La corrida fue una Paliza
Los tres espadas de ayer figuran en el, escalaf¨®n a medio camino entre las figuras y los modestos. Dos de ellos ya. est¨¢n de retorno: han disfrutado de puestos m¨¢s o menos privilegiados, se han beneficiado del minitoro que domin¨® la d¨¦cada de los a?os sesenta, han copado fechas y ferias. Se trata de D¨¢maso Gonz¨¢lez y Miguel M¨¢rquez. El tercero, Roberto Dom¨ªnguez, est¨¢ en plena escalada, pugna por alcanzar un sitio entre los mandones del toreo. Mucho me temo que, seg¨²n les tratan, se van a quedar donde est¨¢n si no es que caen en el mont¨®n de los olvidados.Ayer, esa empresa que un d¨ªa antes les ech¨® a las figuras seis bombones recortaditos ?ad majorem gloriam?, encerr¨® a los tres diestros de la ?zona media? con seis toros con toda la barba de aspecto, pero que en realidad era un espejismo pues se comportaron como seis burros, tan burros, que no puede haberlos peores en toda la burrer¨ªa peninsular. Llevaban el hierro de Palha, que los aguanta en Villafranca da Xira hasta que llega una empresa como la de Madrid y, se los cuela de matute.
Ayer se celebr¨® la duod¨¦cima corrida de feria, con cinco toros de Palha y un sobrero de Quintana, para Miguel M¨¢rquez- D¨¢maso Gonz¨¢lez y Roberto Dom¨ªnguez
Por la mansedumbre de los toros, no hubo posibilidad de lucimiento. S¨®lo el segundo y el cuarto tuvieron faena y D¨¢maso Gonz¨¢lez y M¨¢rquez estuvieron tan voluntariosos como pesados. Los tres espadas terminaron as¨ª sus faenas: M¨¢rquez. En el primero, estocada corta, delantera y desprendida, rueda de peones y estocada delantera (aviso y silencio). En el cuarto, media desprendida a un tiempo y aviso (aplausos y saludos). Gonz¨¢lez. En el segundo, pinchazo, media pescuecera y ca¨ªda y descabello (algunas palmas). En el quinto, pinchazo, media delantera y descabello (silencio). Dom¨ªnguez. En el tercero, estocada volviendo la cara y descabello (algunas palmas). En el sexto, dos pinchazos, media estocada ca¨ªda y descabello (silencio). Los toros. Ya se ha dicho que fueron mansos de solemnidad. El tercero se devolvi¨® al corral por cojo y el sobrero, de Quintana, no menos manso, se corri¨® en sexto lugar. Otros factores. Hubo poco m¨¢s de media entrada. Presidi¨® don Luis G¨®mez, con general acierto excepto enmateria de avisos: se le retras¨® el reloj y perdon¨® uno a Maquez.
Todo lo que puede hacer un manso en un ruedo, desde escarbar hasta negarse a embestir en redondo, pasando por los berridos (yo los llamar¨ªa rebuznos), los brincos, las coces, las huidas a tablas, eso hicieron los palhas, ante la desesperaci¨®n del p¨²blico, que se aburri¨® como nunca en la feria, y de los toreros, que no ten¨ªan la menor ocasi¨®n de lucirse.
Digo mal, porque hubo dos palhas, el segundo y el cuarto, que se pudieron torear. Lo cierto es que ni me acordar¨ªa de lo que sucedi¨® en tan propicias ocasiones si no fuera porque tengo las notas a mano. Cuando hay que mirar las notas para refrescar la memoria -es una experiencia infalible- malo: en realidad no hab¨ªa nada que mereciese la pena. Y es cierto: las notas hablan de docenas de derechazos y naturales, r¨¢pidos y con el pico. Y de que uno de los toreros, Miguel M¨¢rquez, no par¨® de darlos hasta que el toro no admiti¨® m¨¢s. Y que ya sin embestida el toro, lo cit¨® ?cuatro veces! a recibir, suerte que naturalmente no pudo consumar ni en sue?os, porque s¨®lo puede matarse recibiendo a los toros que son prontos, menos a los tardos y jam¨¢s a los marmolillos.Con estas cosas de la mansedumbre, los primeros tercios resultaron movidos, como es l¨®gico, y ya que los maestros fueron incapaces de recurrir a su ciencia, que se les supone, quienes les suplieron, y en verdad que con aut¨¦ntica maestr¨ªa, fueron los subalternos. Chicorro, y Solanito dieron toda una lecci¨®n de toreo. Si alg¨²n mando hubo en ¨¦l ruedo ese mando fue el suyo. Si hubo lidia esa lidia fue la que ellos Esta tarde acertaron a ejecutar. La pena es que no hay premio de oreja para los subalternos, porque la hubieran ganado, como ganaron y sudaron el sueldo.
Hubo un toro, el que abri¨® plaza, que parec¨ªa burriciego. Iba de largo, de corto no. Se vio en banderillas y se vio en la muleta cuando M¨¢rquez le daba mucha distancia y embest¨ªa alegre para quedarse al llegar a jurisdicci¨®n. O no era burriciego y le paraba la mansedumbre. ?Qu¨¦ m¨¢s da ahora? Ya no tiene remedio: con ¨¦l empez¨® una corrida paliza a la que no se ve¨ªa el fin.
Babelia
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