Vindicaci¨®n de Simone Biles, que consigue su tercera medalla de oro en los Juegos de Par¨ªs
La gimnasta norteamericana clava su biles II, el ejercicio que solo ella es capaz de ejecutar, para imponerse en la final de salto a Rebeca Andrade
Yurchenko, cheng, amanar, carpado, mortal, biles, nemour¡ La gimnasia es un cat¨¢logo de t¨¦cnicas y movimientos que los antiguos han ido legando y Simone Biles lo recoge todo, lo transforma en arte, velocidad, movimiento. En emociones alucin¨®genas, y Rebeca Andrade, con ella. Otra cara de la misma moneda. La del talento y la determinaci¨®n de exhibirlo, y pelear.
Una, Biles, de 27 a?os, con tanta fuerza, potencia, altura, distancia, que hace que su maestr¨ªa t¨¦cnica, que es mucha, parezca menor, pues es imposible de controlar al cien por cien su vitalidad. La belleza es el movimiento, el ¨¦xtasis. La otra, Andrade, con su interpretaci¨®n perfecta de todos los matices de la gimnasia, la elegancia desbordada por su car¨¢cter, y sus cejas doradas, es una hermosura. La belleza es la calma que consigue en el aire cuando gira.
Durante sus siete d¨ªas en Par¨ªs, y a¨²n le queda el lunes, Simone Biles ha pasado por varias fases en su proceso de recuperaci¨®n y reconstrucci¨®n tras la crisis de Tokio, que le dej¨® al borde del pozo negro de la depresi¨®n irresoluble. Cada fase, una medalla de oro, el ¨²nico s¨ªmbolo que le calma. La victoria liderando a Estados Unidos supuso su resurrecci¨®n para la causa; la victoria en el concurso individual, la emancipaci¨®n, y, la tercera, la que consigui¨® este s¨¢bado en el concurso de salto, supone su vindicaci¨®n, su afirmaci¨®n por encima de las cr¨ªticas, del recuerdo que a¨²n le hiere, de los haters que en Tokio, cuando decidi¨® retirarse y pensar en ella, en su salud mental, la insultaban llam¨¢ndola rajada, cobarde¡
Su tercer oro ol¨ªmpico en Par¨ªs es el s¨¦ptimo en su carrera, tras los cuatro de R¨ªo 2016, y la d¨¦cima medalla de cualquier color, superando ya a Nadia Comaneci. El lunes, en las finales de suelo y barra de equilibrio, Biles podr¨ªa conseguir el octavo y el noveno oros, superando la marca de R¨ªo, cuando era la ni?a prodigio. La transici¨®n a la mujer que es ahora fue dura y dolorosa, pero la ha convertido en la ¨²nica deportista que en Par¨ªs desborda el mundo del deporte, y reina por encima de todos. Biles se impuso con 15,300 puntos (la media de sus dos saltos, el biles II y un cheng) por delante de la brasile?a Rebeca Andrade (14,966), tambi¨¦n segunda en el concurso general, y de su compatriota Jade Carey (14.466).
Nadie habla ya. Solo Simone Biles, dos saltos de los suyos. Uno, el biles II (entrada en yurchenko, una rondada antes de tocar el trampol¨ªn para abordar el potro de saltos de espaldas), bloqueo potent¨ªsimo sobre el aparato que transforma toda la energ¨ªa horizontal acumulada en sus 25 metros a la carrera en velocidad de despegue vertical tal que sale volando, y controla su cuerpo en el aire a¨²n para efectuar un doble mortal en carpa, con las rodillas rectas, sin doblarlas como en el agrupado, m¨¢s f¨¢cil. El ejercicio tiene una dificultad tal (6,4) que una ejecuci¨®n normal ya eleva la nota por encima de la de cualquier rival. Pero en la tarde dedicada a callar bocas y a cerrar heridas, y que brille m¨¢s a¨²n el diamante de su colgante de cabra, Biles lo salt¨® mejor que nunca, con su habitual pasito fuera que le penaliza, porque es imposible controlar m¨¢s en el aterrizaje tanta energ¨ªa. 15,700 es la nota. Y los privilegiados que estuvieron en la pir¨¢mide de Bercy este s¨¢bado dieron gracias al destino, porque, seg¨²n dej¨® caer la gimnasta, puede que esta sea la ¨²ltima vez que lo ejecuta en competici¨®n.
Su segundo salto es un cheng (rondada m¨¢s medio giro para entrar de frente a la plataforma y mortal en plancha con pirueta y media), territorio Andrade.
Si Biles en el aire es un diablo, movimiento audaz, acrobacia, energ¨ªa, la brasile?a es una estatua inm¨®vil que es capaz de quedarse en suspensi¨®n un minuto. Su bloqueo se puede usar en los cat¨¢logos que intenten describir lo ideal. La forma de las piernas, tan rectas, tan juntas, es impecable. Su reino es el cheng, que clava de nuevo. Consigue 9,500 en ejecuci¨®n, tan cerca del 10 que quema, pero la dificultad del ejercicio es de solo 5.6, ocho d¨¦cimas menor que el biles II. 15.100. En su segundo salto, Andrade podr¨ªa haberse lanzado con el triple giro, pero se conform¨® con un amanar (una entrada Yurchenko, pero con medio giro tras la rondada y la voltereta) para llegar de cara al bloqueo y un vuelo hacia atr¨¢s con dos giros y medio. Se arrastr¨® un poco en el aterrizaje. Aunque su forma en el aire sigue siendo ¨²nica, y aunque se hubiera lanzado al triple giro, no habr¨ªa alcanzado a Biles, una, que cuando salta, las dem¨¢s miran y dicen: ?alguna vez podremos hacer algo as¨ª? Suspiran y se rinden. No puede haber mejor vindicaci¨®n.
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