Un entra?able fantasma del pasado
Bocaccio 70 llega a las pantallas comerciales espa?olas como un viejo y entra?able fantasma del pasado, cuando su vuelta hubiera debido estar amparada por el respetable manto de las filmotecas y otras instituciones culturales an¨¢logas. En lugar de la reposici¨®n, le ha cabido el involuntario papel de monumento a la represi¨®n cinematogr¨¢fica, con una picard¨ªa reducida a la nada por culpa del tiempo que devora incansablemente los productos incompletos. Bocaccio 70 es un triste testimonio del cerrilismo de una censura -y de unos censores- que siguen considerando inmaduros a los espectadores y que si acceden a dejar pasar al fin estas repescas es oblig¨¢dos por la verg¨¹enza involuntaria, pero nunca por argumentos razonables.Bocaccio 70 es un filme de productor, aunque en su gen¨¦rico figuren algunos ilustres nombres que hoy son ya irremediable historia del cine italiano. En su d¨ªa, hace quince a?os -fecha que nunca confiesa la publicidad, empe?ada en el no menos triste papel de vender el burro como si acabara de nacer ahora mismo-, intent¨® ser una serie de relatos cinematogr¨¢ficos m¨¢s o menos continuadores de la obra del ilustre autor del Decamer¨®n. La idea no era mala, pero los resultados est¨¢n a a?os luz de la gracia incontenible y viva del gran escritor. Su ¨²nico inter¨¦s, hoy, aparte del meramente arqueol¨®gico, es como borrador referido a tres filmograf¨ªas extraordinariamente atractivas, aunque cada episodio tenga un valor muy desigual. (Monicelli rod¨® otro que fue eliminado del conjunto incluso en Italia, por la excesiva duraci¨®n.)
Bocaccio 70
Producida por Carlo Ponti. Filme de episodios dirigido por Federico Fellini, Luchino Visconti y Vittorio de Sica. ?Las tentaciones del doctor Antonio?. Gui¨®n: Fellini, Flaiano, Pinelli, Parise. Director: F. Fellini. Fotograf¨ªa: Otello Martelli. M¨²sica, Nino Rota. Int¨¦rpretes: Peppino de Filipo y Anita Ekberg. ?El trabajo?. Gui¨®n de Suso Cecchi d'Amico y Luchino Visconti. Fotografia: Giuseppe Rotunno. Director: Luchino Visconti. Int¨¦rpretes: Tom¨¢s Mill¨¢n, Romy Schneider, Paolo Stoppa y Romolo Valli.
Fellini
El menos logrado puede ser el de Fellini, inteligible si no se ha visto La dolce vita -otro de los filmes fundamentales del cine contempor¨¢neo, perpetuamente prohibido en nuestro pa¨ªs, cuando se han apagado todos los esc¨¢ndalos imaginables que suscit¨® hace diecis¨¦is a?os- y si no se capta el sentido de par¨¢bola pol¨ªtica que s¨®lo pueden entender los propios italianos o los extranjeros que est¨¦n muy en el ajo de los entresijos de la Democracia Cristiana en el vecino pa¨ªs. El sketch se comprende mejor como una venganza personal de Fellini contra los eclesi¨¢sticos y figurones pol¨ªticos que hab¨ªan intentado destrozar su reputaci¨®n de cineasta y se hab¨ªan ensa?ado en la pretendida pornografia de su obra. El inter¨¦s actual de este episodio es m¨ªnimo y s¨®lo queda el desenfrenado entusiasmo de Fellini por las mujeres gordas, sinceridad siempre de agradecer, y su opini¨®n agria contra los dem¨®cratas cristianos, curas, obispos y dem¨¢s personajes asimilados, temas y preocupaciones que desarrollar¨¢ magistralmente en Ocho y medio y Fellini Roma, entre otros t¨ªtulos memorables.
Visconti est¨¢ m¨¢s afortunado en un chispeante episodio que intenta recoger el mundo de Lubitsch con menor maestr¨ªa que el maestro vien¨¦s, pero con m¨¢s gracia y soltura que en otras producciones suyas m¨¢s comprometidas. El trabajo recoge un asunto de cr¨®nica de sucesos -la corrupci¨®n de los nobles italianos, muy tra¨ªda y llevada en los peri¨®dicos en aquella ¨¦poca- mezclado con preocupaciones m¨¢s serias que no acaban de decidir el hilo de la narraci¨®n. La prostituci¨®n, el ocio, el aburrimiento, son las principales fases de un itinerario pretendidamente picaresco que es tambi¨¦n un borrador de otras pel¨ªculas posteriores dram¨¢ticas sobre todo porque el cineasta milan¨¦s estaba poco dotado para la comedia y carec¨ªa a todas luces de ese genio c¨®mico que s¨®lo muy pocos privilegiados han llegado a poseer. Hist¨®ricamente, esta obra menor -y no s¨®lo por la extensi¨®n- se?ala el ascenso de Romy Schneider a una categor¨ªa interpretativa distinta de su etapa Sissi, que le valdr¨ªa al a?o siguiente encarnar la inquietante protagonista de El proceso, de Orson Welles.
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