La amnist¨ªa, ?cuando?
Miles de espa?oles, cientos de miles, han solicitado una amnist¨ªa general para los delitos de opini¨®n y pol¨ªticos despu¨¦s de la llegada de don Juan Carlos de Borb¨®n al trono. Numeros¨®s procuradores en Cortes, ayuntamient s diputaciones, jerarqu¨ªas eclesi¨¢sticas, la casi totalidad de los colegios profesionales y la oposici¨®n democr¨¢tica en pleno han se?alado reiteradas veces la necesidad de que dicha amnist¨ªa se otorgue como condici¨®n previa a la construcci¨®n de la democracia. El propio ministro de Justicia declar¨® hace ya m¨¢s de cuatro meses que el tem¨¢ de la amnist¨ªa estaba en estudio, pero posteriores palabras del presidente del Gobierno aplazaron la cuesti¨®n hasta que en Espa?a hubiera instituciones democr¨¢ticas. Se aduc¨ªan, y se aducen, para ello, razones t¨¦cnicas como el hecho de que no basta amnistiari un delito si no desaparece la tipificaci¨®n del mismo de nuestras leyes, pues de otro modo, los amnistiados volver¨ªan a la c¨¢rcel, al poco de salir. Pero el argumento comienza a sonar a excusa, y bien podr¨ªa el Gobierno ejercitar la tolerancia hasta que se cambiaran las leyes.Una reciente encuesta divulgada por la prensa se?alaba que el cincuenta por ciento de los espa?oles est¨¢ a favor de la amnist¨ªa y s¨®lo el trece por ciento se manifestaba en desacuerdo con ella. El consenso generalizado que existe en nuestro pa¨ªs para que el Rey otorgue esta gracia -que borra delitos, culp¨¢s y responsabilidades- es bien palpable, y sin embargo s¨®lo ha habido hasta ahora un decreto -de indulto, redactado en t¨¦rminos muy restringidos aunque aplicado finalmente con cierta amplitud.
La amnist¨ªa, en las circunstancias espa?olas, no es simplemente un acto humanitario de gracia sino sobre todo una decisi¨®n de alto significado pol¨ªtico. No es posible construir una democracia mientras el ejercicio de las libertades p¨²blicas conserve entre nosotros naturaleza delictiva. Y con una medida as¨ª, el Gobierno cobrar¨ªa nuevamente credibilidad en lo que se refiere a las promesas de democratizaci¨®n. Porque no hay elecciones generales posibles sin una amnist¨ªa total para todos los delitos de matiz pol¨ªtico, de la que por razones obvias s¨®lo deber¨ªan quedar excluidos los llamados delitos de sangre.
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