El apellido grabado en la primera y en la ¨²ltima medalla de oro del b¨¢squet espa?ol
Wonny Geuer, campeona de Europa en Perugia 93 y madre de los campeones del mundo Willy y Juancho Hern¨¢ngomez, se licenci¨® en Econ¨®micas y Empresariales, como su marido, el tambi¨¦n jugador Guillermo Hernang¨®mez. La matriarca de la saga m¨¢s exitosa del baloncesto espa?ol lanza un alegato: ¡°hay que arreglar algo que no funciona bien: deporte y estudios deber¨ªan poder compatibilizarse¡±
Su medalla, el oro que lo cambi¨® todo para el baloncesto espa?ol, descansa en alg¨²n caj¨®n.
¡ªTendr¨ªa que rebuscar para encontrarla, s¨ª. Debe estar por ah¨ª.
Sin embargo, las de campeones del mundo de sus hijos, Willy y Juancho Hern¨¢ngomez, las atesora ¡°como oro en pa?o¡±. Nunca tuvo un sentido tan literal la expresi¨®n.
As¨ª es Margarita Ivonne Geuer (Sevilla, 1966), Wonny Geuer ¨Dque se pronuncia algo as¨ª como Bony Goia¨D, la nieta de una mujer que bail¨® con Alfonso XIII, esposa del c¨®nsul alem¨¢n en Sevilla que sobrevivi¨® a dos guerras mundiales; la que ense?¨® a su madre, y esta a su vez a Wonny, a hacer caso omiso de la tentaci¨®n de rendirse; la aficionada al tenis que dio el estir¨®n y, tras mucho ¡°botar contra una pared y hacer ejercicios de salto¡± lleg¨® a dominar los aros. La primera campeona del baloncesto espa?ol (oro en el Eurobasket de Perugia de 1993) y principio de una saga que es, a la vez, leyenda y futuro de la canasta patria, los Hern¨¢ngomez-Geuer, una familia ins¨®lita: los cinco miembros han vestido la camiseta de la selecci¨®n en categor¨ªas de formaci¨®n (135 veces entre todos, r¨¦cord dif¨ªcilmente superable) y tres, de momento, han sido internacionales absolutos.
As¨ª es Wonny Geuer, el coraz¨®n de este linaje, capaz de agarrar al entonces ministro de Cultura y Deporte, Jos¨¦ Guirao, con las l¨¢grimas reci¨¦n enjuagadas, en el pabell¨®n de China en el que sus hijos acababan de hacer a Espa?a campeona del mundo por segunda vez en su historia, para dejarle claro lo que para ella es primordial, lo de veras importante:
¨DHay que arreglar urgentemente una cosa. Es una pena que mi hija Andrea y sus compa?eras, para compaginar estudios y una carrera deportiva, sigan teniendo que irse a EE UU. No ha cambiado casi nada desde mi ¨¦poca¡
Empez¨® jugando al tenis. Era el deporte que, junto al esqu¨ª, la ni?a Wonny hab¨ªa visto practicar a sus padres, una familia germana asentada en la capital andaluza. Pero ella quer¨ªa formar parte de un equipo y un amigo de su hermana la reclut¨®; Francisco ?lvarez, el entrenador del colegio Irlandesas Bami, de Sevilla, una escuadra que a principios de los ochenta hab¨ªa alcanzado la primera divisi¨®n pero, por falta de ingresos, se hab¨ªa visto forzada a renunciar a su plaza. Wonny apenas jug¨® un minuto. Pero superaba el metro ochenta, as¨ª que termin¨® convocada a una concentraci¨®n que se celebraba en C¨¢ceres. El pa¨ªs andaba por entonces buscando a los deportistas que habr¨ªan de representarlo en su olimpiada, en Barcelona 92. Wonny se torci¨® un tobillo, los informes que los ojeadores elaboraron sobre ella en aquella cita fueron devastadores: no hab¨ªa nada que rascar en esa jugadora. Al volver a Sevilla quiso colgar las botas. ¡°Mi madre, tal como habr¨ªa dicho mi abuela, me dec¨ªa: ¡®hija, t¨² d¨¦jalo cuando est¨¦s segura de que no te gusta, no porque no se te haya dado bien o por lo que te digan. Primero entrena¡±. Cuenta Wonny que un d¨ªa, in fraganti, mientras compraba los libros para el colegio, la pill¨® su entrenador: ¡°Casi me llev¨® de la mano a casa, a por las zapatillas, y de ah¨ª al pabell¨®n¡±. Ese a?o ganaron el campeonato de Espa?a. Wonny fue la m¨¢xima reboteadora. Fich¨® por el Canoe, se march¨® a Madrid becada; y despu¨¦s, ?qu¨¦ decir de lo que vino luego? El plan ADO, cuatro a?os de preparaci¨®n intensiva, la forja de la generaci¨®n que logr¨® el ansiado primer oro, la amistad con Carolina M¨²jica o M¨®nica Messa, con las que a¨²n se echa unas canastas.
¨DEn mi familia, si por algo destacamos, es por el tes¨®n. Por la competitividad, en el mejor sentido de la palabra: capacidad de esfuerzo, de sacrificio.
Se retir¨® en la cima, con 27 a?os, con el buen regusto del oro; en parte por agotamiento y en parte por su deseo de ser madre. Y es que no solo hab¨ªa sido extenuante la metamorfosis hasta convertirse en una atleta de ¨¦lite, el machaque de jornadas de hasta ocho horas de ejercicio f¨ªsico. Otro factor, uno muy importante para ella, le hab¨ªa requerido sangre y sudor. Los estudios.
Estaba estudiando Econ¨®micas y Empresariales, carrera en la que finalmente se licenciar¨ªa, como su marido. La preparaci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos la obligaba a ausentarse a veces. El Consejo Superior de Deportes hab¨ªa enviado cartas explicativas a la facultad, sin ning¨²n ¨¦xito.
¨DEl decano me dijo: ¡°Mi ni?a, tienes una edad para saber si lo que quieres es jugar a la pelotita o estudiar¡±.
¨D?Qu¨¦ respondi¨®?
¨DQue la pelotita era lo que me estaba pagando los estudios.
Dice Wonny Geuer que estas mismas situaciones las ha tenido que vivir despu¨¦s en numerosas ocasiones con sus hijos: visitas al instituto para justificar ante algunos profesores ausencias de sus v¨¢stagos, que estaban compitiendo fuera o entrenando, o el baj¨®n temporal de rendimiento en alg¨²n examen; y que desde entonces no ha parado de repetir el mismo discurso, el que aprovech¨® para trasladar a un ministro en pleno momento de euforia, pero tambi¨¦n el que ha inculcado a su progenie:
¡ªAunque parezcas llamado a ser el pr¨®ximo Pau Gasol, estudia; la vida cambia en un segundo.
El discurso de Geuer es combativo porque es fruto de la experiencia, de lo que ha visto a su alrededor durante dos generaciones. ¡°No podemos permitir que esos j¨®venes pierdan noci¨®n de la realidad, deben poder volver a la Tierra y desempe?arse laboralmente. E, igualmente, al contrario: ?por qu¨¦ las compa?eras de mi hija que comenzaron Medicina tuvieron que abandonar el baloncesto? Los valores que te da un deporte de equipo, cualquiera, son los que te forjan, y te sirven si llegas a profesional o ante una oposici¨®n o en una empresa¡ ?C¨®mo puede ser que no tengamos eso en mente?¡±.
Geuer tiene raz¨®n. Seg¨²n un informe auspiciado por Endesa, los conflictos entre estudio y entrenamientos son la principal causa de abandono de la pr¨¢ctica deportiva, especialmente entre chicas adolescentes. ¡°Mis hijos tienen el espejo de su padre: una lesi¨®n cort¨® su proyecci¨®n. Y, aunque a veces me llamen pesada por repet¨ªrselo, son conscientes y lo tienen en cuenta: por eso Andrea se march¨® a una universidad estadounidense [contin¨²a otra tradici¨®n familiar: se licenciar¨¢ en finanzas]; por eso Juancho quiso sacarse el t¨ªtulo de Educaci¨®n F¨ªsica y Magisterio Infantil y Willy estudia en l¨ªnea mientras contin¨²a progresando en su carrera en la NBA.
Campeones hijos de campeones (c¨®mo formarlos sin presi¨®n)
Willy y Juancho comenzaron jugando a f¨²tbol. De ni?os, no eran ni por asomo conscientes de la magnitud de la carrera de su madre. ¡°Hab¨ªan visto alguna foto, nada m¨¢s¡±. Sab¨ªan que su mami se iba a jugar pachangas con sus amigas ¨Dque eran en realidad compa?eras suyas de ese ¨¦xito de Perugia¨D. Y pensaban, dice Wonny, ¡°que el baloncesto era cosa de chicas¡±. Luego, tambi¨¦n a ellos les toc¨® dar el estir¨®n y empezaron a despuntar en las canteras de clubes como el Real Madrid o el Estudiantes, un terreno que empieza a ser movedizo, por las ilusiones que se despiertan y por las frustraciones que suelen sobrevenir; entre j¨®venes y, quiz¨¢ peor, entre padres, que, dice Wonny, depositan en sus hombros una presi¨®n absurda prematuramente. ¡°Yo nunca le encontr¨¦ sentido a algunas de las cosas que me encontr¨¦ cuando mis hijos eran cr¨ªos. Con la experiencia acumulada, pensaba en que es imposible discernir si un jugador de esa edad va a llegar a profesional o no, ?no ten¨ªa ni idea de si mis hijos lo lograr¨ªan!, y ?sabes qu¨¦? Eso siempre fue lo de menos. Yo les repet¨ªa lo que me hab¨ªa servido a m¨ª: divert¨ªos. Ah¨ª est¨¢ la clave. El que es capaz de seguirse divirtiendo incluso mientras compite es el que tiene todo ganado¡±.
Cuenta Wonny que, cuando Andrea ten¨ªa siete a?os, un pariente se acerc¨® a ella y le pregunt¨®: ¡°Pero bueno, con los padres y hermanos que tienes ?c¨®mo no juegas a baloncesto?¡±. La ni?a respondi¨® que porque su madre no la hab¨ªa llevado todav¨ªa.
¨D?Ten¨ªa solo siete a?os! Yo entonces le pregunt¨¦: ?seguro que quieres, Andrea? Y hasta ahora. Yo siempre he respetado al m¨¢ximo a los tres, no les impondr¨ªa nada, y menos a¨²n el baloncesto. Lo ¨²nico que siempre les dije fue que practicaran deporte y estudiaran¡
#LoInteligenteEsSeguir
Descubre gracias al proyecto Basket Girlz de Endesa las historias de todas estas deportistas, cient¨ªficas o l¨ªderes culturales y empresariales que tienen algo en com¨²n: se forjaron en una cancha de baloncesto. De este deporte adquirieron valores que les han servido para el resto de retos de la vida. www.proyectobasketgirlz.com