Distingamos entre ni?os y tontos
?El teatro infantil perfecto debe entretener al sordo con lo que ve y al ciego con lo que oye?. Esta fina y modesta aspiraci¨®n fue enunciada, hace a?os, por Germ¨¢n Berdiales, viejo transe¨²nte argentino del teatro para ni?os. Quer¨ªa decir con ello que ese teatro es una expresi¨®n est¨¦tica que, entre otras cosas, necesita recursos complejos, caros y brillantes. ?Nada m¨¢s? Por supuesto que s¨ª, pero parecer¨ªa -digo ?parecer¨ªa?- que el fondo de la cuesti¨®n est¨¢ resuelto hace muchos a?os. Incluso hay quien asegura que todas las obras maestras del teatro universal -por ejemplo, El mercader de Venecia, o El rey Lear, o La vida es sue?o- son puros cuentos infantiles cuando pierden su ornamentaci¨®n y queda su esquema al descubierto.Claro que entre nosotros, la cosa se complica. No hay en Espa?a, salvo dos o tres honradas excepciones teatro infantil articulado. El r¨¦gimen econ¨®mico de nuestra organizaci¨®n teatral se desentiende de programar espect¨¢culos que juzga mal redituados. La Administraci¨®n ha fijado, tibiamente, o no ha fijado en absoluto, su pol¨ªtica de teatro infantil. En esas condiciones, los niveles art¨ªsticos son ¨ªnfimos y los contenidos no aciertan a distinguir entre ni?os y tontos.
?La incre¨ªble f¨¢brica del profesor Smith?,
de Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez y M. A. Pacheco.Direcci¨®n: Irina Kouberskoya. Coreograf¨ªa: Arnold Taraborelli. Int¨¦rpretes: Grupo del Laboratorio del TEI. (No se facilitan nombres.) (Teatro Alfil)
Pero, a veces, llega la fiesta. Ahora, en el Alfil, un grupo, desigual en su t¨¦cnica, pero homog¨¦neo en su entusiasmo, de actores del TEI, ha levantado un espect¨¢culo entra?able: La incre¨ªble f¨¢brica del Profesor Smith. Se trata de un cuento ilustrado y, lo que es mejor, mostrado, que explica, con encanto y sin pedanter¨ªa, la negra moral social de lo que es negocio o no es negocio. Los precetivistas llaman f¨¢bula a este g¨¦nero. Bien: se trata de una f¨¢bula. Yo prest¨¦ bastante atenci¨®n al comportamiento de los ni?os espectadores. Estaban viviendo una novedad. Saldr¨ªan del teatro enriquecidos. Y yo tambi¨¦n.
La direcci¨®n de Irina Kouberskoya organiz¨® en torno al cuento original una representaci¨®n muy arm¨®nica, muy imaginativa, muy visual. Arnold Taraborelli peque?o genio de la coreograf¨ªa, cre¨® un ballet de la f¨¢brica, que es una delicia de relojer¨ªa burlona. (Otro ?ballet?, con luz negra, se despegaba totalmente del contexto de la obra, pero, posiblemente fij¨® la atenci¨®n de los ni?os con su alto poder de fascinaci¨®n). Y los actores se entregaron al trabajo con entusiasmo y seriedad. Una delicia. Un derroche de gracia po¨¦tica.
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