Las desventuras de la lucha continental
En la historia del proceso de independencia de los pa¨ªses subdesarrollados respecto de sus antiguas metr¨®polis, Cuba es la naci¨®n que m¨¢s lejos ha ido. Su historia pasa de la dependencia a la independencia en varias ocasiones, pero en 1959 rompe finalmente con su pasado de pe¨®n de los poderosos. Esa ruptura no est¨¢ exenta, sin embargo, de problemas, y el nuevo camino abierto por los rebeldes de Sierra Maestra tiene m¨¢s espinas que fosas. El fin del Gobierno de Batista abri¨® paso a una voluntarista construcci¨®n de la nueva Cuba, tan nueva que ni los barbudos del Movimiento 26 de julio la imaginaban. En pocos a?os, una serie de acontecimientos casi obligar¨¢n a Cuba a seguir el camino del socialismo.
En el Libro Blanco del Departamento de Estado norteamericano sobre Cuba, Arthur Schlesinger escrib¨ªa en 1961 que el apoyo a la dictadura de Batista, la corrupci¨®n gubernamental y la miseria del pueblo, unido a la indiferencia de Washington ante estos hechos, eran el caldo de cultivo propicio para una revoluci¨®n en Cuba. El ataque a Playa Gir¨®n, la crisis de los misiles entre la Uni¨®n Sovi¨¦tica y los Estados Unidos, el bloqueo econ¨®mico impuesto por este ¨²ltimo a Cuba y la expulsi¨®n final de ¨¦sta de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA), no har¨¢n m¨¢s que aislar a Cuba de su entorno geogr¨¢fico, y la forzar¨¢n a buscar aliados m¨¢s all¨¢ del tel¨®n de acero.
Por otro lado, en el aspecto pol¨ªtico, los numerosos problemas en el interior de la isla conducir¨¢n a los dirigentes cubanos a tomar medidas radicales, tanto en el seno de la Administraci¨®n como en la econom¨ªa (expropiaciones y nacionalizaciones, la mayor¨ªa sin indemnizaciones) y a impulsar la Reforma Agraria, iniciada en 1959. El 1 de mayo de 1961, Fidel Castro proclama ?de forma oficial?, el car¨¢cter socialista de la Revoluci¨®n cubana, y da comienzo la purga de liberales (Mir¨® Cardona), y del ala derecha del Movimiento 26 de Julio (Manuel Rey). Tambi¨¦n por esas fechas se inicia el ¨¦xodo creciente de personas y capitales.
Esta ¨¦poca ser¨¢ la de la ?continentalizaci¨®n? de la Revoluci¨®n cubana: los discursos de Castro har¨¢n responsable a Norteam¨¦rica de la miseria, la corrupci¨®n y la dependencia del subcontinente. La expansi¨®n de la Revoluci¨®n cubana contaba con factores favorables. En primer lugar, los a?os cincuenta son la d¨¦cada ¨¢lgida del anticolonialismo y la independencia en la que los pueblos del llamado Tercer Mundo se liberan de varios siglos de dominaci¨®n. En segundo lugar, el caso cubano suscita esperanzas en el continente latinoamericano. Los dirigentes de La Habana confiaban en que, frente al cerco y al aislamiento a que les obliga Estados Unidos, extender la revoluci¨®n al continente y ?crear uno, dos, tres, muchos Vietnam? podr¨ªa distraer a las fuerzas norteamericanas y hacer posible una Cuba socialista.
Sue?o y fracaso de una expansi¨®n
Durante la d¨¦cada de los sesenta, Am¨¦rica Latina se ve agitada de norte a sur por la aparici¨®n de grupos guerrilleros inspirados y apoyados por Cuba. Numerosas organizaciones latinoamericanas, con el armaz¨®n te¨®rico de Castro y Guevara, comienzan la lucha guerrillera para ?hacer de los Andes la Sierra Maestra del continente?. Son, en su mayor¨ªa, nuevas organizaciones surgidas de la radicalizaci¨®n estudiantil de aquellos a?os y, en gran parte, fruto de rupturas y escisiones en los partidos tradicionales, desde los nacionalistas (peronismo en Argentina, APRA en Per¨², Movimiento Nacionalista Revolucionario en Bolivia), hasta los mismos Partidos Comunistas (Venezuela, Brasil, Colombia). Nacen as¨ª el MIR chileno, la Vanguardia Revolucionaria de Per¨², el Partido Obrero Comunista, la Vanguardia Armada-Palmares, el MR-8 de Brasil, las FALN de Douglas Bravo en Venezuela, las FAR de Yon Sosa en Guatemala, el Frente Sandinista de Nicaragua, los Tupamaros en Uruguay, y un largo etc¨¦tera.
Una humanidad hab¨ªa echado a andar, pero con los pies de sus organizaciones m¨¢s radicales. Y esto no es s¨®lo una frase. Por el contrario, es la esencia del fracaso de la guerrilla del Ch¨¦ en Bolivia, la causa de la casi muerte de los grupos guerrilleros latinoamericanos, el hundimiento de la teor¨ªa del ?foco guerrillero? (ampliamente difundida por el escritor franc¨¦s R¨¦gis Debray). La raz¨®n: el aislamiento, la radical separaci¨®n entre la lucha de la vanguardia guerrillera y el conjunto de la poblaci¨®n. En los intentos de emulaci¨®n de la experiencia cubana, las masas latinoamericanas no llegaron a considerar a los rebeldes como sus representantes pol¨ªticos dirigentes. El escaso apoyo que recib¨ªan los guerrilleros, o era marginal (grupos de estudiantes, intelectuales, e incluso algunos campesinos), o era moral, ante el valor humano de los guerrilleros. (Ese fue el caso de los Tupamaros, o del ELN de Fabio V¨¢zquez Casta?o tras la muerte del sacerdote guerrillero Camilo Torres, el 15 de febrero de 1966, en Patio Cemento, y el de la incorporaci¨®n a esta misma guerrilla colombiana de los sacerdotes espa?oles Domingo Lain y Enrique P¨¦rez.)
Aislados de las masas
Estos guerrilleros, por algunos de nominados ?los desesperados de la revoluci¨®n?, en la pr¨¢ctica, sustituir¨¢n al pueblo en la necesaria participaci¨®n pol¨ªtica de ¨¦ste. La teor¨ªa del ?foco guerrillero? parte de una visi¨®n marcadamente idealista de la experiencia cubana y la extiende de forma pragm¨¢tica a todo el continente.
La ausencia de partidos pol¨ªticos capaces de ofrecer una alternativa coherente al conjunto de la poblaci¨®n latinoamericana, unida a la crisis y la falta de credibilidad de los partidos nacionalistas (aprismo, populismo, en general), contribuye a que cientos de j¨®venes a escala continental se dediquen sembrar ?focos? en un medio desconfiado y atrasado como es el campesino. Los nuevos redentores, incapaces de mantener enfrentamientos regulares con los ej¨¦rcitos gubernamentales, cuantitativa y cualitativamente superiores, y aislados cada vez m¨¢s del pueblo del que pretenden constituirse en sus dirigentes, van de fracaso en fracaso, de escisi¨®n en escisi¨®n.
La consecuencia es sobradamente conocida. Los Estados Unidos refuerzan sus lazos militares y econ¨®micos, con objeto de consolidar aliados seguros en el conflictivo continente. La consigna se concreta en evitar a toda costa una repetici¨®n de Cuba. En 1962, en Punta del Este (Uruguay), la OEA expulsa a Cuba y se crea un Comit¨¦ Consultivo de Seguridad especie de organismo militar antirrevolucionario, orientado hacia la creaci¨®n de una fuerza militar panamericana de car¨¢cter permanente. En 1964, un golpe militar en Brasil derroca al nacionalista Goulart e instaura una dictadura, con el mariscal Castelo Branco a la cabeza. En el mismo a?o se produce una intervenci¨®n militar norteamericana en los conflictos de la Zona del Canal, en Panam¨¢. Y en l965 se produce la invasi¨®n de Santo Domingo por marines estadounidenses.
La Enmienda Platt, en un principio referida solamente a Cuba, y que justificaba la intervenci¨®n mi litar norteamericana en el ?caso de que sus intereses se vieran amenazados?, se hace ley, y se extiende a toda Am¨¦rica Latina, llegando hasta nuestros d¨ªas. Por otro lado, la Cuba de la Tricontinental, de la Organizaci¨®n Latinoamericana de Solidaridad (intento en 1966 de coordinar a todos los grupos guerrilleros del continente), ha dejado paso a una Cuba prudente, replegada en sus fronteras, cr¨ªtica de las organizaciones guerrilleras actuales y que sido de vez en cuando (como es el caso de Angola), recuerda que los rebeldes de los a?os sesenta todav¨ªa pueden hacerse o¨ªr m¨¢s all¨¢ de sus fronteras.
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