El terrible abandono de nuestros cl¨¢sicos

Este grito calderoniano -Sem¨ªramis, dimitida, en la admirable tragedia La hija del aire- podr¨ªa haberlo hecho suyo, suyo de su carne, el propio autor, ante el cruel y displicente abandono en que andan nuestros cl¨¢sicos. La terrible indiferencia administrativa ante el incendio del Teatro Espa?ol, la falta de un centro de estudios de nuestro teatro cl¨¢sico, el olvido del maravilloso Corral de Almagro, el pavor de la televisi¨®n espa?ola ante los cl¨¢sicos y tantas pruebas m¨¢s de apat¨ªa y desgana son datos que honran a Jos¨¦ Tamayo por su valerosa reposici¨®n, en el teatro Bellas Artes, de La vida es sue?o, texto mayor de nuestra dram¨¢tica, montado en un teatro privado para conmemorar los treinta a?os de su compa?¨ªa titular, ?la Lope de Vega?.He vuelto al Bellas Artes para revisitar a Calder¨®n. El p¨²blico era joven, curioso y cultivado. Hab¨ªa muchos extranjeros. Parec¨ªan gozadores de un concierto, esos gozadores sabihondos y fin¨ªsimos de tan fuerte exigencia, como fina actitud mental. Ya se sabe que La Vida es sue?o es un ejemplo bastante bueno, del teatro existencial; es decir, del teatro en que los seres existen, sustancialmente, con una radical vitalidad. La interpretaci¨®n se ha serenado. Afloran las l¨ªneas, mayores de la versi¨®n de Tamayo: meditaci¨®n, libertad por el. sufiimiento, poes¨ªa dram¨¢tica, modernidad razonadora. Juan Diego duda una y otra vez, se cuestiona, se analiza, se observa, se mantiene clarividente y profundo. (A Calder¨®n se debe, probablemente, el primer cambio de car¨¢cter registrado en el teatro. Las gentes griegas no pod¨ªan vacilar: por algo eran dioses. Calder¨®n sabe que Segismundo est¨¢ naciendo en cada instante. Calder¨®n...)

Yo creo que cuando pase esta reposici¨®n, cuando don Pedro Calder¨®n baje de la cartelera del Bellas Artes, me voy a negar a hablar de teatro con quienes no hayan visto La vida es sue?o. ?Para qu¨¦? ?Que van a decirme? iSi todo est¨¢ ya ah¨ª! Todo. Desde la psicolog¨ªa moderna hasta la m¨¢s compleja escritura teatral. Un texto inmortal de un repertorio menospreciado.