Estreno, 60 a?os despu¨¦s, de "Mendi-Mendiyan"
Para el p¨²blico madrile?o, la puesta en escena de, la ¨®pera de Jos¨¦ Mar¨ªa Usandizaga Mendi-Mendiyan dentro del XIII Festival de Opera, ha supuesto el descubrimiento de. una pieza maestra del arte l¨ªrico espa?ol. Y sin embargo esta obra, de gran calidad musical, naci¨® hace m¨¢s de 65 a?os. Teniendo en cuenta su valor real, nos obliga a meditar acerca de la incuria y dejadez de nuestra vida musical. El padre Donosti, uno de los m¨¢s notables compositores que ha dado el Pa¨ªs Vasco, escrib¨ªa sobre su tierra: ?Este cielo nublado, esa lluvia pertinaz, esas nieblas que constantemente velan los perfiles de nuestras monta?as, esa ausencia de luz meridional, comunican a nuestro paisaje un matiz de melancol¨ªa que necesariamente se ha de traducir a nuestra fisonom¨ªa moral. ? Yo dir¨ªa que todo el arte vasco acusa' en su ¨ªntima esencia, la influencia del paisaje. Los decorados,, sencillos,, de Emilio Burgos, nos situaban perfectamente en el marco del monte c¨¢ntabro, casi siempre coronado de nieblas. Salvo el entorno esc¨¦nico del tercer acto -a mi juicio un poco relamido- la luz y el ambiente escenogr¨¢fico, fueron adecuados.Mendi-Mendiyan es una pastoral l¨ªrica en tres actos y un ep¨ªlogo, estrenada el 21 de mayo de 19 10 en el Teatro de los Campos El¨ªseos de Bilbao. Ahora la hemos podido ver, al fin, en Madrid, como si de una ¨®pera de Glinka o Dargomizsky se tratara. Es la primera obra esc¨¦nica de un desconocido m¨²sico donostiarra de veintitr¨¦s a?os. Obtuvo entonces un ¨¦xito enorme, que se repiti¨® el 15 de abril de 1911 al presentarse en el Teatro Circo de San Sebasti¨¢n. Ignacio Zubialde, en un art¨ªculo publicado en Madrid en la revista Por esos mundos (julio 1910), dice de Mendi-Mendiyan (en plena monta?a): ?La m¨²sica que el se?or Usandizaga ha puesto al interesant¨ªsimo libro es, como ¨¦ste, nerviosa, en¨¦rgica, de un gran sentimiento dram¨¢tico, llena de brillo y pasi¨®n.? Estamos de acuerdo con Zubialde con respecto a la m¨²sica, pero no en cuanto a la acci¨®n (el texto no lo podemos juzgar), ya que ¨¦sta adolece de una exasperante inmovilidad m¨¢s propia del oratorio que de la ¨®pera.
Mendi-Mendiyan
Drama l¨ªrico en tres actosy ep¨ªlogo. Libro de Jos¨¦ Power y m¨²sica de Jos¨¦ Mar¨ªa Usandizaga. Int¨¦rpretes: Mar¨ªa Or¨¢n, soprano; Evelio Esteve, tenor; Antonio Blancas, bar¨ªtono; Julio Catania, bajo, Francisco Matilla, bar¨ªtono; Carmen Torrico; soprano. Director de escena, Roberto Carpio. Maestro de Tos coros, Urbano de la Orden Coral de Bilbao. Ballret Nacional Festivales de Espa?a. Ballet Olaeta. Conjunto de profesores de la Orquesta Nacional de Espa?a. Director musical, Od¨®n Alonso. Teatro de la Zarzuela
La direcci¨®n esc¨¦nica de Roberto Carpio ha acusado el estatismo de la acci¨®n dram¨¢tica, con algunos puntos negros como la pelea del acto primero, y otros bellos aciertos como el clima creado en la cacer¨ªa del. lobo y en el pat¨¦tico ep¨ªlogo.
Mendi-Mendiyan es un drama campesino a la usanza de fin de siglo, a lo Guimer¨¢: una rivalidad amorosa va a perturbar la paz id¨ªlica de los pastores vascos que viven felices en sus verdes monta?as. La acci¨®n es, en ocasiones, violenta, sombr¨ªa, cargada de malos presagios, aunque se ve animada a veces por cuadros folkl¨®ricos, como el de la romer¨ªa al pie de la ermita, muy bien interpretado por la Coral de Bilbao y el racial Ballet de Olaeta.
El texto eusk¨¦rico ha dificultado, sin duda, la difusi¨®n de Mendi-Mendiyan, pues la m¨²sica de Usandizaga, rica en color, de una sorprendente finura t¨ªmbrica, pide para esta obra mejor suerte.
M¨²sica wagneriana.a veces, con utilizaci¨®n de m¨¢s de un leiv_motiv, pero como apuntaba Enrique Franco en su antecr¨ªtica, de clara procedencia francesa, en especial de Vincent D'Indy,. que fuera maestro, de Usandizaga en la Schola Cantorum, y cuya Sinfon¨ªa C¨¦venole recordamos en el car¨¢cter de algunos pasajes de Mendi-Mendiyan. Sin embargo, la personalidad del compositor donostiarra, su sentido dram¨¢tico, est¨¢n patentes en todo momento. Esta m¨²sica ariticipa ya claramente la exuberancia orquestal y la po¨¦tica emoci¨®n de ?Las Golondrinas?, pero por el car¨¢cter pastoril del tema, la importancia de la orquesta, como elemento sugeridor de ambiente, es trascendental y en est¨¦ sentido, llegan a ella los ecos del Pelleas debussyniano. En este aspecto, lo m¨¢s destacable de la noche fue la direcci¨®n orquestal, el sonido po¨¦tico, la atenci¨®n al detalle sutil de Od¨®n Alonso. La frescura y es pontaneidad del canto popular vasco subyacente a tan rico entra mado orquestal, no se quebr¨® en ning¨²n momento, y si las voces se perdieron en ocasiones fue debido a su poca potencia, que no a la per fecta sonoridad y apoyos prestados por la orquesta.
Los solistas vocales cumplieron sus cometidos decorosamente. Mar¨ªa Or¨¢n luci¨® su buena escuela, cantando menos contenida y mejor en el ep¨ªlogo. Carmen Torrico tiene siempre un bonito timbre de voz. Antonio Blancas tal vez no sea el bar¨ªtono ideal para el papel del abuelo, pero cumpli¨® sin altibajos. Francisco Matilla cant¨® con musicalidad y buen estilo. Julio Catania puso a prueba una vez m¨¢s la potencia y la igualdad de su voz, adem¨¢s de su veteran¨ªa. Evelio Esteve, m¨¢s irregular, demostr¨® su facilidad en el agudo. L¨¢stima que en el final del bell¨ªsimo d¨²o de amor del tercer acto se descuadrasen Or¨¢n y Esteve, cuando el p¨²blico iba a iniciar los aplausos. Aplausos calurosos que prodig¨® al terminar la representaci¨®n, satisfecho de haber escuchado una magn¨ªfica ¨®pera espa?ola.
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