El falso impostor Asier Mart¨ªnez logra su mejor marca (13,22s) y termina sexto la final de los 110m vallas
El gran favorito, Grant Holloway, se hunde al final y es superado por el veterano jamaicano Hansle Parchment (13,04s)
Asier Mart¨ªnez, miope coqueto, ni lentillas ni gafas, se cree un impostor y le gusta serlo. Tiene 21 a?os. Debuta en unos Juegos Ol¨ªmpicos, el festejo de los mejores del mundo en el que no hace ni seis meses no pensaba que pudiera estar. Est¨¢ en la final de los 110m vallas y espera que nadie se d¨¦ cuenta de que est¨¢ ah¨ª y le pregunten que qu¨¦ se cree que pinta ah¨ª, y que aparezca un portero para echarle de la fiesta. Agresivo y met¨®dico, y muy limpio, termina sexto y logra la mejor marca de su vida (13,22s, el segundo espa?ol en la historia, tras Orlando Ortega). Los t¨¦cnicos espa?oles le miran y se asustan de gozo: qu¨¦ calidad, que consistencia, qu¨¦ forma de competir. Sienten que tienen una bomba entre las manos.
No gana el gran favorito, el campe¨®n del mundo Grant Holloway (13,09s), segundo, sino un jamaicano de 31 a?os llamado Hansle Parchment (13,04s), uno que ya fue medallista de bronce en Londres 2012 y que entre la d¨¦cima valla y la recta lisa aprovecha el pinchazo habitual del estadounidense que es dinamita en la salida y p¨®lvora mojada al final. Tercero es otro jamaicano, Ronald Ley (13,10s). Y faltaba, como faltaba Orlando Ortega, lesionado, y segundo entonces, el campe¨®n de R¨ªo, el tambi¨¦n jamaicano Omar McLeod, que no logr¨® plaza en los trials de su pa¨ªs.
Termina Asier Mart¨ªnez (de Zizur Mayor, junto a Pamplona), entra en la zona en la que le esperan los periodistas y dice que su presencia le marea, que fuera, en el estadio, dejando reposar su coraz¨®n alborotado, estaba mucho m¨¢s tranquilo. Y no saca pecho ni se golpea con los pu?os como Tarz¨¢n y algunos de sus colegas. Al contrario, confiesa que, en realidad, siempre ha pensado que es uno que toda la vida se ha colado de rond¨®n en sitios donde se junta la gente importante, y que ah¨ª puede molestar. ¡°Siempre he tenido el s¨ªndrome del impostor¡±, dice, y habla de una condici¨®n muy estudiada, la de las personas tan perfeccionistas que creen que los dem¨¢s les creen mejor de lo que son, y que les est¨¢n enga?ando. ¡°Pero as¨ª no solo me siento m¨¢s libre, tambi¨¦n m¨¢s yo mismo. No s¨¦ lo que espera la gente de m¨ª, pero s¨ª lo que yo espero de m¨ª¡±. Piensa as¨ª, y act¨²a siguiendo sus esperanzas, que nunca anuncia, y que no son las de un impostor, sino las de uno de los ocho actores de una gran final, y en los tacos de salida son todos iguales. Un atleta con todo el derecho del mundo a sentirse importante.
El impostor sale por la calle dos ¡ªse corre de la dos a la nueve, la uno est¨¢ vac¨ªa¡ª, la mejor para su gusto: con el pasillo a su izquierda libre, evita la sensaci¨®n de enjaulamiento, el efecto t¨²nel claustrof¨®bico que se siente en una de las calles centrales, estrechos pasillos (1,22 metros de ancho) en los que se cruzan brazos, y hombros y manos. Respira. No es que le fueran a molestar mucho en la final, a fin de cuentas, porque con su salida controlada r¨¢pidamente se queda atr¨¢s, ve a Pozzi a su derecha, que le saca enseguida tres metros. Se arremanga y se pone a la tarea de disfrutar de la experiencia, su objetivo p¨²blico. Acelera seg¨²n los dem¨¢s empiezan a frenarse y adelanta a unos cuantos, y en la zona lisa, su favorita, adelanta el pecho cuando m¨¢s cerca est¨¢ de todos, y de ah¨ª sale sexto como pod¨ªa haber salido quinto (queda a seis cent¨¦simas del franc¨¦s Martinot Lagarde) o como pod¨ªa haber sido s¨¦ptimo (saca ocho cent¨¦simas a Pozzi). ¡°Las vallas son as¨ª¡±, resume. ¡°M¨¢s abiertas que ninguna otra especialidad atl¨¦tica¡±.
Cuando lleva a alg¨²n deportista en su coche, a Ram¨®n Cid, ex director t¨¦cnico del atletismo espa?ol, le gusta someterle al test Janis Joplin para medir su personalidad, su curiosidad, su inter¨¦s por los asuntos ajenos al atletismo. Les pone m¨²sica de la blueswoman electrizante de los a?os sesenta de la revuelta y espera sus reacciones. La mayor¨ªa, j¨®venes de reggaet¨®n, se espantan y le piden que lo quiten, y nunca en su vida hab¨ªan o¨ªdo hablar de la cantante de Texas. ¡°Asier tampoco reconoci¨® su m¨²sica, pero s¨ª que hab¨ªa o¨ªdo hablar de ella, la ubicaba en la historia de la m¨²sica¡±, dice Cid del atleta que se entrena en Pamplona y estudia Pol¨ªticas en Bilbao. ¡°Y a partir de ah¨ª, conversando, me di cuenta tambi¨¦n de que est¨¢ muy formado, muy le¨ªdo, de que tiene opiniones propias y fundamentadas de muchos asuntos¡±.
Tan due?o de su mundo es el atleta que ni eso quiere reconocer, prefiere que se piense que lo ¨²nico que le gustaba era salir de fiesta todas las noches, y que es a eso a lo que ha renunciado para ser mejor atleta. ¡°El deporte ha forjado mi car¨¢cter, mi persona¡±, dice. ¡°Decid¨ª apostar por ¨¦l hace un par de a?os y m¨¢s durante la pandemia. Intent¨¦ ser mejor y tuve que renunciar a otras cosas. Soy un chaval de 21 a?os. Salgo menos, pero hay tiempo para todo¡±. Para ser un campe¨®n tambi¨¦n o para ir a donde le gu¨ªe su deseo. Y recibir el mayor premio posible, como, por ejemplo, tirar el cohete del chupinazo de los Sanfermines al mediod¨ªa del 6 de julio de 2022. Y no necesitar¨ªa colarse para hacerlo, porque hacia ello aceler¨® saltando vallas en Tokio, y se lo gan¨®.
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