Los ¡°errores¡± de ¡®Tato¡¯ Mosakhlishvili y Ai Tsunoda
El luchador de origen georgiano y la catalana asumen sus equivocaciones tras perder los combates por el bronce
Tristani Mosakhlishvili, alias Tato, solo quer¨ªa huir del pabell¨®n Campo de Marte. Su compa?era yudoca Ai Tsunoda juntaba las piernas, cruzaba los brazos y aguantaba de pie con disciplina japonesa. Pero los dos dijeron lo mismo: ¡°He cometido un error¡±, admitieron desconsolados y como clones despu¨¦s de perder ambos sus combates por el bronce. Fue la jornada del casi para la delegaci¨®n espa?ola, que no afin¨® el tiro y cedi¨® todas sus batallas sobre el tatami.
¡°No quiero hablar, por favor, no quiero, que hable mi entrenador¡±, imploraba Tato entre los andamios del pabell¨®n. Primero se recogi¨® en cuclillas, como un beb¨¦, y luego escap¨® a la carrera. Este corpach¨®n de 26 a?os y origen georgiano, que alcanz¨® las semifinales en la categor¨ªa de -90 kilos para terminar y¨¦ndose de vac¨ªo, no sab¨ªa qu¨¦ decir ni qu¨¦ hacer. Al inicio de la jornada, los t¨¦cnicos de la federaci¨®n tampoco eran capaces de prever qu¨¦ Tristani aparecer¨ªa. Tan explosivo como imprevisible, sus actuaciones oscilan a menudo entre los grandes resultados (bronce mundial en mayo) y otras en las que est¨¢ del rev¨¦s. Por la ma?ana se despleg¨® como un iluminado, pero por la tarde muri¨® en la orilla. Primero con el georgiano Lasha Bekauri (oro) y luego con el griego Theodoros Tselidis.
¡°Estoy muy decepcionado. S¨²per contento de llegar hasta aqu¨ª, pero comet¨ª un error. Lo ten¨ªa bien estudiado [al heleno en la lucha por el bronce] y sab¨ªa qu¨¦ iba a hacer. Fue mi error¡±, insisti¨® con el pecho al aire. Tres horas antes, feliz de husmear la medalla, hab¨ªa recordado a su abuelo yudoca y los or¨ªgenes humildes de su familia. ¡°Un tiempo en que no ten¨ªamos nada. Ni 10 euros para comprar el judogi [traje]¡±, recordaba con su aceptable castellano pese a que a veces no conf¨ªa mucho en ¨¦l.
El punto y aparte de la cabeza rapada
Tsunoda, m¨¢s locuaz, trat¨® de explicarse y explicar lo ocurrido. ¡°He cometido un error que hago a veces en los entrenamientos y lo he pagado caro¡±, se sincer¨®. A su lado, su madre C¨¦line (francesa) detallaba que cay¨® en la trampa de la austriaca Michaela Polleres de llevar el combate por el bronce al suelo. Despu¨¦s de perder en cuartos, tampoco ocult¨® que hab¨ªa cometido una equivocaci¨®n. ¡°Intento ser realista. Si no veo las cosas como son, no puedo mejorar. No creo que me ataque a m¨ª misma. Yo soy muy optimista, que es el problema a veces. Simplemente, he visto lo que pasa¡±, asegur¨® esta joven de 22 a?os, vigente bronce europeo, nacida en Lleida de padre japon¨¦s y madre francesa, que desde hace un a?os y medio estudia Artes Marciales en Jap¨®n.
Su cabeza rapada la convierte en ¨²nica en el circuito. En 2021, perdi¨® dos veces seguidas con una italiana y empez¨® a echar balones fuera, a justificarse, a decir que no ten¨ªa compa?eros para entrenar por culpa de la pandemia. Le llam¨® a su padre y este le respondi¨® que viera otra vez los combates y que ya hablar¨ªan. El problema no era el empedrado, sino ella, que no asum¨ªa las responsabilidades. Y no se le ocurri¨® otra cosa que raparse al cero. Le lleg¨® a pedir a su padre que cogiera la maquinilla y lo hiciera, pero no quiso.
Con su padre, por cierto, en febrero de 2022, se encontraba en Crimea cuando Rusia invadi¨® Ucrania. ?l es el seleccionador ruso y estaba con el equipo en una concentraci¨®n. Pero de eso nunca ha solido dar muchos detalles. Cogieron un taxi y salieron de all¨ª. Su madre, una mujer que trabaj¨® de camionera en Espa?a hace a?os de domingo a viernes, es quien la acompa?a en las competiciones. Ella y su padre (Go) son sus entrenadores, una alianza que no suele dar grandes resultados en el tatami, pero que siempre ofrece excepciones como esta.
Si a Tsunoda le cost¨® aceptar el nuevo escenario de la pandemia, Tato se fue a vivir unos meses de aquellos tiempos a casa de su entrenador de entonces, Quino Ruiz, que lo invit¨® a ¨¦l y a Niko Sherazadishvili a su vivienda porque all¨ª ten¨ªan m¨¢s espacio para practicar el yudo. Los dos son de origen georgiano. Tato hab¨ªa llegado a Espa?a con 20 a?os debido a la alta competencia en su pa¨ªs natal. Primero se instal¨® en Vigo y luego se march¨® al gimnasio de Ruiz, en Brunete (Madrid), hasta que hace no mucho se traslad¨® a Valencia con Sugoi Uriarte, una mudanza que ha dejado alguna herida entre ambos bandos.
En 2021, en los Juegos de Tokio, cuando ese cambio a¨²n no se hab¨ªa producido, viaj¨® a Jap¨®n con Niko para ayudarle a entrenarse, y en 2022 obtuvo la nacionalidad espa?ola, justo a tiempo para empezar a sumar puntos para Par¨ªs. Su yudo de la escuela georgiana ¡ªmuchos abrazos y mucho contacto¡ª se qued¨® sin nada tras oler el gran golpe. Igual que Ai Tsunoda. Este jueves, es el turno de Sherazadishvili, la ¨²ltima (y gran) baza para aumentar el medallero de este deporte.
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