Mar¨ªa P¨¦rez y ?lvaro Mart¨ªn, los chicos de oro, culminan el viaje ol¨ªmpico de la marcha
La granadina y el extreme?o se imponen en la prueba de relevo y se convierten en los primeros atletas espa?oles con la triple corona, campeones ol¨ªmpicos, mundiales y europeos
Daniel Pintado es un electr¨®n, y qu¨¦ piernas, qu¨¦ caderas, energ¨ªa pura a la que se engancha ?lvaro Mart¨ªn, cabeza, cabeza, y qu¨¦ coraz¨®n, cu¨¢nto sufre, c¨®mo resiste, c¨®mo acelera en los ¨²ltimos metros para darle una palmada a Mar¨ªa P¨¦rez y, como los correos Incas que inventaron las postas, o los corceles del pony expr¨¦s en las novelas, caer agotado. Gracias a Pintado, liebre inigualable, Italia ¨C...
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Daniel Pintado es un electr¨®n, y qu¨¦ piernas, qu¨¦ caderas, energ¨ªa pura a la que se engancha ?lvaro Mart¨ªn, cabeza, cabeza, y qu¨¦ coraz¨®n, cu¨¢nto sufre, c¨®mo resiste, c¨®mo acelera en los ¨²ltimos metros para darle una palmada a Mar¨ªa P¨¦rez y, como los correos Incas que inventaron las postas, o los corceles del pony expr¨¦s en las novelas, caer agotado. Gracias a Pintado, liebre inigualable, Italia ¨CStano, el lucano de bigotillo de puntas retorcidas, y Palmisano, los campeones ol¨ªmpicos de Tokio¨C persigue lejos, a 47s. M¨¢s lejos a¨²n Australia.
La energ¨ªa ni se crea ni se destruye, se transmite, y la de Pintado, central el¨¦ctrica ecuatoriana, campe¨®n ol¨ªmpico de los 20, pasa, como por arte de magia, no a la compa?era a la que apenas toca la mano, Glenda Morej¨®n, que se difumina y se frena bajo la amenaza de los dos avisos con que cargan, sino a una espa?ola de Granada, bajita, enorme gorra blanca en una cabeza sabia y decidida, Mar¨ªa P¨¦rez, de Orce, que, como disparada por un ca?¨®n, un misil, acelera hacia el oro, que le espera, pasada la torre Eiffel, cruzado el Sena por el puente de Jena en los jardines del Trocad¨¦ro, la mejor vista de Par¨ªs desde all¨ª. Nadie la frena, nada le puede frenar, nadie impide su ¨²ltimo kil¨®metro, paseo triunfal, marcha imperial. Y hasta puede chocar las manos de todos los espectadores tras las vallas. No coge la bandera que le ofrecen. Quiere llegar con las manos vac¨ªas para atacar con rabia y fuerza, y alegr¨ªa, la cinta, como queri¨¦ndola romper con un golpe de karate. Y grita. Un aullido. El fin de todos sus males.
Despu¨¦s, se agacha discretamente, y vomita.
El precio del esfuerzo supremo. Luego, la foto, la bandera, el abrazo con ?lvaro Mart¨ªn, compa?ero de relevo, que la cruje; el abrazo con sus entrenadores, Jacinto Garz¨®n, de Guadix, Granada, y Jos¨¦ Antonio Carrillo, de Cieza, Murcia, que les hace llorar a los cuatro.
No hay mejor lugar para la gran exhibici¨®n de la marcha de oro, de los chicos de oro, ?lvaro Mart¨ªn, 30 a?os, de Llerena, Badajoz, y Mar¨ªa P¨¦rez, de 28, los primeros atletas espa?oles que alcanzan el m¨¢ximo, la triple corona, campeones de Europa, campeones del mundo, campeones ol¨ªmpicos. Y hace cuatro d¨ªas, junto al mismo Sena, bronce y plata, respectivamente, en los 20 kil¨®metros. Su foto, una en brazos de otro, banderas de Espa?a por todas partes, es ya el gran cl¨¢sico del deporte espa?ol. La imagen naci¨® en la plaza de los H¨¦roes de Budapest el verano pasado, dos veces campeones del mundo (20 y 35 kil¨®metros); se repite en Par¨ªs, donde m¨¢s luce. Es el primer oro del atletismo espa?ol desde la victoria de Ruth Beitia en el salto de altura en R¨ªo 2016.
¡°Hemos hecho historia¡±, dice Mar¨ªa P¨¦rez. ¡°Esto es un matrimonio ya¡±. Y ?lvaro Mart¨ªn, doble licenciatura, Pol¨ªticas y Derecho, TFG sobre la lucha campesina en su Extremadura del alma, cuando le cae la pregunta t¨ªpica, ?qu¨¦ sientes?, responde explosivo. ¡°?Qu¨¦ cojones voy a sentir? La felicidad de estar destrozado, cansado, alegre¡¡±, dice. ¡°Hemos vivido much¨ªsimas cosas juntos, nuestro primer Europeo juntos, nuestro primer Mundial juntos y ahora nuestro primer oro ol¨ªmpico juntos. Se nos dan las cosas bien juntos, ?verdad?¡±
El ¨²ltimo empe?o lo compartieron, se lo dividieron, 42,195 kil¨®metros, un marat¨®n andando muy deprisa ¨Ca 3m 50s el kil¨®metro los hombres, a 4m 12s, Mar¨ªa¨C, en 2h 50m 31s. Morej¨®n cerr¨® la plata para Ecuador, la escuela de marcha de Jefferson P¨¦rez en Cuenca, puros Andes, a 51s de los espa?oles, y terceros, los australianos Rhydian Cowley y Jemima Montag, a 1m 7s. La segunda pareja espa?ola, Cristina Montesinos y Miguel ?ngel L¨®pez, fue novena, a 5m 39s.
¡°Estoy feliz por ellos¡±, dice L¨®pez, voz demasiado serena. ¡°Son las primeras medallas ol¨ªmpicas de la marcha espa?ola despu¨¦s de 20 a?os, creo [Paquillo Fern¨¢ndez, plata en Atenas tras Jefferson P¨¦rez]. Han conseguido lo que otros no pudimos¡±.
A L¨®pez, tan pulcro t¨¦cnicamente tambi¨¦n, le sorprende la velocidad, la libertad, con que se marcha en la primera posta, llovizna, 16 grados a las 7.30, la p¨¦rdida de la prudencia y la paciencia proverbiales de quien anda a pie. Prohibido no arriesgar. Corren, corren. Corre Dunfee, crazy canadiense, y el japon¨¦s Kawano, en fuga. ¡°Es el show lo que buscan los que han inventado el relevo¡±, dice Paul McGrath, reserva en la banda. ¡°Esto es deporte business, un circo, cuanto m¨¢s breve es la actuaci¨®n, m¨¢s vale, un rel¨¢mpago, los 10s de los 100m, as¨ª, y nosotros, la marcha, somos los elefantes¡±.
Los elefantes abren caminos. A los elefantes nada les detiene. L¨®pez sufre, pero los sabios ?lvaro Mart¨ªn y Daniel Pintado, mantienen la calma en medio del hurac¨¢n. Controlan. Al final de la posta (11,4 kil¨®metros), el ecuatoriano acelera. Una palmada en la mano lanza a Morej¨®n, a Mar¨ªa P¨¦rez. Empieza a definirse la prueba, que se aclara m¨¢s al final de la primera posta de las marchadoras, cuando la mujer de Orce empieza descolgarse m¨ªnimamente. La alarma. ¡°Mar¨ªa lleg¨® muerta a la transici¨®n, muerta¡± explica Garz¨®n, su entrenador. ¡°Ten¨ªamos nada, 35 minutos, para recuperarla. Vomit¨® un par de veces, pero no eran problemas de est¨®mago, eran las flemas, restos de la tos del proceso v¨ªrico que pas¨® hace poco. Actuaron los fisios, los m¨¦dicos, le quitamos el chaleco del fr¨ªo y la calentamos con toallas. Se cambi¨® de zapatillas tambi¨¦n, con la lluvia le bailaba el pie en la placa de carbono y corr¨ªa riesgo de torcerse el tobillo, pero ella siempre mantuvo fuerte la cabeza¡±. Mar¨ªa P¨¦rez, renacida, recibe la ¨²ltima palmada de ?lvaro Mart¨ªn. El vac¨ªo ya lo ha hecho, a medias con Pintado. ¡°Yo le he hecho el trabajo sucio¡±, dice Mart¨ªn. ¡°Mar¨ªa, digamos, lo ten¨ªa m¨¢s f¨¢cil porque yo soy el malo del equipo, ella tiene much¨ªsima m¨¢s calidad que yo y, es m¨¢s, en los ¨²ltimos kil¨®metros yo le iba diciendo Mar¨ªa, ya es suficiente, no hace falta apretar m¨¢s, disfruta, pero ella quer¨ªa seguir disfrutando a su manera, es as¨ª de competitiva¡±.
Solo quedaba rematar. Liberar la rabia en un grito y un golpe. A ella le corresponde el privilegio. Se ha ganado el derecho a repasar el pasado no como una serie de desgracias ¨Cel llanto en el Mundial de Doha 19 a medianoche, consumida por el calor y la humedad, el cuarto puesto de Tokio, la descalificaci¨®n por mala t¨¦cnica del Mundial del 22, el cambio de t¨¦cnica, la victoria en Budapest castigada con una rotura de sacro en noviembre pasado, la enfermedad de su pareja, Noelia, ya recuperada¡¨C, sino como la ruta que da m¨¢s valor al ¨¦xito.
¡°Este ¨¦xito naci¨® con los tres cuartos puestos de Tokio, Mar¨ªa, Tur, ?lvaro¡±, dice Garz¨®n. ¡°Aquello no fue un fracaso, sino el inicio¡±.
Carrillo, el maestro de Cieza, se remonta m¨¢s atr¨¢s, calmado pese a todo, sin el agobio ya de romper el sombrero ya roto. ¡°Hoy no me ha dado llorera¡±, dice. ¡°Yo siempre lo he dicho en los cursos que doy de entrenador, la primera medalla ol¨ªmpica del atletismo espa?ol fue de la marcha, Jordi Llopart en Mosc¨² 80; tambi¨¦n la primera de oro es de la marcha, Dani Plaza en Barcelona 92. ?La primera medalla de una mujer? Mar¨ªa Vasco, en los 20 kil¨®metros de Sidney. Joder, hemos ido abriendo las puertas de las medallas. Se ha creado una tradici¨®n dentro de nuestra disciplina. Llevo 42, 43 a?os en esto y me enorgullece que todos los que llegan hablen de los anteriores. Plaza empez¨® por ver a Mar¨ªn y Llopart, Juanma Molina al ver a Plaza, Miguel ?ngel, cuando vio a Juanma ganar una medalla en Helsinki, y Paul me dec¨ªa el otro d¨ªa que a ¨¦l le enganch¨® Miguel ?ngel con su plata en Mosc¨²¡ Tenemos ya una tradici¨®n ancestral que es incre¨ªble¡±.
A la llovizna que refresc¨® la carrera la quema el sol casi al mediod¨ªa, cuando la marcha espa?ola celebra el gran d¨ªa de la culminaci¨®n de su viaje.
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