similar, rocket women, que empiezan a romper marcas sin piedad. Y no son unas reci¨¦n llegadas, sino ya veteranas que han encontrado rozando los 30 o pas¨¢ndolos ya (Shelly Ann ya anda por los 34, Ta Lou por los 32 y Thompson, 29) con las mejores marcas de sus vidas veloces. No hace ni dos meses Fraser corri¨® en Kingston los 100m en 10,63s, la segunda mejor marca de la historia, a solo 14 cent¨¦simas del r¨¦cord del mundo imposible de Florence Griffith, los 10,49s que tras la tormenta de Tokio ya no parecen tan imposibles.
Son las series. Les quedan por delante, el s¨¢bado, la semifinal y la final, y hasta se puede pensar que calculan, pero tan r¨¢pido van que parece que usan computadoras cu¨¢nticas, como las dos suizas, la veterana Mujinga Kambundji (10,95s) y la m¨¢s joven Alija del Ponte (10,91s), que en cuesti¨®n de minutos igualan y baten el r¨¦cord de la Confederaci¨®n. Y una jovencita inglesa, Daryll Neita, en la serie de Ta Lou, llega a 10,96s.
Ta Lou mostr¨® genuina sorpresa por un tiempo que, dijo, no se esperaba. ¡°Estoy a¨²n en shock¡±, dijo. ¡°No s¨¦ c¨®mo he podido correr tan deprisa¡±. Pero su reacci¨®n no era la que m¨¢s interesaba al cuerpo de prensa de Estados Unidos, que solo pregunta, y le responden muros de silencio, que qu¨¦ pasar¨ªa si estuviera su llorada ausente, su nueva rompedora velocista, Sha¡¯Carri Richardson (10,72s en abril), a quien un positivo por cannabis ha apartado del papel que le ten¨ªa reservado la historia, el de convertirse en la primera norteamericana que gana una final ol¨ªmpica desde Gail Devers en Atlanta 96, hace 25 a?os ya (y descontando a Marion Jones, despose¨ªda de su oro de Sidney 2000 por dopaje).
Si el calor acelera a las veloces, y sofoca a los fondistas de los 10.000 metros, a Selemon Barega le hace feliz la tormenta desatada en el cielo del Estadio. Las nubes se hacen chaparr¨®n y empapan y permiten a los fabricantes de la pista sint¨¦tica de Tokio felicitarse por su gran capacidad de drenaje. La humedad crea un ambiente asfixiante cuando en la vuelta 25 y ¨²ltima de la gran carrera del fondo, el et¨ªope Barega, acostumbrado a perder siempre, ataca decidido en la contrarrecta a un pelot¨®n a¨²n numeroso tras la t¨¢ctica de tren de los grandes favoritos, los ugandeses, que tienen la gloria mundial, y los r¨¦cords contrarreloj, pero no el historial ol¨ªmpico de los et¨ªopes.
Atac¨® Barega, de 21 a?os, a 300m, conocido por su lentitud y su perseverancia para ir de derrota en derrota hasta la victoria final, y ni el gran favorito, Joshua Cheptegei, de 24 a?os, y campe¨®n del mundo en Doha, y con las liebres electr¨®nicas de Valencia dej¨® la plusmarca mundial de los 10.000m en unos locos 26m 11s en octubre pasado, despu¨¦s de haber dejado en M¨®naco, en agosto, la de 5.000m en 12m 35,36s, ni su compatriota Jacob Kiplimo, de 20 a?os, lograron alcanzarle. Y gan¨® (27m 43,22s) Barega, de la dinast¨ªa de los grandes, devolv¨ªa el trono de los 10.000 a su Etiop¨ªa despu¨¦s de los dos Juegos, Londres y R¨ªo, de Mo Farah, brit¨¢nico. Se emocion¨®, y dijo: ¡°Qu¨¦ honor ganar en la ciudad en la que Abebe Bikila gan¨® el marat¨®n ol¨ªmpico; qu¨¦ honor ganar en la prueba que hicieron grandes mis mayores, Haile Gebrselassie y Kenenisa Bekele¡±.
El espa?ol Carlos Mayo, que doblar¨¢ con los 5.000m, aguant¨® en el grupo de los mejores hasta los ¨²ltimos 1.000 metros. Termin¨® 13? (28m 4,71s).
La testosterona no lo es todo
Est¨¢ en la zona mixta Francine Niyonsaba emocionada y feliz, sus largas rastas blancas volando al ritmo de sus movimientos de cabeza, y cuenta c¨®mo la testosterona no lo es todo. A ella, explica la atleta de Burundi, una de las mejores atletas del mundo, le prohibieron correr los 800m porque, dicen los jefes de la federaci¨®n internacional, su elevado nivel de testosterona natural le ofrece una ventaja injusta sobre las dem¨¢s. Y se ha pasado a los 5.000m, donde, dicen, la testosterona no pinta nada, y all¨ª est¨¢ ante todos, clasificada para la final ol¨ªmpica despu¨¦s de terminar quinta su semifinal.
Uno de los periodistas, entonces, le se?ala la pantalla de televisi¨®n con las clasificaciones en la que acaban de se?alar su descalificaci¨®n por infringir la regla t¨¦cnica 17.3.2, que proh¨ªbe en las curvas pisar por el interior de la pista para recorrer menos metros que los que marca la cuerda. La emoci¨®n se transforma en rabia en el rostro de la atleta que, desesperada y sola, busca una forma de reclamar contra lo que ve como una injusticia contra ella cometida, porque no quiere pensar en algo peor. Si su reclamaci¨®n no triunfa, Niyonsaba no estar¨¢ en la final del lunes, en la que la holandesa Sifan Hassan continuar¨¢ su camino hacia un triplete agotador, el de la victoria en los 5.000m, los 10.000m y los 1.500m.
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